Hertha Berlin regaló otra noche de fútbol y gala en la Bundesliga

La Bundesliga tiene un gran candidato, dos o tres equipos que sueñan con disputarle el título, 6 o 7 que se ilusionan con el ingreso a alguna de las Copas, y otros 5 o 6 que pelean por no descender de la categoría. Eso nos lleva a que todos tienen más o menos claro su objetivo y sus posibilidades. Pero en lo que todos se alinean, se igualan, es en la voluntad de jugar. de intentar, de tratar de tener el balón, de darle un buen destino y producir juego, generar el fútbol más puro, más genuino.

Por eso cada partido tiene su atractivo en sí mismo, porque uno sabe que más allá de los nombres, de los equipos y de los objetivos de cada uno, en cualquier encuentro de la Bundesliga se va a encontrar con un juego atrayente, positivo, entretenido. La ambición es el común denominador, por eso vale la pena detenerse en cada pleito.

Hertha Berlín y Fortuna Dusseldorf protagonizaron un partido como se esperaba. Con ritmo, emociones, llegadas y goles. Con dos equipos ambiciosos, que pueden pensar en el ingreso a las Copas, aunque el visitante también debe sumar para no deslizarse a la zona del fondo.

Tuvieron buen despliegue desde el inicio. Con el local un poco más ambicioso, más ofensivo. Subían los laterales, Klünter y Mitteldstädt, se asociaban bien con Wolf y Dilrosun y así, al abrir por las bandas, el local tenía llegadas. No se quedaba atrás el equipo de Düsseldorf; al contrario, buscaba con velocidad y llegadas directas. Así contó con el penal a los 32′ que fue otorgado una vez certificado por el VAR, y Hennings logró abrir el marcador con un remate suave a la derecha de Jarstein. 0-1 para la visita.

No había hecho más que el rival, pero el premio a no ser avaro lo había encontrado.

El local sintió el golpe y fue con decisión a romper el cero en el arco del Fortuna Düsseldorf; tuvo enseguida una posibilidad que no pudo aprovechar y a los 37′ Ibisevic selló el empate 1 a 1.

Berlín se reconciliaba con el resultado y lo ajustaba un poco más a la realidad del juego. Insistió en los minutos que quedaban del primer tiempo y obtuvo lo que quería: pasar al frente, tras un gran remate de Dilrosun a los 43′, que impuso el 2 a 1 para el cierre de la primera etapa.

El complemento se inició con la misma tónica. El local empujaba y quería más. Ansiaba un tanto que le diera más aire, más tranquilidad. Lo empujó al Düsseldorf contra su valla. Fue por más. Y cuando la visita empezó a atacar, a salir del asedio para tratar de arrimarse al empate, llegó una terrible estocado del Hertha Berlín: Dodi Lukebakio consiguió una pelota en su campo y trazó una veloz corrida de contragolpe, con gambetas y excelente dominio del balón hasta llegar al área visitante, habilitar a Vladimir Darida que entraba por el medio, y este, solo ante la salida del arquero Steffen marcó el 3 a 1 con un remate preciso a los 61′ de juego.

Hertha Berlín había clavado el tercer gol con inteligencia táctica y buenas destrezas individuales. Sabía que si se retrasaba unos metros, invitaba a su rival a tentarse con la igualdad, lo podría liquidar de contragolpe. Así le salió y a partir de ese momento mantuvo esa tesitura. Pararse más cerca de su área, provocar la salida y tener espacios grandes a disposición cuando apareciera el contragolpe.

El partido cambió, entonces el libreto. Era el Fortuna Düsseldorf el eque manejaba el balón, dominaba el campo y se acercaba a la valla rival. Pero era el local el que le sugería ese juego. El que cedía campo y terreno para amenazar de contragolpe. Y mientras la visita se arrimaba, Berlín calculaba el momento de lanzar la contra.

Lukebiako era una pesadilla por izquierda. Davie Selke, que había ingresado por Ibisevic, contó con una inmejorable posibilidad. El Hertha tenía un plan y lo ejecutaba con inteligencia. Faltaba una mínima precisión para liquidar el juego, pero las amenazas eran constantes. Las variantes le habían dado un aire fresco muy positivo.

Una mano en el área local fue muy discutida por los hombres de Düsseldorf. Bien pudo ser sancionada con penal, porque ampliaba el espacio, aunque el árbitro considero que era una jugada natural y una mano involuntaria que no debía penarse. Se jugaban 81′ y se le acababan las chances a la visita. Además, cada contragolpe, en su mayoría encabezados por Lukebiako, eran algo parecido a un temblor en el área visitante.

El Olympia Stadion vivió una noche de fiesta. Un cierre a toda orquesta del equipo que supo asimilar el golpe inicial de su adversario, reponerse rápido, marcar el empate, dar vuelta el resultado antes del cierre del primer tiempo y ampliar la diferencia cuando el reloj se aproximaba a la mitad del segundo tiempo. Después manejó el encuentro a voluntad y con un poquito más de precisión hubiera llegado a un margen más amplio en el marcador. Vivió una noche mágica y abre su sueño en la mágica Bundesliga.


Hernán O’Donnell