La máquina alemana no se detiene nunca

Lo liquidó como había liquidado a Brasil en su mundial hace tres años. En apenas 8 minutos de juego, Alemania sentenció la serie semifinal ante México. A los 6′, Goretzka entró sólo por el medio en una furtiva maniobra y derrotó con un disparo fuerte a Ochoa; a los 8′, se repitió el veloz ataque y otra vez Goretzka doblegó a Ochoa con un tiro cruzado.

Olor a knock out, aunque la sangre mexicana no se rinde tan fácil y entonces empezó a aparecer Chicharito Hernández, a juntarse con Giovanni Dos Santos y a atacar. Con más vergüenza que fútbol, pero con una dósis de optimismo. A los 35′ armaron una maniobra colectiva prolija y punzante, pero el remate de Chicharito se fue alto, cuando el gol era factible.

México vio que podía progresar con su libreto conocido: tener la pelota, asociarse, buscar progresar en el campo. Así, empezó a empujar a Alemania contra su arco. y los europeos perdieron el mando; se replegaron en dos líneas de cuatro, se pararon cerca de su área y cuando la recuperaban, les costaba meter el contragolpe. El conjunto azteca empezó a dominar la situación, y los últimos 20 minutos los tuvo como protagonista, pero no le alcanzó para descontar en el maarcador.

Cerró un primer tiempo digno, pero no pudo remdiar, en esos 45′ iniciales, las distracciones que le costaron dos goles de desventaja. No aprovechar las oportunidades cuando Alemania te permite un respiro es un pecado mortal. En el segundo tiempo quedaría demostrado..

A los 50′ Jimenez tuvo una situación para descontar, se demoró en rematar, emganchó hacia adentro y su tiro final perdió sorpresa y potencia: terminó bien controlado por Ter Stegen.

Enseguida Werener tuvo un mano a mano que no pudo defniri porque lo empujaron de modo sutil cuando estaba por sacar el tiro; a los 58′ llegó el tercero, tras otra gran maniobra colectiva, en la que Draxler habilitó por la izquierda a Héctor, el lateral entró libre al área y la tocó al centro donde estaba Werner descuidado, y con un toque suave convirtió el tercero. México era muy descuidado en defensa y poco eficaz en ataque: lo pagaría.

A esta Alemania no se le puede dar ninguna ventaja. No se puede ser tan ingenuo en la defensa como fueron los hombres de verde, ni tan erráticos en ataque. México no aprovechó ni una de las varias chances que tuvo para convertir, pero no dejó de regalar ventajas en defensa. Un combo letal, al que ni siquiera le hizo un guiño la fortuna: a los 74′ un buen cabezazo de Jimenez pegó en el travesaño cuando ya no llegaba el arquero alemán, que antes había tapado un remate fuerte y difícil.

Fue contundente Alemania. Golpeó al principio, para meter dos manos de esas que definen un combate. Un 2 a 0 a los 8′, demuelen a cualquiera. Por momentos, desarrolló un fútbol exquisito; en otros, se tiró atrás y aguantó. Y cuando el mexicano Fabián sacó un remate fortísimo desde 40 metros, tras recibir el pase rápido de un tiro libre, para convertir y achicar la distancia a 3-1, Alemania borró enseguida cualquier atisbo de emoción o incertidumbre que podía presentarse: Younes, a los 90′, apareció por izquierda tras otra buena maniobra colectiva, y amplió el marcador a 4-1 final.

Alemania no detiene su marcha. Ni en la Copa FIFA Confederaciones Rusia 2017 ni en el proyecto que desarrolla con su fútbol, que hace que este equipo, que algunos llaman “B” y otros lo catalogan como sub 24, esté otra vez en una final y sea, como siempre, uno de los grandes animadores de cualquier certamen en que se presenten para jugar a este deporte.

 

Hernán O’Donnell 

 

 

Chile fue más Bravo que nunca

Eduardo Vargas entró sólo al área, demoró un instante y cuando se acomodó para sacar su remate, la salida rápìda del arquero portugués Rui Patricio le tapó el disparo. Enseguida, una maniobra veloz de Portugal en contraataque, el pase preciso de Cristiano Ronaldo para la entrada de André Silva y cuando parecía que tenía el arco para abrir el marcador, la salida veloz de Claudio bravo le ahogó el grito. Iban 6 minutos y Chile y Portugal nos avisaban como iba a ser el partido. Aunque esa promesa, como los amores de estudiantes, se iba a derretir con el paso del tiempo…

Dos equipos de la elite mundial. Dos conjuntos rápidos y con jugadores de gran jerarquía, con vocación ofensiva y asociaciones productivas. Más profundo Portugal, con el maestro Ronaldo movedizo y práctico, acompañado por la tremenda habilidad de Bernardo Silva, la rapidez de André Silva y la ubicación táctica de William Carvalho.

Después de los 25′ Chile empezó a equilibrar el juego. La movilidad del Tucumano Hernández y el despliegue de Arturo Vidal le empezaron a cambiar la cara al equipo. Tuvo más contacto con la pelota, la supo administrar y llevó peligro al área de Portugal. Charles Aránguiz tuvo una oportunidad, pero se apuró en el remate. Y con las subidas de Beausejour y la sociedad con Alexis Sánchez, creó peligro por esa banda.

Claro que Portugal siempre mantuvo la amenaza latente. Ronaldo siempre genera esa sensación. Y Bernardo fue un socio apropiado, aunque le faltó, al equipo, profundidad en la ofensiva.

El correr del tiempo enfrió el ímpetu, y se cerró el primer tiempo con un leve retroceso en el volumen del juego. Habían protagonizado un encuentro de alta categoría, con mucha riqueza individual y colectiva, pero el final los encontró en una suerte de declive y conformismo. Había que aguardar, descansar y volver a empezar en el complemento.

El inicio del segundo tiempo fue muy parecido al del primero: dos situaciones pegaditas cuando iban 52′. Primero, Eduardo vargas metió una chilena estupenda, que sorprendió a todos menos al arquero Rui Patricio, que la sacó con esfuerzo al corner. Enseguida, Portugal metió una contra a toda velocidad que derivó en Crstiano Ronaldo. Su remate, fuerte y seco fue controlado por Bravo. Otra vez, quedaban mano a mano.

Habían bajado la intensidad. ya no se jugaba a un ritmo frenético y alocado; al contrario, parecían más estudiados y controlados los movimientos. Era parejo y equilibrado. Con dos equipos que empezaban a respetarse demasiado y a pensar en cuidar hasta el mínimo detalle para no echar por la borda el pase a la final por un error.

El partido se desvaneció. portugal le cedió la pelota a Chile, para que los sudamericanos hiceran su libreto: salida prolija desde el fondo. Y en cuanto la recibía el volante central, Marcelo Díaz, dos hombres a apretarlo. Entonces, el toque atrás de Díaz y volver a empezar. Así, empezaron largos minutos de cuidado y tedio hasta llegar a los 90′ reglamentarios con un 0 a 0 que estuvo lejos de lo que prometieron en los minutos iniciales.

El alargue no trajo alguna novedad. Fue más de lo mismo. El partido que nos habían prometido ya no existía. No había ni un vestigio de aquello que insinuaron en los primeros minutos. Las respuestas físicas tampoco eran las mismas; el agotamiento mostraba su cara. El camino a los penales parecía inexorable. Hasta que en el minuto 117 una maniobra de Chile sacudió la modorra. Desborde desde la derecha, centro pasado, la toma Silva, quien se la cede atrás a Vidal: su remate pegó en el palo y el rebote de Martín Rodríguez pegó en el travesaño. Chile apostó en la última bola de la noche, pero no tuvo fortuna.

En los penales, la suerte, la pericia y la experiencia de Chile, prevaleció. El pase a la final se concretó, por un Chile que fue más Bravo que nunca.

 

Hernán O’Donnell

 

 

 

 

Una Copa llena de sorpresas

Cuando todavía se vive con cierto estupor la eliminación del organizador en primera ronda de esta Copa FIFA Confederaciones Rusia 2017, nuevas sorpresas aparecen en la jornada.

En el grupo B parecía que todo estaba definido. Que Alemania y Chile se habían clasificado tras el empate que se forjó tras un excelente partido, y que los partidos ante Camerún y Australia, respectivamente, serían un mero trámite.

Pero el fútbol es hermoso porque tiene estas cosas. Porque siempre hay un lugar para la sorpresa, para que surja aquello que parece imposible, inverosímil. En eso, en ese carácter impredecible, no hay deporte que se le parezca. Ni por asomo.

En los papeles, Chile se presentaba como un rival muy superior a Australia. Casi, de otro nivel. El conjunto sudamericano ya está, por rendimiento colectivo y jerarquía individual de sus futbolistas, en la elite del fútbol mundial. Australia, en cambio, parece aún estar en el segundo escalafón.

Pero nada de eso se vio en el primer tiempo. Al contrario, lució más ofensivo el equipo oceánico. Fue para adelante con sus limitaciones, presionó con mucha gente en ataque y forzó un error en una salida desde el fondo de Chile. De ese enredo y esa pérdida de balón, llegó el gol de Troisi a los 41′. Antes había avisado con una aparición solitaria de Luongo, que Claudio Bravo pudo tapar y después tuvo una clarísima chance para aumentar el marcador, pero el remate se fue alto.

Chile no estaba en sintonía. Mantenía su identidad, su forma de jugar, pero no podía desbordar a los australianos; el empuje y la habilidad tremenda de Alexis Sánchez era su principal carta, y así llegó a una clara situación que Alexis no logró rematar cuando le faltaba el último toque. Y un disparo de Aranguiz se perdió en un rebote, en otra ocasión clara.

Inquieto e impaciente, el entrenador Pizzi decidió reemplazar a Aranguiz y Fuenzalida por Rodríguez y Pablo Hernández. Chile necesitaba salir de su confusión. Tomar las riendas y sacar adelante un partido que se había complicado y ponía en riesgo la clasificación.

El ingreso de Martín Rodríguez fue fundamental. No sólo por el gol que marcó a los 66′, que significó el empate 1-1 y la tranquilidad para “La Roja”, sino porque le dio frescura al ataque, liberó a Sánchez de tener que asumir todas las responsabilidades ofensivas y le dio más aire a Vargas y a Arturo Vidal.

Tras la igualdad, tuvo Chile el control del juego, pero Australia siempre amenazó, y se perdió un par de goles desde situaciones inmejorables, pero les faltó pericia a sus delanteros. Y cuando querían progresar en ataque, chocaban con Paulo Díaz (la figura de la defensa) y la experiencia de Jara y el arquero Bravo.

El empate le dio la clasificación a Chile, que no fue el mismo equipo que dominó a Alemania y que sufrió una sorpresa inesperada, de esas que el fútbol siempre nos regala para recordarnos por qué es el deporte más hermoso del mundo.

 

Hernán O’Donnell  

 

Rusia cayó antes de tiempo

El renovado México tiene todos los méritos. Es un equipo de intenciones ofensivas, de buen trato de balón y de un despliegue interesante en el campo. Con la llegada de Osorio al banco de suplentes, el equipo busca jugar siempre.

Sorprendió a Rusia y lo eliminó. Primera sorpresa en la Copa FIFA Confederaciones Rusia 2017: el local se quedó afuera.

Quizás resultó un poco injusta su eliminación, pues Rusia había hecho una buena serie y jugó partidos para destacar. Lo hizo ante Nueva Zelanda, también con Portugal e incluso en el primer tiempo ante México.

Después se desdibujó. Y si el empate parecía lo más acorde al desarrollo del match, un pelotazo largo que no fue bien cubierto por la defensa local (hubo un lento retroceso y una salida apurada y fallida del arquero), derivó con el gol de Lozano que decretó el partido. Rusia, que ganaba por 1 a 0, se vió con el partido dado vuelta. Samedov lo había puesto en ventaja a los 24′ y a los 30′ igualó Araujo.

Le faltó rebeldía al conjunto organizador. Fue al ataque, generó situaciones a través de centro, pero siempre parecieron avances livianos, sin potencia, sin fuerza, sin generar sensación de peligro. No tuvo siquiera un desorden para atacar por suma de jugadores en avanzada.

Se rindió a los pies del conjunto azteca, que terminó dueño del balón, del manejo del partido y de una clasificación merecida.

Es una pena por Rusia, porque había hecho méritos para avanzar. Le faltó una pizca de audacia final cuando la realidad le marcaba que iba a protagonizar el primer simbronazo de esta Copa, con una eliminación que no estaba en los planes de sus seguidores.

 

Hernán O’Donnell

Un ballet, con forma de partido de fútbol

Cuando apenas se jugaban 5 minutos y tras una buena acción de presión ofensiva,  Alexis Sánchez marcó su golazo, el que abrió el marcador entre Alemania y Chile, todos supimos que estábamos en las puertas de un partidazo, de esos que hacen vibrar al planeta, de los que nadie se puede perder esté en el lugar que esté y sea la hora que sea en el mundo.

Era el puntapié inicial de un partido para coleccionar. A todo ritmo, con llegadas, dinámica y búsqueda de ataque permanente. Dos equipos de alto nivel. En ese primer tiempo se vio el fútbol moderno, el que domina en estos tiempos: salida clara, prolija, cuidado del balón, once jugadores para defender, once para atacar…y cuando aparecen las individualidades, y el toque preciso se multiplica, pueden aparecer acciones como las del gol del empate alemán: dominio de Can, toque preciso a la izquierda, centro rápido y rasante, aparición de Stindl por el medio y un remate seco y potente que decretó el 1 a 1 a los 40′. Luego lo tuvo Alexis con una excelente maniobra individual de izquierda hacia el centro, pero su tiro fue bien controlado por Ter Stegen.

Así se cerró un primer tiempo lleno de luces, plagado de emociones y un ritmo futbolístico descomunal, propio de la excelencia de estos tiempos.

Chile con una propuesta muy atractiva; las subidas permanentes de sus laterales, Isla y Beasejour, con la llegada de Arturo Vidal y los movimientos de Vargas y Alexis Sánchez, siempre ponía cinco hombres en ataque. Alemania con la dinámica de Can, Draxler, Goretzka, Rudy, Stindl también sumaba muchos hombres cuando avanzaba. Y el respeto sagrado por la pelota hacía el resto: un ballet con forma de partido de fútbol.

Con el correr de los minutos empezó a bajar la intensidad. Una cuestión lógica, empezaron a máxima velocidad, la mantuvieron durante la primera etapa, trataron de conservar ese ritmo en el complemento y cuando faltaban quince minutos empezaron a desacelerar. En el fondo, comprendieron que el empate era un buen resultado, y si bien generaron algunas llegadas hasta el final del encuentro, en los últimos minutos la conformidad les ganó la partida. El show ya lo habían brindado y pensaron en el futuro, que tal vez los vuelva a encontrar en la instancia final.

 

Hernán O’Donnell

Portugal y Cristiano quieren conquistar el mundo

A los 7 minutos apareció el número 7. El famoso CR7, el ya legendario Cristiano Ronaldo, metió un cabezazo estupendo, potente, demoledor, tras recibir un buen centro de Raphael Guerreiro. Abrió el marcador y marcó el clima de un partido que en esta Copa FIFA Condefedraciones Rusia 2017 se asemejaba a una final anticipada. El Spatak Stadium lucía completo y Moscú vibraba con un partido que también nos transporta al mundial del año que viene.

Un ambiente fabuloso y dos equipos de enorme vocación ofensiva, aunque Portugal siempre lució más prolijo, más jerárquico. Es que se apoyó en la enorme sabiduría de Cristiano Ronaldo, pero contó con un acompañamiento estelar: Bernardo Silva desparramó todo su talento, William Carvalho su ubicuidad y Pepe su solidez defensiva.

Rusia no encontró los caminos en el primer tiempo. Apenas una contra que no pudo aprovechar Smolov. Se fue entonces, ese primer período, con un ostensible dominio del equipo visitante.

Salió un poco más decidido el local en el complemento; pero chocó con la jerarquía de Portugal, que a los 48′ ya tuvo otra oportunidad de aumentar el marcador.

Y a los 55′ un remate de Cedric fue controlado por el arquero Akinfeev con cierta dificultad. Portugal era más y lo demostraba en la cancha. Cristiano elevó, a los 64′, un remate factible; pero le entró muy abajo y el balón se fue muy arriba. Hasta esas curiosidades nos presentaba el partido.

Rusia salió de la confusión con entrega y vergüenza deportiva. Sumó hombres en ataque y buscó llegar con rapidez, con pases largos y velocidad. Pero no le alcanzó porque le faltó profundidad y siempre tuvo enfrente un rival peligroso, amenazante.

Portugal ganó con justicia más allá de algún sobresalto final. Lució como un equipo poderoso, fuerte y hábil. Es candidato para este torneo y se revela como una amenaza para el año que viene…

 

Hernán O’Donnell

La Copa Confederaciones abrió con emociones

La Copa FIFA Confederaciones Rusia 2017 abrió con todas las emociones juntas. Es cierto que aún no vimos estadios llenos, pero el marco la ocupación de un 70 o 75% le da un color especial, y a la vez un clima de comienzo próspero que hace imaginar que muy pronto se verán tirbunas colmadas.

Pero lo más importante está en el verde césped, y allí se vivieron emociones iniciales que nos entusiasman con ver un buen torneo.

El debut de Rusia fue prometedor. Es verdad que Nueva Zelanda es un equipo entusiasta, sólo entusiasta, y con muchas limitaciones a la hora de la alta competencia futbolística. Pero no quita que el conjunto local se haya mostrado sólido, veloz, con una clara aptitud ofensiva.

Un gol en contra de Boxall y una entrada furtiva de Smolov le dio la ventaja definitiva de 2 a 0 al conjunto local.

Luego, uno partido emotivo y vibrante, que tuvo un favorito (Portugal) que se floreó en la primera parte y un adversario (México) que nunca se rindió, jugó al ataque y siempre mantuvo el optimismo.

Entre idas y vueltas, más el protagonismo del VAR (Video Assistant Referee), se armó un encuentro interesante, dinámico, atractivo. Quaresma marcó a los 34′, cuando Portugal dominaba y parecía que se adueñaría del juego. Sin embargo, a los 41′ una maniobra por derecha derivó en un centro y el cabezazo de “Chicharito” Hernández le dió el gol del empate al equipo azteca.

Era la igualdad y nos esperaba un segundo tiempo de alto voltaje; Cristiano Ronaldo fue el hábil conductor de un Portugal que pretendió hacerse de la pelota. México también mantuvo su propuesta: tener el balón y darle buen destino para progresar en ataque. Llegó el tanto de Cedric a los 86′ y parecía sellada la victoria de Portugal. Pero los americanos no se rindieron. Con el último aliento llegó el empate: Corner de Jonathan Dos Santos y cabezazo de Héctor Moreno que dejó sin chance a Rui Patricio cuando se jugaban 91’…

El cierre de la jornada fue la victoria de Chile por 2 a 0 sobre Camerún. Los trasandinos dominaron todo el partido, pero recién sobre el final consiguieron los tantos, cuando Arturo Vidal concretó a los 81′ y Eduardo Vargas aumentó a los 91′. Un triunfo importante para vencer a un oponente duro en la defensa.

Así arrancó la Copa FIFA Confederaciones Rusia 2017. Con goles, emociones y promesas de un gran torneo que acaba de comenzar.

 

Hernán O’Donnell

“Un homenaje al viejo y querido fútbol argentino”

Cuando la selección nacional ganó la Copa del Mundo de la FIFA-Argentina 1978 y se consagró por primera vez como la mejor del mundo, el Dt de aquel equipo, César Luis Menotti sentenció: “Fue un homenaje al viejo y querido fútbol argentino”. En esa frase quiso resumir el significado del logro y el modo en que se consiguió. Un reflejo de, por entonces, alrededor de 100 años de juego, donde se hizo carne el buen trato del balón, la búsqueda ofensiva, la propuesta generosa y la habilidad individual. Todo eso quiso resumir el seleccionado que le abrió las puertas de la gloria a nuestro fútbol.

Jorge Sampaoli intentó hacer lo mismo en el amistoso ante Singapur. Un homenaje a nuestro viejo y querido fútbol. El 2-3-5 tan usado durante décadas. El esquema que sintetizaba delanteras míticas, formaciones que hoy se repiten de memoria. Guzmán en el arco, y luego Mammana y Fazio; Salvio, Biglia y Acuña; Di María, Dybala, Correa, Lanzini y Gómez. Un clásico de aquel fútbol de los años 40 y 50…

Había que ver cuánto podía resistir el equipo local, que alineó una hilera de 5 defensores, más adelante 4 volantes y un sólo hombre desprendido en posición ofensiva. El desarrollo fue una constante: Argentina dueña de la pelota, posicionada en el campo adversario y con la intención de mover la pelota, ya sea por combinaciones o por maniobras individuales, hasta conseguir el espacio y el momento para definir.

La defensa local aguantó 25 minutos: un corner y una entrada solitaria de Federico Fazzio abrieron el marcador. Ya no había más que esperar la llegada de más goles. A los 30′ Joaquín Correa sorprendió a todos por el primer palo y señaló el 2 a 0 con el que se cerró el primer tiempo.

Es cierto que el adversario no opuso ningún riesgo. Que lució como un conjunto de principiantes, con pocas habilidades individuales, sin juego colectivo y carente de toda astucia o destreza para este nivel que exige el equipo argentino. Un conjunto de cualquier categoría  vernácula tiene más alto grado de peso futbolístico. Pero lo que vale destacar es la intención del entrenador y la disposición del equipo.

Vale premiar a Sampaoli porque hizo de entrada un planteo ofensivo a cara decsubierta, porque no se acomodó a ninguna cautela. ¿Que sentido tiene arrancar con un esquema clásico, digamos 4 defensores, 3 volantes, enganche y dos puntas, si luego con el correr de los minutos hay que sacar defensores o volantes retrasados para que ingresen hombres de ataque? No tiene ningún sentido. Mejor empezar así.

La segunda parte fue más tediosa. Argentina se desdibujó y Singapur no salió de su letargo. Los cambios le quitaron fluidez al desarrollo; la pelota se mantuvo siempre en poder de la visita. Y Alejandro Gómez tuvo la virtud de explotar una variante intersante: el remate de media distancia; desde afuera y a los 59′, marcó el 3 a 0.

A los ’74, Paredes elaboró una maniobra individual y marcó el 4 a 0. Y sobre el cierre, llegaron dos goles para decorar la noche de Asia. a los 89′, Alario. Y a los 91′, Di María escribieron el 6 a 0 final.

Argentina tuvo un entrenamiento televisado, con público, en un estadio grande y mostró una imagen de neto corte ofensivo, con una predisposición constante de atacar y un esquema que se remontó a las viejas décadas de gloria de nuestro viejo y querido fútbol.

 

Hernán O’Donnell

 

Argentina, un nuevo modelo que invita a la ilusión

En el primer tiempo se pareció al equipo de Bielsa que superó a Brasil en 2001; en la segunda parte, por momentos nos pareció revivir el històrico enfrentamiento de los octavos de final del Mundial de Italia 1990, en Turín.

Hubo un equipo que presionó e intentó asfixiar al adversario y otro que sufrió y por momentos se abrazó a la fortuna. Dos versiones de un seleccionado que condensó en 90 minutos dos recuerdos de partidos importantes.

La Argentina propuso un modelo que invita a la ilusión: una disposición en el campo de juego de neto corte ofensivo, con salida limpia desde el fondo, traslado seguro y presión alta en el campo rival. En ese contexto fue muy buena la aparición de José Luis Gómez, quien se ofreció como salida clara, con buen manejo y proyección, tanto en el lateral abierto como en diagonales con toques asociados. También se destacó la tarea de los volantes centrales, Biglia y Banega, de correcta labor en la elaboración del juego.

Pero el más importante en ese lapso fue Angel Di María. Tuvo velocidad, habilidad e inteligencia para abrir a la defensa brasileña y mostrarse como la herramienta principal para la ofensiva argentina; por su sector llegaron las mejores jugadas. De arranque, un desborde y un remate suyo en el palo derecho avisó que por la banda izquierda, la Argentina sería una pesadilla.

Luego tiró el centro que cabeceó Otamendi, rebotó en el poste izquierdo y Mercado supo aprovechar el desvío para convertir con el arco desguarnecido.

Argentina había redondeado un buen primer tiempo, con muchas intenciones declaradas, una postura que se le exige a la historia de la albiceleste y se llevaba el premio del marcador.

En la segunda parte, cambió el argumento de la película. Brasil tomó las riendas, se animó y fue en busca de la igualdad. Se movieron con más profundidad Gabriel jesús y Renato Augusto, mientras que Philippe Coutinho se hizo dueño de la pelota y el armado de la ofensiva “verdeamarelha”.

A los 62′ tuvo una clara y propicia situación: Gabriel jesús superó con gambeta larga la salida del arquero Sergio Romero, pero no pudo convertir: su remate se etrelló en el poste derecho, y del rebote Wiilian quisó asegurar el disparo con un tiro fuerte, pero Romero logró desviarlo. Era la situación más clara de un brasil que emuló a sus antecesores del ’90, pero otra vez la fortuna estuvo con la albiceleste.

Los cambios le restaron poderío al equipo de Sampaoli. Más allá del esfuerzo de todos, las salidas de Gómez, Mercado, Higuaín y más tarde Banega, se sintieron. Los ingresantes mostraron entusiasmo, algunos para seguir con atención (Guido Rodríguez), otros con los nervios lógicos de los inicios (Mamanna, Tagliafico) otros con altibajos (Joaquín Correa). Todos con el crédito abierto para el futuro.

Se ganó y sirve porque las victorias siempre estimulan. Pero lo más importante de este debut de la selección de Jorge Sampaoli es que mostró intenciones, propuestas y virtudes, que invitan a la ilusión de volver a ver una selección argentina siempre protagonista, voraz y respetada.

 

Hernán O’Donnell

 

La tranquilidad de Brasil pone a prueba a la Argentina

El debut de Jorge Sampaoli al frente del seleccionado no podr{ia haber sido m{as complejo y dificultoso. Brasil será la mesa examinadora. El rival más importante de la Argentina en los últimos 50 años (en los inicios del fútbol el verdadero clásico era con Uruguay) estará enfrente para exigirle al máximo en el inicio de este ciclo. Y con una situación favorable, ya que marcha primero y tranquilo en la competición preliminar de la Copa del Mundo de la FIFA-Rusia 2018, y eso lo lleva a encarar el amistoso de otra manera.

Brasil vive una suerte de luna de miel. Está en medio de un romance con su público. El equipo recuperó la memoria. Gana, por momentos golea, y siempre gusta. Recobr{o su identidad y vuelve a ser temible. Hilvanó 9 victorias consecutivas, ya tiene el pasaje asegurado al Mundial y no lo acosan las urgencias.

No estará Neymar y además Tite le dio descanso a Dani Alves y Marcelo, tras la final de la Champions League que jugaron el pasado sábado 3 de junio en Cardiff.

Pero el equipo no se confía; sabe que tiene un oponente de valía. “Cada clásico es una historia distinta y esta se va a desarrollar en los próximos 90 minutos”, respondió el arquero Weberton previo al partido.

El volante Fernandinho aseguró que el cambio de entrenador en Argentina puede tener un efecto positivo: “En el fútbol, cuando pasas un momento complicado, una de las alternativas es cambiar el entrenador. A nosotros nos pasó eso y ahora estamos muy felices”.

Se manejan con la habitual alegría, la despreocupación que forma parte de su identidad. Pero no subestiman al adversario. Saben del poderío de la albiceleste y sus mejores futbolistas. Brasil es más Brasil que nunca, sereno, relajado y respetuoso ante el examen que va a tomar en Australia.

 

Hernán O’Donnell

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