RB Leipzig, con sus atributos conocidos, dio un paso más adelante

En los papeles, antes de empezar, le pusimos una “fichita” a RB Leipzig. Más por el corazón, por el gusto y aprecio a un equipo que ha revolucionado de alguna manera el fútbol alemán desde hace un par de años, con una propuesta ofensiva, arriesgada, con mucha vocación ofensiva y ganas de ganar, de ir a buscar el resultado. Un equipo que hace un tiempo bautizamos con cariño “La Aplanadora Alemana” por ese ir con los diez jugadores de campo a atacar al adversario en su propia malla, de buscar con la mayor cantidad de futbolistas posibles el ataque. Sin soslayar la ausencia de Timo Werner, su delantero centro tan destacado en su campaña quien ya no pudo jugar por haber sido transferido al Chelsea. Poulsen ocupó su lugar.

Pero éramos conscientes del adversario que le tocaba, el nivel de juego, de jerarquía colectiva e individual, de experiencia y de conocimientos, del conjunto y sobre todo de su entrenador, Diego Pablo Simeone. En los papeles, Aleti era favorito a pasar la serie. Pero en el fútbol los partidos no se ganan en la teoría ni por los nombres ni tampoco por el color de la camiseta. Siempre hay que jugarlos. Este también.

El planteo inicial fue el previsible. RB Leipzig con la pelota a disposición y con la saludable intención de ir al ataque con mucha gente. Upamecano como salida permanente por el medio, donde hizo gala de su buena técnica y conducción prolija. Klostermann por derecha y Halstenberg por izquierda también daban comienzo a las maniobras, pasaban por la dinámica de Sabitzer y las trepadas de Angeliño por izquierda, pero le faltaba profundidad y claridad en la puntada final. No podía Poulsen resolver, Dani Olmo corría más de lo que pensaba y Leipzig veía como se diluía su dominio.

Para el Aleti la cuestión estaba planteada como más le gusta. Con el rival que tenía la pelota, avanzaba con su línea de defensa hasta la mitad de la cancha y le dejaba el campo libre para explotar los contragolpes. Pero no le resultó efectiva, porque si bien amenazó con cierta seriedad en varias contras, el conjunto de Simeone no pudo hacer daño ni tampoco acumular una cantidad importante como para tener opciones de gol. Tuvo contraataques, pero pocos. Y en la escasez no hubo variedad.

Bien Ferreira Carrasco y Renan Lodi para explotar la banda izquierda y generar por allí los mayores peligros. Correcto Koke por derecha. Firme Giménez para defender y Oblak para mostrar seguridad. pero no mucho más. Un equipo que fue demasiado amarrete en el primer tiempo y que no dejó elementos que los mencionados. Faltaba participaci{on de Diego Costa y Llorente, y un poco más de actitud ofensiva.

Todo quedaba para el segundo tiempo.

En el segundo tiempo llegaron las emociones. A los 49′ RB Leipzig abrió el partido con una jugada con su sello. Adelantamiento general, pase abierto para Sabitzer, centro al medio y cabezazo de Dani Olmo para señalar el 1 a 0, merecido por cierto.

Aleti salió un poco más, pero sin grandes luces y con una mochila que se le hizo pesada. A los 57′ Joao Félix entró por Herrera y cambió un poco la dinámica y la velocidad del equipo español; dejó de ser el conjunto espeso y previsible del primer tiempo y aceleró más en ataque. Así llegó la jugada individual del portugués, su escapada y la falta de Klostermann que le cometió penal. El propio Joao Felix se hizo cargo y marco el 1 a 1 a los 70′ para dejar otra vez las cosas iguales.

Enseguida el “Cholo” fue por otra variante en ataque: a los 71′ Alvaro Morata reemplazó a Diego Costa.

El conjunto de Julian Nagelsmann no se asustó. Mantuvo sus ideales, su esquema y su performance y fue por la victoria. A los 82′ movió el banco:  P. Schick, delantero centro de físico portentoso, entró por Dani Olmo y A. Haidara ingresó por C. Nkunku que no estuvo en su nivel habitual.

Y fue por la gloria; desborde de Angeliño por izquierda, centro al medio y la llegada de Adams para rematar y concretar con la ayuda de un desvío en la defensa de Aleti. 2 a 1 a los 87′ y partido resuelto.

Ya no tuvo aire ni piernas ni rebeldía el Atlético de Madrid para ir por el empate. Había sentido el golpe, pero no era un mazazo sorprendente; al contrario, pareció el golpe de gracia a un equipo que deambuló por la cancha sin su conocido espíritu, vencido mucho antes del final y golpeado por un equipo que desborda entusiasmo, un conjunto empapado en las ideas de Julian Nagelsmann, un entrenador joven de inmenso futuro, que busca dar un paso más y soñar, no dejar de soñar.


Hernán O’Donnell