América abrió su tradición deportiva con una gran fiesta en Lima

Los Juegos Panamericanos Lima 2019 ya están en movimiento. La tradicional fiesta multidisciplinaria de América, con tantas actividades, tantas figuras y tantos estadios por ver y recorrer, esta vez tuvo lugar en un escenario grandioso e histórico, con alguna historia triste que alguna vez lo enlutó y con muchos episodios de celebraciones deportivas.

Lima vive la fiesta de las Américas. Perú, el país todo, está detrás de esta ciudad, con un empuje tremendo, unas ganas bárbaras de demostrar todo lo que se puede hacer. Con mucho amor y cariño.

Una cantidad de jóvenes gimnastas le dieron un marco hospitalario a la ceremonia; el logo de Lima 2019 para comenzar y el himno de Perú. Después, unas palabras del presidente y un repaso por la historia del país y su cultura tan vinculada con los Incas. Danzas clásicas y desfile de sus expresiones más acabadas. Las tribunas repletas y las ovaciones que bajaban para darle más fuerza a la fiesta. La mascota de los Juegos y una expresión fantástica del arte, de la cultura, de los bailes de Perú.

El tiempo de la alegría y la participación de las delegaciones. Argentina en el inicio y la enorme emoción que no se devalúa a pesar de los años y los momentos vividos. Pasan los Juegos, de todo tipo, de Playa, Odesur, Olímpicos o Panamericanos y siempre la sensación es la misma. Una mezcla de electricidad, de latidos fuertes y una emoción que desborda los poros. El deporte argentino está allí, para ofrecer su corazón.

Ese instante, el que los deportistas desfilan ante el gran público es uno de los más tradicionales y cálidos que puedan existir. Los atletas y la gente. Bien cerca, sin barreras ni distinciones. No hay divismos ni estrellas lejanas. Unos y otros se hermanan por el amor al deporte.

Todas las delegaciones desfilaron con el mismo entusiasmo, con similar alegría. Fueran multitudinarias como Estados Unidos, Colombia o la propia Chile, hasta las Guyanas más pequeñas.

Y al final, Perú. El anfitrión. Un marco apoteótico, una alegría desbordante de las tribunas y un orgullo justificado e indisimulable de sus atletas por tener los Juegos en casa.

Después, los símbolos de Lima. Los telares, reconocidos en todos lados. El homenaje a las mujeres limeñas, el desarrollo de los tejidos y el arte local.

Una catarata de mensajes, todo lo que la ciudad y el país desarrollaron en su cultura, representados por imágenes y música que cautivaron a los presentes en el Estadio Nacional. La mezcla del origen inca con las expresiones más modernas. Juan Diego Flores para homenajear a Chabuca Granda y esa hermosa canción “La flor de la canela”. La imagen de la cantante sobre la montaña y el delirio de su gente. Llegaron los discursos, las palabras de bienvenida y el momento emocionante de la llama que enciende el pebetero, que se mantendrá así durante todos los juegos

Y la fiesta quedó abierta, para gozar, para vivir unos cuantos días locos, a pleno deporte en una ciudad de América unida.


Hernán O’Donnell

(Enviado Especial a Lima, Perú)