Nadal, una maravilla

La ilusión, o la utopía, mejor dicho, se derrumbó en muy pocos instantes.  Apenas un par de games, y ya se descubrió el rumbo del juego y el resultado. El esfuerzo y las ganas de Mónaco fueron encomiables, pero a poco de quedar 1-1 en el primer set, una serie de golpes del mejor jugador del mundo en tierra batida, mostraban que la diferencia entre ambos se iba a reflejar en la tarde de Sevilla.

VLUU L200  / Samsung L200Un estadio colmado, con gente por doquier en la que sobresalía un buen número de argentinos , que cantos y banderas encendían la esperanza.

Pero, estaba  dicho, esos golpes de Nadal, una devolución de smash, de revés y tranquilo, mostraba la confianza del español. No se vio nunca apremiado por “Pico”. En ningún momento se comprometió el partido. Fue un dominio a voluntad, de principio a fin. Cada punto podía durar dos, tres, cuatro o cinco peloteos. Al final, siempre ganaba el mismo. Cualquier variante finalizaba del mismo modo: Tiros cruzados, cortos, largos, paralelos…siempre la moneda caía para el lado del local.

Intentó el argentino abrirlo con su servicio y luego cruzarle el tiro…Tampoco alcanzaba. Nadal devolvía todo. Llegaba a todas. Una clase de tenis, un dominio absoluto, un trabajo a fondo con el cual también demostró un enorme respeto por su amigo-rival. En el deporte, la mejor forma de respetar al adversario es jugarle con toda seriedad y a ganar por el máximo posible. Nadal Lo hizo.

 

Hernán O’Donnell

(Enviado Especial a Sevilla, España)