Es candidato. No digamos a ganar la Copa del Mundo, pero sí a realizar un buen papel, a ser protagonista, a competir por los puestos más altos. Tuvo un grupo exigente en la clasificación, pues debió medirse con el campeón del mundo, España. Y fue al repechaje tras llegar al segundo lugar. Y ahí el panorama se puso muy complicado, pues perdió (de visitante) ante Ucrania por 0 a 2. En el desquite, el Stade de France vibró y cantó tras el 3 a 0 que selló el pasaporte a la Copa del Mundo FIFA-Brasil 2014.
Francia mantiene la pasión por el fútbol. Desde siempre estuvo en los mundiales; como protagonista y como organizador. Logró la gloria en casa en 1998, en el segundo mundial que hospedó: aquel equipo de Blanc, Desailly, Deschamps, Petit, Henry, Trezeguet y Zidane hizo delirar a un pueblo que derramó su alegría por las calles de París…
Luego vino el segundo puesto en Alemania 2006; allí el héroe viró en villano; el cabezazo de Zidane al defensor italiano Materassi ingresó en la galería de hechos históricos de los Mundiales de fútbol. Y Francia se quedó en la puerta.
Hoy es tiempo de recuperar ese protagonismo. De pensar en lo que viene: pasar el grupo y comenzar a soñar. Es el tiempo de Hugo lloris, guardameta de excelente calidad; de defensores comos Eric Abidal, Laurent Koscielny y Raphaël Varane. De un crack como Franck Ribery en las bandas de ataque y de dos delanteros pontentes como Karin Benzema y el talentoso Olivier Giroud.
Hoy es el tiempo del “pequeño Napoléon”, Didier Deschamps, en el banco de suplentes para dirigir la orquesta. Un “pequeño Napoleón”, como lo fue Alain Prost o el mítico caiptán del seleccionado de rugby, Jacques Fouroux.
Hoy es tiempo de soñar, para que el cielo en la próxima Copa del mundo se tiña de azul Francia…
Hernán O’Donnell