“Un homenaje al viejo y querido fútbol argentino”

Cuando la selección nacional ganó la Copa del Mundo de la FIFA-Argentina 1978 y se consagró por primera vez como la mejor del mundo, el Dt de aquel equipo, César Luis Menotti sentenció: “Fue un homenaje al viejo y querido fútbol argentino”. En esa frase quiso resumir el significado del logro y el modo en que se consiguió. Un reflejo de, por entonces, alrededor de 100 años de juego, donde se hizo carne el buen trato del balón, la búsqueda ofensiva, la propuesta generosa y la habilidad individual. Todo eso quiso resumir el seleccionado que le abrió las puertas de la gloria a nuestro fútbol.

Jorge Sampaoli intentó hacer lo mismo en el amistoso ante Singapur. Un homenaje a nuestro viejo y querido fútbol. El 2-3-5 tan usado durante décadas. El esquema que sintetizaba delanteras míticas, formaciones que hoy se repiten de memoria. Guzmán en el arco, y luego Mammana y Fazio; Salvio, Biglia y Acuña; Di María, Dybala, Correa, Lanzini y Gómez. Un clásico de aquel fútbol de los años 40 y 50…

Había que ver cuánto podía resistir el equipo local, que alineó una hilera de 5 defensores, más adelante 4 volantes y un sólo hombre desprendido en posición ofensiva. El desarrollo fue una constante: Argentina dueña de la pelota, posicionada en el campo adversario y con la intención de mover la pelota, ya sea por combinaciones o por maniobras individuales, hasta conseguir el espacio y el momento para definir.

La defensa local aguantó 25 minutos: un corner y una entrada solitaria de Federico Fazzio abrieron el marcador. Ya no había más que esperar la llegada de más goles. A los 30′ Joaquín Correa sorprendió a todos por el primer palo y señaló el 2 a 0 con el que se cerró el primer tiempo.

Es cierto que el adversario no opuso ningún riesgo. Que lució como un conjunto de principiantes, con pocas habilidades individuales, sin juego colectivo y carente de toda astucia o destreza para este nivel que exige el equipo argentino. Un conjunto de cualquier categoría  vernácula tiene más alto grado de peso futbolístico. Pero lo que vale destacar es la intención del entrenador y la disposición del equipo.

Vale premiar a Sampaoli porque hizo de entrada un planteo ofensivo a cara decsubierta, porque no se acomodó a ninguna cautela. ¿Que sentido tiene arrancar con un esquema clásico, digamos 4 defensores, 3 volantes, enganche y dos puntas, si luego con el correr de los minutos hay que sacar defensores o volantes retrasados para que ingresen hombres de ataque? No tiene ningún sentido. Mejor empezar así.

La segunda parte fue más tediosa. Argentina se desdibujó y Singapur no salió de su letargo. Los cambios le quitaron fluidez al desarrollo; la pelota se mantuvo siempre en poder de la visita. Y Alejandro Gómez tuvo la virtud de explotar una variante intersante: el remate de media distancia; desde afuera y a los 59′, marcó el 3 a 0.

A los ’74, Paredes elaboró una maniobra individual y marcó el 4 a 0. Y sobre el cierre, llegaron dos goles para decorar la noche de Asia. a los 89′, Alario. Y a los 91′, Di María escribieron el 6 a 0 final.

Argentina tuvo un entrenamiento televisado, con público, en un estadio grande y mostró una imagen de neto corte ofensivo, con una predisposición constante de atacar y un esquema que se remontó a las viejas décadas de gloria de nuestro viejo y querido fútbol.

 

Hernán O’Donnell