Otro domingo de sol y sin fútbol en el mundo…

Una tarde primaveral en la Argentina. Buenos Aires amaneció este domingo 19 de abril de 2020 con una temperatura ideal, un cielo diáfano, y casi sin viento. Una jornada de tantas que hemos vivido en el día más lindo de la semana, un color que nos remite a tantas y tantas tardes al calor del fútbol, de la pasión y su gente. pero la pelota no rueda, y la memoria nos remonta a aquellas tardes de la niñez, cuando el fútbol era la gran ilusión del domingo, cuando la tarea para el lunes en la escuela se postergaba unas horas y la tarde prometía una linda excusa para ser feliz.

Aquellos años ’70 y ’80, cuando los héroes jugaban en los grandes equipos y su estela duraba por años en la fidelidad a una camiseta. Cuando la gente iba a la cancha sin prisa y sin pausa, y se compartía la platea sin odios ni rencores; cuando las hinchadas competían por los cantos más ingeniosos y no por la cantidad de víctimas acumuladas. Cuando el ingreso a los estadios era ordenado por la natural conducta de los hinchas, cuando no había vallados ni desvío de calles. Ni siquiera se palpaba a la entrada; sólo había que mostrar el carnet o la entrada correspondiente, que se compraba en las ventanillas que rodeaban al estadio un rato antes de ingresar, ni bien se llegaba al predio. Cuando apenas algunos patrulleros podían, a los sumo, cortar el tráfico y circulación de vehículos unas cuadras antes de llegar a la cancha.

Cuando casi no se veían “trapitos” en la calle y no había patotas que arrebataban relojes; cuando el partido era el espectáculo central del que se debatía en la caminata a la cancha. Esos años en que la gente charlaba sobre lo que podía suceder en el partido con pasión pero sin agresiones, sin buscar un enemigo en quien pensara de otra manera.

Esas tardes a pleno sol donde los partidos comenzaban de manera religiosa a las 15.30 hs; cuando la Primera División se jugaba los domingos y el fútbol de ascenso tenía su jornada los sábados, de manera religiosa.

Aquellas tardes cuando se podía gritar un gol en condición de visitante, en una cancha lejana y no correr riesgo de ser linchado. Esos partidos donde se valoraba a los ajenos que jugaban bien.

Aquellas tardes donde los equipos eran recibidos con una enorme cantidad de papelitos lanzados al aire que simulaban una nieve repentina, serpentinas que caían como lazos desde lo alto de la popular, cantos de aliento y aplausos. También algunos petardos que le ponían estruendo a la aparición de los equipos por el tunel. El saludo clásico a la tribuna propia y el gesto de indiferencia a la reprobación del adversario.

Tardes que se iluminaban desde ese momento a puro color.

Era la época donde el partido se lo disfrutaba. Se sufría sólo en la final, en una instancia decisiva o en un partido que podía sentenciar el descenso de la categoría. Pero no se alcanzaba el rótulo de drama. No se rompía nada, no se alteraban las conductas más civilizadas, más allá de algunas expresiones exaltadas, o alguna reacción desmedida, pero no se enloquecía por una derrota.

Y la salida de la cancha, justo ahora que atardece y llegamos casi a las 17 hs de una tarde que invita a la nostalgia, era una ceremonia tranquila y rápida. Nadie debía esperar una hora a que se retirara el público visitante, no había una masiva cacería del rival, ni tampoco la enorme mayoría quería tener problemas. Se hablaba del partido mientras se bajaban los escalones de la tribuna o las escaleras que conducían a las plateas más altas, se alababa la calidad de algún futbolista o se criticaba la labor del árbitro. Se mezclaban hinchas de uno y otro equipo, y también neutrales, que eran muchos en aquellos partidos que prometían un buen espectáculo.

Y el pensamiento del chico ya entremezclaba la alegría de una merienda al llegar a la casa con las obligaciones de la tarea escolar para la semana que habría de iniciarse. El programa de TV favorito del atardecer del domingo con la repetición del partido principal a partir de las 21 hs, mientras se desarrollaba la cena familiar. Y el lunes al colegio, a hablar de los partidos en el recreo y comentar las hazañas de los héroes de aquella infancia, cuando las tardes cálidas de otoño se llenaban de fútbol, de alegría e ilusiones, que un domingo de abril sin fútbol en el mundo y con mucho sol en las calles vacías nos permiten recordar.


Hernán O’Donnell

Boxeo con sangre irlandesa

Allá por 2014 publicamos en la Revista Ring Side, magazine especializado en Boxeo que dirige Carlos Irusta y sale desde 1995 de manera ininterrumpida, una nota que hacía referencia a un estilo, una forma, una tradición en el boxeo: la de la sangre irlandesa. Aceptamos que nos estimulaba el escribirla el peso del apellido y la ascendencia, pero también esa larga tradición de guerreros que regaron con sangre, sudor y valentía los rings del mundo a lo largo de la historia. Por eso nos pareció una linda oportunidad el repetirla ahora, cuando el deporte ha entrado en un paréntesis, y la actividad se extraña mucho. Para combatir la melancolía, repasemos entonces esta larga historia de batalladores de sangre irlandesa.

El boxeo moderno tuvo su origen en Inglaterra, hacia el siglo XVIII, a puño limpio y con unas pocas reglas fundamentales que se mantuvieron hasta 1838. De a poco, se sumaron algunos puntos que modificaron el reglamento original: Duración de las peleas, utilización de guantes acolchados, elevación del ring para que los auxiliares no ayudaran a levantarse al caído.

Podremos profundizar la historia, detallar cada uno de los aspectos reglamentarios, ser puntillosos en cada detalle y precisos en las fechas. Pero lo que esta nota les va a contar es que detrás del origen de este deporte en Inglaterra, hubo (y hay) otra historia: la de la Sangre Irlandesa, esa que fluye en la isla que domina Dublín y se enfrenta al Reino Unido, en un combate eterno, que divide a la República de Irlanda de su vecino poderoso.

La sangre irlandesa se vio reflejada en heróicos boxeadores nacidos en esas tierras o de lazos muy familiares. Y la emigración hacia otras lugares, sobre todo Estados Unidos, hizo que la pasión por el boxeo se desarrollase. Irlandeses inmigrantes llevaron el box que conocieron en las islas a Norteamérica. Y una larga lista de ellos marcó la historia del boxeo mundial.

Uno de los pioneros fue Paddy Ryan, quien nació en in Thurles, Tipperary, República de Irlanda, el 14 de marzo de 1851. Llegó a ser Campeón del Mundo en mayo de 1880 cuando le ganó el título a Joe Goss. Y perdió la corona el 7 de febrero de 1882 ante el célebre John L. Sullivan. Nacería, allí, una leyenda, una celebridad que se mantiene hasta nuestros días.

John L. Sullivan, hijo de Michael Sullivan y Catherine Nelly, dos inmigrantes irlandeses, nace en Boston, Estados Unidos el 15 de octubre de 1858. Fue un mito del boxeo. El último campeón a puño descubierto. Un hombre que realizaba combates de exhibición y por el dinero que podían ofrecerle. Que tuvo una victoria memorable ante Jake Kilrain, que duró ¡75 rounds! cuando la esquina del contrincante decidió el retiro, en la última pelea que se realizó sin guantes.

Había llegado el tiempo de la gloria para un hombre que, hasta el momento de su encumbramiento en el boxeo, parecía destinado a ser un jugador de Baseball.

Luego, los excesos, los placeres y el alcohol mermaron su físico, hasta llegar a perder su título cuando cae frente a James Corbett en 1892.

Para los argentinos decir Jack Dempsey es algo así como decir Luis Angel Firpo. O El Combate del Siglo. Lo cierto es que este hombre que salió vencedor aquella noche del 14 de septiembre de 1923, había nacido en el estado de Colorado de Padré irlandés y madre inglesa. Su reinado duró hasta que se topó ante otro americano de orígen irlandés: Gene Tunney lo venció en septiembre de 1926. Era hijo de irlandeses John Lydon Tunney y su esposa Mary habían llegado de Irlanda en busca de construir un futuro mejor.

Y fueron en busca de él.

James Braddock también era hijo de inmigrantes irlandeses. Nacido en Nueva York, su historia fue muy conocida a partir de la película que refleja su vida: “Cinderella man”, el hombre cenicienta. Su campaña en el boxeo había sido interrumpida por la Gran Depresión de 1929 y debió trabajar como estibador para poder llevar dinero a su hogar. Cuando menos lo esperaba, le llegó la chance para pelear por el título mundial ante Max Baer. Y sorprendió al mundo con una indiscutida victoria. Luego, cedió ante el gran Joe Luis.  

Tom Sharkey nació en Dundalk, Irlanda. También dejó su tierra natal para arribar a Nueva York. Muy pronto se unió a la Armada de Estados Unidos. Allí aprendió a boxear y luego desarrolló una interesante carrera profesional.

Y si hablamos de sangre irlandesa, hasta el mismísimo Muhamad Alí tenía ascendencia de esa generosa sangre guerrera. Un estudio demostró que un bisabuelo del Más Grande Boxeador de todos los tiempos había nacido en Ennis, al oeste de Irlanda, para luego emigrar hacia los Estados Unidos donde se casó con una mujer afroamericana.

En 2009, el magnífico Alí realizó un viaje a Irlanda para vistar la tierra de sus antepasados. Cuando llegó a Ennis, el pueblo entero salió a vitorearlo. Era sangre irlandesa que llegaba a conocer su tierra de origen. Lo recibieron con los honores más puros y francos de un pueblo: banderas en las calles, carteles en todos los comercios, y una caravana que lo paseó por las principales calles donde miles de habitantes saludaron su paso. Su esposa, Yolanda, afirmó allí que la sangre irlandesa de Alí podría explicar su legendaria habilidad para apabullar a sus adversarios.

El tiempo siguió su camino y surgieron boxeadores de sangre irlandesa que alumbraron por distintos sitios. Un caso muy famoso fue el de Barry Mc Guigan. Uno de los grandes boxeadores irlandeses, fue campeón europeo, representó a la Irlanda del Norte en los juegos de la mancomunidad británica y titular mundial del peso pluma al vencer al panameño Eusebio Pedroza. Solo perdió tres veces en 35 combates. Ganó 28 de sus 32 triunfos por nocaut. Católico y casado con una mujer protestante. Alguna vez le preguntaron: ¿Por qué te has hecho boxeador? Y respondió: “Porque no puedo ser poeta. No se escribir historias…”

Mc Guigan había nacido en Monahan, era católico y se destacó por sus valores humanos. Siempre buscó entregar un mensaje de paz, en un tiempo en que Irlanda del Norte se debatía en luchas constantes entre católicos y protestantes. Inspiró la película “The Boxer”, con la actuación de Daniel Day Lewis.

Era sangre irlandesa guerrera en el ring y pacifista en la vida cotidiana. Ahora entrena a Carl Frampton, nacido en Belfast, Irlanda del Norte, un boxeador de enorme proyección y muy buenas cualidades,  que quiere emular a su mentor. Protestante é, se ha casado con una mujer católica. Y afirma su mensaje de paz en una zona que siempre está latente la división.

Se podrán enumerar muchos ejemplos más. Podremos recorrer otros nombres, de otros tiempos y más cercanos. La pasión por el boxeo de actores como Liam Nelson, quien si bien nació en Irlanda del norte, para los del sur hay una sola. Historias que inspiraron películas, libros, obras de teatro.

Pero esta historia está centrada en la Sangre Irlandesa, la que inspiró a tantos pugilistas y regó con nobleza los cuadriláteros del mundo.


Hernán O’Donnell

(Publicada en Revista Ring Side, Diciembre de 2014)

Norman Hunter: el adiós a una leyenda del Leeds United

Debutó en el primer equipo del Leeds United con tan sólo 18 años, en un encuentro ante Swansea City en 1962, bajo la conducción del mítico entrenador Don Revie. A partir de ahí se consolidó en el club por un período histórico de 14 años y se convirtió en una leyenda: disputó 726 partidos y es un referente de la época más gloriosa para la institución. Representó en 28 oportunidades a la Selección de Inglaterra y formó parte del plantel campeón de la Copa del Mundo en 1966. Tras toda una vida ligada al fútbol, el viernes 17 falleció Norman Hunter, a los 76 años de edad y víctima del COVID-19.

Recordado bajo el apodo “Bites yer legs” (en español “Te muerde las piernas”), Hunter fue una pieza fundamental en los años en los que el Leeds fue protagonista del fútbol inglés, con un juego caracterizado por ser aguerrido y físico. Luego de obtener el campeonato de Segunda División en la temporada 1963-64, el equipo comandado por Don Revie y con Hunter como baluarte en la defensa, inició lo que fue la etapa más exitosa en la historia del club: se consagró campeón de la Primera División de Inglaterra en dos oportunidades (1968-69 y 1973-74), y también alzó la FA Cup (1972) y la Copa de la Liga (1968). En el plano internacional, conquistaron en dos ocasiones la Copa de Ferias (1968 y 1971), y fueron subcampeones de la Copa de Europa en 1975, esta última ya con Jimmy Armfield en la dirección técnica.

El éxito de ese equipo posicionó al Leeds en los primeros planos, generó rivalidades y despertó envidia en los aficionados de otros clubes que lo llamaban “Dirty” (sucio) al Leeds, en alusión a su forma brusca de disputar los partidos. El apodo de Norman (“Bites yer legs“, “te muerde las piernas”) también surgió relacionado a aquellos comentarios, por las entradas fuertes que realizaba. Sin embargo, más allá de aquel mote que perduró en el tiempo, Hunter será recordado por haber sido un jugador más completo, con buenas habilidades defensivas, que le permitieron mantenerse durante más de una década en primera división inglesa, ser una leyenda de su club y campeón del mundo con su país. Y sobre todo, a pesar de haber sido dentro del campo de juego un defensor áspero, se lo recordará, fuera de la cancha, como un caballero.


Martín O’Donnell

La solidaridad aparece en el deporte, y Miami Marlins da un ejemplo

La pandemia desatada por el COVID-19 ha detenido el mundo. El deporte ya no se juega en las canchas, pero sí puede hacer cosas fuera de ella. Revisarse, ver que aspectos mejorar, como ayudar, resignificarse. El mundo de la actividad deportiva trabaja, piensa y en algunos casos, como este de la organización del equipo de Baseball, Miami Marlins, da una ayuda solidaria.

Este jueves, integrantes de la fundación de la franquicia se hicieron presentes en algunos supermercados de la zona de Miami para ayudar a personas de la tercera edad.

También proveyeron “cubre bocas” para la gente que trabaja en los locales de la firma “Sedanos”. “Estamos felices de poder ayudar a la gente de mayor edad de nuestra comunidad’’, expresó Raquel Egusquiza, directora ejecutiva de la fundación de Miami Marlins al Diario “El Nuevo Herald”. Y agregó: “Le agradecemos a “Sedanos” abrirnos las puertas y que nos permitan ingresar para ayudar a las personas; este es un momento difícil y sepan que los apoyamos, que estamos con ellos’’.

El propietario de la franquicia, Derek Jeter, expresó: “Queremos servir a nuestra comunidad en este tiempo sin precedentes. Queremos dar un apoyo manifiesto a nuestra comunidad, a los hogares del Sur de la Florida”.

En principio, la fundación había realizado una inversión inicial de US$100,000 a Marlins Impact para ayudar a los problemas en la seguridad de alimentos por todo el Sur de la Florida.  Luego, la Fundación anunció el inicio del “Home Plate Meals Relief Fund”, un fondo de ayuda de comida en los hogares.

Es un paso adelante en la ayuda del deporte hacia la comunidad. Los Miami Marlins lo hicieron, en el Sur de la Florida los medios reflejaron la actitud y las personas más necesitadas pudieron contar con una mano amiga. Es la otra cara del deporte fastuoso, glamoroso y millonario. El que acude en ayuda a las personas que lo sostienen todo el año. Un gesto y una esperanza en este mundo difícil que nos toca transitar.


Hernán O’Donnell

Esteban Fernando González, a 25 años de un título inolvidable

En 1995 San Lorenzo de Almagro salió campeón luego de 19 años de espera. Una racha que se hizo larga, que tuvo sinsabores en lo deportivo pero más aún en la pérdida del estadio, en una maniobra rara e inexplicable, mezcla de errores de los dirigentes de entonces y un poder político dictatorial que coaccionó para que los hombres del club cedieran el terreno donde supo estar el estadio más importante de la Argentina, tierra de grandísimos jugadores, cuna de inolvidables campeones y sede de los partidos más importantes de nuestro fútbol, con el seleccionado nacional a la cabeza. También fue el refugio de tantas actividades, básquetbol, natación, boxeo, amén de muchísimas actividades culturales, con los carnavales como uno de los más grandes eventos recordados.

En esas dos décadas de espera, la pérdida del Gasómetro fue la más importante. La más dolorosa. Luego, los largos años de peregrinar por distintos estadios, la caída del ’81 y los años sin títulos. Pero siempre estuvo firme la hinchada de San Lorenzo. La gente. La que lo respaldó en el lustro final de los ’70, cuando el declive era notorio. La que armó una fiesta popular, alegre y multitudinaria cuando el equipo perdió la categoría y muchos imaginaban un año oscuro y triste. Nada de eso sucedió. Al contrario, de la mayor tristeza, impensada para la gente del fútbol, la gente de San Lorenzo armó una fiesta asombrosa, colorida, triunfal. Fue asombro y envidia de los otros. Empezó la reconstrucción, pero faltaban un par de detalles. Se hizo una nueva cancha, ¡una más! Para tener casa propia hasta el regreso definitivo a Boedo. Y se buscó el campeonato, ese que se logró el 25 de junio de 1995 con un gol de cabeza de Esteban Fernando González, en Rosario ante Central.

“La hinchada de San Lorenzo es increíble, siempre digo que no me va a alcanzar la vida para agradecerle todo lo que me dieron. Todo lo que me hicieron sentir desde el campeonato del ’95 hacia adelante. Yo quiero que le vaya bien a San Lorenzo por la gente. Por la hinchada. A mi saludan chicos que no me vieron jugar, pero por lo que le cuentan los padres. Y ese título de 1995 fue una gloria, ponerle fin a cargadas, sacar pecho. Siempre voy a querer a San Lorenzo” nos dijo el Gallego cuando recordaba la noche mágica de Arroyto en una charla que tuvimos en “Universo Deportivo” y puede verse en el canal de YouTube del programa.

Pero también tuvismo tiempo de repasar su carrera y conocer lindas anécdotas  en el fútbol: “En Ferro tuve mis primeras enseñanzas. Carlos Timoteo Griguol fue como un padre. Me enseñó a jugar al fútbol. Nos explicó como había que entrenar, como había que jugar. Y Ferro fue un gran equipo por su trabajo. Cuando teníamos la pelota, jugábamos. Y cuando no la teníamos, a ordenarse y buscar recuperarla rápido. Era un equipo sólido, no nos llegaban nunca, la defensa era fuerte y Barisio atajaba lo poco que le tiraban”, recordó el “Gallego”.

“Y en el básquet también andaba bien, Ferro. Era un club completo, nosotros sacábamos del básquet como hacer las cortinas. Lo aplicábamos en los laterales. Carlos Aimar era su ayudante y nos exigía al máximo, llegábamos muy bien preparados. Manejaba la tercera como si fuera la primera. Estábamos todos listos para jugar en tercera o en primera”.

“En Español jugué con mi compadre, el “Puma” Rodríguez, un jugadorazo. Estaba Pedro Catalano, Sergio Zanetti, el uruguayo Batista, Mario Cariaga, “Lucho” Correa…un equipazo. Pero Ríos Seoane era un personaje muy raro. Me fui a Málaga y como estaba Sebastián Viberti, que ahí era ídolo, muy querido, entonces llegué y me quisieron enseguida. Ni me evaluaron. Y me fue bien; a los tres meses jugamos un clásico clave ante el Cádiz y ganamos 2 a 1 con dos goles míos. Pensaba como iba a ser el recibimiento en la ciudad, la fiesta de los días siguientes…y cuando faltaban 10’ me saqué el hombro de lugar. Tuve que parar 4 meses, me pidieron el lugar para otro extranjero (aún había cupo) y llegó el “Palomo” Usuriaga en mi lugar”, comentó Esteban.

“Pero me queda el recuerdo de haber vivido en una ciudad bellísima. Es mi lugar en el mundo, con lo que me gusta tomar sol…El andaluz es muy parecido a nosotros, pero no le podés fallar. Son rectos; en cuanto fallaste, marchás. Trabajan y disfrutan. Trabajan a la mañana, de 13 a 16 descansan y de 16 a 20 trabajan. Pero a las 20 hs y un minuto, chau. Terminan de trabajar y a vivir la vida!”.

“En Vélez arranqué con Roberto Rogel. No tenía club luego de lo de Málaga y el “Nano” Areán me llevó a Argentinos; estuve 20 días ahí pero no arreglé el contrato, y justo jugamos un amistoso con Vélez, donde hice dos goles. Pensé que iba a firmar con Argentinos esa misma noche, pero no me llamaron. Y Daniel Comba me dejó una tarjeta, donde decía que la gente de Vélez quería hablar conmigo. Como no había arreglado en La Paternal, fui a hablar con la gente de Liniers, y firmé el contrato enseguida. A los tres días nos fuimos de gira a Colombia; estaban mis amigos Gareca y Ruggeri, y figuras como Fillol, Mancuso. Después llegaron Sotomayor, Trotta, se afirmaron Raúl Cardozo, el Turu Flores. Salimos campeones en el ’93, después de 25 años que Vélez no lograba un título. Ganamos el partido decisivo frente a Estudiantes, en La Plata, una tarde de lluvia y barro, donde por primera vez no quise patear un penal. Pensaba ‘lo voy a errar, lo voy a errar’…no me sentía seguro, y preferí dejar a otro compañero que se sintiera confiado, lo hice por el bien del equipo. Y fue José Luis Chilavert y clavó un fierrazo. Ahí empezó Chila a patear”.

“Después jugué la primera ronda de la Copa Libertadores de América en 1994. Justo se lesiona Héctor Almandoz y Bianchi quería un marcador de punta. Yo ya no jugaba tanto, aparecían el “Turu” y el “Turco” Asad. Y aparecí en el canje: Flavio Zandoná fue a Vélez y yo a San Lorenzo. Bianchi tan equivocado no estaba, jajaja, con el “Chino” ganaron la Copa”.

“En San Lorenzo encontré un club sensacional, con una hinchada maravillosa, bestial y me reencontré con Oscar Ruggeri, un hermano. Fue una hermosa campaña la de 1995. Cuando falleció mi padre, enseguida vino el partido con Belgrano de Córdoba. Yo lloré mucho a mi papá, me venía a ver, me seguía a todos lados, me exigía muchísimo: ‘jugá para el equipo, pero hacé goles. Tu deber es hacer goles, dale convertí’, me pinchaba…me iba a ver a cualquier lado, cuando salía a la cancha me pegaba un chiflido especial para que supiera que estaba. Esa tarde con Belgrano ni iba a jugar. Pero fui igual y le dije al “Bambino” Veira que quería jugar, quería despedir a mi viejo en una cancha. ‘Listo’, dijo Veira, ’la camiseta 16 al Gallego’. El Bambi sabía que si me necesitaba, yo iba a jugar. Estaba sin dormir, pensaba en mi viejo y veo que hay penal para Belgrano. Uf! Po suerte lo atajó Oscar Passet. En el segundo tiempo, el Bambino me manda a calentar. Y le digo, ‘no, Bambi, entró de una’. Y me metí, casi sin calentar. Si me preguntás por el partido, ni me acuerdo que pasó. Sólo me acuerdo del gol, eso sí me quedó grabado. Porque fue increíble, viene un centro de la derecha y un defensor de Belgrano la quiere rechazar, pero le cae a Monserrat, que tiró el centro de una y de cabeza convierto el gol. Yo creo que fue mi papá el que le dio el pase a Monserrat, y después me levantó para que pueda saltar más alto que el defensor y poder convertir de cabeza. El festejo fue una locura, todos los muchachos arriba mío, vino hasta Passet desde el arco. Es que los muchachos venían a casa y lo conocían mucho a mi viejo. Y lo querían mucho, también. El árbitro, Juan Carlos Biscay, se acercó a ver qué pasaba y el Bambino le explicó. Entonces comprendió la situación y se dio vuelta hacia el medio de la cancha.”

Fue una tarde de emoción, de esas que se llevan en el alma. Como el querido “Gallego” González, que lleva al fútbol y al gol en lo más hondo de su corazón.


Hernán O’Donnell

El año que viene a la misma hora

Como aquella vieja película de los años ’70, cuando una pareja de amantes se encontraba siempre el mismo día en una cabaña alejada, y quedaban en reencontrarse el año siguiente en la misma fecha y lugar, el fútbol internacional, el de selecciones, el que abarca el interés planetario quedará para 2021. El año que viene a la misma hora. Nos veremos tras un paréntesis largo que ya ha suspendido las competiciones de Naciones, como la EURO 2020 y la Copa América Argentina-Colombia 2020 que quedaron para el próximo año. También se canceló la fecha FIFA de marzo y ahora todo quedará para la próxima temporada.

Victor Montagliani, presidente de la CONCACAF y uno de los vicepresidentes de FIFA, en una entrevista con “Associated Press”, aseveró que se han planteado posponer las fechas de partidos internacionales hasta 2021.

“El fútbol de las Ligas debe tener prioridad. Todavía falta tiempo, pero creo que no habría fechas. No estoy seguro que se puedan jugar partidos internacionales, tal cómo están las cosas en este momento”, dijo Montagliani.

Está claro que los partidos que reanuden la actividad serán, por lo menos en unos primeros tiempos, sin público en las tribunas. Y también es posible que cambien los sistemas de competencia, el formato de las mismas, el fixture, para adecuarse a un calendario más apretado. Es posible que las Competiciones Preliminares de la Copa Mundial de la FIFA-Qatar 2022 tengan una programación con menos partidos.

El tema prioritario es la salud. La FIFA lo dejó en claro con la palabra de su presidente, Gianni Infantino, en una video conferencia transmitida a los medios hace muy pocos días. La reanudación de la actividad va a estar supeditada a la opinión de los expertos en la materia, los profesionales de la sanidad.

Habrá que ver si se pueden tomar las fechas de septiembre, pero todo indica que es muy factible posponer el fútbol de selecciones para el año que viene.

“Creo que afrontar competencias internacionales de selecciones es un desafío muy grande para este año. No sólo por los problemas de salud en todo el mundo, sino por el grado de compromiso sanitario que generarán los viajes internacionales cuando se pueda volver a competir”, aclaró el titular de CONCACAF.

En los próximos días habrá novedades; tal vez haya que esperar un par de semanas y ver la marcha de los acontecimientos. Por ahora, todo parece quedar para el año que viene a la misma hora.


Hernán O’Donnell

Agustín Pichot entra a la cancha por el desafío de su vida

Tiene una característica nata, entre muchas. Siempre mira hacia adelante, hacia el futuro. No se detiene un instante. Nunca lo hizo; siempre fue así: inquieto, curioso, optimista y, por qué no, soñador. Agustín Pichot entró a una cancha de rugby a los 4 años, y nuca más salió. Primero como jugador, luego como dirigente. Siempre junto a la pasión de su vida. La pelota ovalada. Tuvo dificultades y siempre las sorteó. Enfrentó con temple los problemas de la vida. Superó situaciones difíciles, y su mirada siempre se mantuvo en superarse. Ahora va por un objetivo muy grande: ser el Presidente de World Rugby, la organización que agrupa a todas las naciones de este deporte en el mundo. La FIFA del Rugby, para ser gráficos y claros. Hoy es el vicepresidente, pero espera ser el máximo dirigente a partir del 26 de abril.

“Quiero que crezca el rugby global. Es por lo que siempre luché; para el desarrollo del rugby en todo su sentido y que crezca en los países que integran el Tier 2 y el Tier 3. No cambio nada de lo que pienso desde siempre y por lo que siempre luché; al contrario, siento que muchas regiones me impulsan a liderar este cambio”, señaló el ex medio scrum.

En tiempos de pandemia y de cuarentena global, la presentación de su candidatura la hizo a través de las redes sociales, en las que detalló un manifiesto con los principales argumentos.

“Es momento de pensar en un deporte en el que los ingresos profesionales y comerciales sean un verdadero beneficio para todos, fomentando el crecimiento del rugby en todo el mundo y dejando atrás el tiempo en que esos beneficios eran solo para algunos. 

La crisis actual es una oportunidad para alinear una visión global de nuestro juego. Ser más solidarios y justos. No podemos desaprovecharla.     

Es momento de trabajar en un calendario global y demostrar nuestra intención estratégica de atraer la inversión sustentable que necesitamos. De lo contrario nos arriesgaríamos a volver a las contribuciones y subsidios individuales sin tener una visión a largo plazo para un juego global”.

Es momento de cambiar, de focalizar nuestra atención, amor y dedicación en todas las uniones y federaciones equitativamente.  

Comenzando por las Uniones tradicionales que han nutrido a nuestro juego para ser lo que es hoy, manteniéndolas fuertes.

Al mismo tiempo, debemos desarrollar y apoyar a nuestras naciones emergentes que están luchando para sobrevivir y trascender en sus regiones, para que un día estén presentes en los grandes escenarios de Rugby Internacional, Sevens, Copas Mundiales, siendo todas competitivas y fuertes”.

“Pero no podemos realizarlo sin escuchar al corazón y alma del juego. Los Jugadores. A todos ellos”.

Y puso el foco en los jugadores y el juego. En sostener a ambos como principales protagonistas del rugby que quiere y por el que va a luchar. Lejos de la clásica y tradicional burocracia de los dirigentes, “…Es momento de que World Rugby lidere con una voz clara, comunicando y conectando a todos los niveles, regiones, países y comunidades de todo el mundo”, afirmó en su manifiesto.

Y finalizó: “Contando con la larga tradición e historia, impulsado con tecnología de última generación y una visión moderna de la realidad, lograremos que el rugby sea un deporte vanguardista y así, fortaleceremos nuestras conexiones con nuestra comunidad y fans a nivel global.

Es momento de redefinir el futuro del rugby, nuestro juego.

Es momento de alinear al rugby de manera verdaderamente global, y no quedándonos atrás como uniones y federaciones aisladas. es momento de hacerlo, juntos”.

Sus palabras tuvieron una alta repercusión. Rebotaron en todo el mundo, en todo el “World Rugby”; no sólo los medios argentinos se hicieron eco del anuncio de Agustín Pichot, sino los principales diarios, revistas, radios, programas de TV y medios digitales publicaron la noticia entre las más destacadas del deporte de estas horas.

El presidente de la Unión Argentina de Rugby, Marcelo Rodríguez, expresó: “Creemos que una figura con el liderazgo y energía de Agustín (Pichot), puede producir los cambios necesarios para que el rugby crezca en todo el mundo y se generen condiciones de igualdad”.

Y agregó: “Es una posibilidad inmejorable para que el rugby siga conociéndose en el mundo por su esencia: un deporte que se manifiesta en los clubes y en la cantidad de voluntarios y voluntarias que, silenciosos, permiten el desarrollo de jugadores y personas”, en un par de tuits en los que dejó en claro su apoyo incondicional.

Lo mismo sucedió con los principales referentes del rugby de Sudamérica, de países como Brasil, Colombia, Uruguay, y varios más. El caso de “Los Teros” se refleja en un comunicado de la Uniónde Rugby de Uruguay (URU), con la palabra de su presidente, Santiago Slinger: “En representación de la Unión de Rugby de Uruguay, quiero expresar el apoyo a la candidatura de Agustín Pichot  para que se transforme en el próximo Presidente de World Rugby. Nuestra región ha experimentado en los últimos años un extraordinario crecimiento de las competencias, gracias a su labor. Destacamos además su permanente apoyo al rugby uruguayo el cual cada vez más trata de insertarse y estar presente en los grandes escenarios del rugby mundial, confiamos en su liderazgo para continuar creciendo, generando además más oportunidades a  todos los países.

“Alentamos la candidatura de Agustín Pichot, que claramente ha demostrado que está capacitado para conducir el rugby a nivel mundial, tiene una visión global del mismo, más solidaria y justa, ha llegado su momento.” 

Lo mismo expresó en las redes sociales la Federación de Rugby de Chile, mientras que la Confederación Brasileña de Rugby se manifestó en Twitter: “Por primera vez, tendremos un candidato de la región de las Américas para la presidencia de World Rugby. Brasil Rugby apoya totalmente la candidatura de Agustin Pichot”.

Lo mismo señaló el presidente de Sudamérica Rugby, Sebastián Peñeyrúa, quien hizo un recuento de todas las actividades que se desarrollaron en Sudamérica, el crecimiento exponencial del deporte en esta región y destacó la labor de Pichot como líder de todos esos proyectos.

La mesa está servida. El rugby empieza a jugar un partido muy importante el próximo 26 de abril para definir su futuro. Agustín Pichot, como siempre, está en la cancha, listo para jugar.


Hernán O’Donnell

John Della Penna, un hombre que dejó un legado para los soñadores de utopías

John Della Penna fue un argentino enamorado del automovilismo. Lo abrazó con pasión desde muy chico, lo practicó de joven, mezcló audacia juvenil con sueños que parecían inalcanzables. Trabajó mucho, probó suerte en Estados Unidos y no temió en dar el paso adelante. Y triunfó. Fue un soñador, pero con los pies en la tierra. Sabía que las ilusiones podían cumplirse, pero para eso debía trabajar y esforzarse mucho. Así lo hizo, y vaya que lo logró: armó un equipo que participó en las 500 millas de Indianápolis, la meca del automovilismo deportivo de Estados Unidos.

Su vida la plasmó en un libro autobiográfico, “Made in Argentina”, que publicó hace unos años. Tuvimos, entonces, la hermosa oportunidad de conversar con él, sobre el libro, pero con mayor profundidad de su vida en el programa de Televisión “Universo Deportivo” que se emite desde el año 1996, ahora por Metro, antes por otras señales de TV. Fue en Abril de 2018. Una charla inspiradora, atrayente, inolvidable.

Fue una de las charlas más ricas que tuvimos, la experiencia de primera mano de un “self made man”, como se denomina en Estados Unidos a los hombres emprendedores, los que logran hacerse una posición económica y social a partir de su trabajo, su esfuerzo, sus sacrificio y sus estudios y conocimientos. De aquella gran nota del 14 de Abril de 2018, rescatamos todo esto…

“Yo tenía un sueño desde muy chico. El automovilismo siempre me gustó mucho”, dijo Della Penna en los estudios de produces. “Tuve la suerte de tener una excelente educación en Buenos Aires, en la escuela Técnica 28 de Belgrano. Con esa preparación viajé y de a poco encontré mi lugar.”

Tenía un tío en Nueva York que le dio cobijo: “Mis primeros años fueron de adaptación. Estados Unidos es muy distinto a la Argentina; las cosas se hacen con tiempo, con planificación. En la Argentina se trabaja con menos predicción, así que despacito me empecé a adaptar allá. Fui a una escuela de aviación, me hice piloto de automovilismo y luego intenté armar mi equipo”, señaló sobre los comienzos.

Tuvo que tener un cambio de actitud con respecto a cómo se había criado. “El proceso, el desarrollo es lo más importante. El camino es lo importante. A veces queremos resultados en lo inmediato, y siempre tenemos que entender que las cosas llevan un tiempo. Hay que darle tiempo a las cosas, hay que tener paciencia. A veces, a medida que avanzamos, vemos que tenemos que modificar cosas que teníamos previstas. Es decir, a veces, el proceso nos marca que algunos pasos hay que cambiarlos. Eso tenemos que entender, se aplica en el deporte, en la ciencia, en cualquier tarea. Puede haber un paso en falso, retroceder y volver a retomar la senda”, explicó como filosofía de trabajo. Habló de dos emblemas del automovilismo argentino: Juan Manuel Fangio y Carlos Alberto Reutemann.

“Fueron dos grandes personalidades, muy distintas y de diferentes épocas. Dos hombres de campo, sí. Fangio fue un hombre callado, pero de pensamientos profundos. De pocas palabras, pero siempre usaba las justas. A Carlos lo conocí muy poco, pero representó muy bien a nuestro país, además de merecer ganar el Campeonato Mundial de la Fórmula 1, en 1981. Y además un hombre preocupado por el país, por la realidad social. Uno siempre trata de devolverle al país algo de lo que le dio. Y yo creo que parte de mi éxito en Estados Unidos fue por la preparación que me dieron los estudios en la Argentina”, comentó. “En la Argentina se enseña en una forma global, y te da herramientas para poder sobrevivir. Conocimientos amplios. En Estados Unidos es más específica la enseñanza; se estudia más en profundidad cuestiones muy específicas. A mi me dio mucha base la educación argentina”, nos dijo en aquella nota.

También habló de la Fórmula 1 en modo específico. “Es impresionante la trayectoria que tuvo la F1 bajo el mano de Bernie (Ecclestone); hizo un trabajo extraordinario hasta convertirlo en un negocio millonario. Hoy en día existe el negocio de cada categoría del automovilismo y el de cada equipo en sí mismo. Esas dos frecuencias deben sintonizar. Debe funcionar el negocio de la categoría, sea F1, NASCAR, Indycar series, etc y deben poder sustentarse los equipos. La clave es que las dos funcionen. Ahora la Fórmula 1 con Liberty Media, una empresa muy muy grande, deberá sostener la categoría con una buena administración de lo que ingresa, que es muy importante. Tienen ingreso por venta de derechos de televisión; después lo que cobran por llevar cada Gran Premio a algún país, es decir lo que paga el país por tener la carrera. Y en tercer lugar, los sponsors de la categoría. Son tres ingresos muy importantes; después, al final del día tienen que ver como se distribuye, porque no hay Fórmula 1 sin equipos”, opinó Della Penna.

Se perdió la pasión? La gente lo sigue menos al automovilismo?

“Hoy el público joven se entretiene más con los dispositivos electrónicos; no es el público de antes que se sentaba dos horas a mirar una carrera. Ahora tienen otros atractivos y otros dispositivos, eso hay que pensarlo. Tenemos que pensar como enganchamos a esa juventud que quiere cosas más dinámicas, que hacen past o forward con toda facilidad. Que no viven en aquella época que vivimos nosotros. Y creo que tenemos que ir hacia donde ellos están, no tratar de traerlos al mundo nuestro. Tenemos que ver la forma en que entregamos el deporte al público. Ya no es televisión solamente. Tal vez haya que pensar en alguna interacción con la gente. Y debemos ver como se desarrollan los e-games”. “Son formas de acercar a los chicos a un deporte, de modo virtual, y esa puede ser una forma paralela al deporte físico que conocemos”, analizó.

John Della Penna. Se fue muy joven a Estados Unidos, con 300 dólares en el bolsillo, una casa que lo cobijaría y un montón de ilusiones de insertarse en la gran meca del automovilismo internacional. Se adaptó, trabajó y triunfo hasta construir un equipo de competición. Una lección para sostener la fe, porque los sueños, con perseverancia y dedicación, se pueden hacer realidad. En Septiembre de 2019 nos dejó en este mundo. Su fallecimiento causó dolor en el  automovilismo, en el deporte, en todos quienes lo conocieron y quisieron bien. Pero dejó un legado inolvidable, una lección de vida, un ejemplo y una fuente de inspiración para todos aquellos que soñamos con metas que, a veces, vemos lejanas o imposibles.


Hernán O’Donnell

La FIFA y las prioridades en tiempos de pandemia

La pelota se ha detenido. Excepto muy pocos, poquísimos, lugares en el mundo, entre los que se puede hablar de Nicaragua, Bielorusia, Burundí y Tayikistán. Con reparos, porque muchos futbolistas no quieren jugar, el público no en todos esos países puede acceder a los estadios, y aún no se sabe como va a continuar. En Nicaragua, por ejemplo, si bien los partidos se desarrollan sin público, los colegios y las universidades siguen abiertas y con clases, no hay restricciones para entrar y salir del país, y además del fútbol se juegan otras ligas como la de Baseball.

La Premier League de Bielorrusia se juega con público en las tribunas; en Burundí también hay permiso de asistencia a las canchas para la gente aficionada al deporte.

Pero son las únicas 4 ligas en el mundo, en donde hay más de 200 y csai todas se han suspendido. La FIFA, en tanto ya comentó los pasos a seguir a través de un comunicado de prensa.

El Presidente, Gianni Infantino, expuso sus tres prioridades inmediatas para la FIFA durante esta fase del coronavirus y cuando se supere, en un mensaje de vídeo dirigido a las 211 federaciones miembro de la FIFA y compartido con los integrantes del Consejo de la FIFA.

“Nuestra máxima prioridad, nuestro principio, el que empleamos para nuestras competiciones y animamos a todos a seguir es: la salud es lo primero”, señaló el Presidente de la FIFA. Ese es el primer punto. La preservación de la salud.

“No vale la pena poner en peligro ni una sola vida humana por ningún partido, ninguna competición y ninguna liga. Todas las personas del mundo deberían tener esto muy claro. Sería irresponsable obligar a que las competiciones se reanuden si la situación no es segura al 100%. Si debemos esperar un poco más de tiempo, lo haremos. Es mejor esperar un poquito más que correr riesgos. Debemos escuchar a los médicos, a los expertos. Y seguir sus indicaciones. Me da orgullo como el mundo del fútbol ha colaborado en esta emergencia”, recalcó Infantino.

Sobre el segundo punto, dijo que “Tenemos que ver como ayudamos a la comunidad futbolística en estos tiempos de necesidad”. Por eso habló del socorro de emergencia: “Gracias al trabajo que realizamos en la FIFA durante los últimos cuatro años, nos encontramos en una situación financiera muy sólida”.

Y continuó el Presidente de la FIFA: “Tenemos una buena reputación en los mercados financieros… Eso nos ha ayudado a consolidar una base sólida con reservas importantes. Pero nuestras reservas no son el dinero de la FIFA. Este dinero, es el dinero del fútbol. Por eso, cuando el fútbol está necesitado, debemos pensar qué podemos hacer para ayudar… Es nuestra responsabilidad y nuestro deber; así lo veo como presidente de la FIFA”.

“Cuando surga la necesidad, el fútbol estará allí. Para ayudar. Nunca se encontrarán solos”, agregó. “El objetivo es tener un fondo que cuente con una estructura de gobernanza independiente. Eso significa que el mundo sepa donde va el dinero y por qué va a ese determinado lugar”. Los costos operativos del programa forward previstos para el segundo semestre se anticiparán, para poder colaborar y ayudar a las federaciones pertinentes.

Y en tercer termino, apuntó: “Como la vida se ha ralentizado debemos ver y analizar como podemos aprovechar este tiempo. Como podemos reflexionar. Y como saldremos de esto juntos, mejor de como estábamos antes. De una manera estratégica y unida, después de consultar y escuchar las ideas de todos”.

“El fútbol podría tener un debate que promueve el interés global y no el individual. Eso nos daría un gran futuro; tenemos que proteger a las selecciones y al Mundial de Clubes, que es el motor de nuestro fútbol”.

“La pandemia nos ha recordado que todo está globalizado y nadie está exceptuado de lo que pueda ocurrir en cualquier parte del mundo; lo que suceda en cualquier lugar puede afectar al resto del mundo”, dijo Infantino.

“No duden en comunicarse conmigo o con el equipo de trabajo para comentar todo lo que piensen, o para comentar vuestras ideas o propuestas. Estoy seguro que el fútbol desempeñará un papel esencial para volver a reunir a la gente. preparemonós para ese momento; estemos a salvo, cuidemos de nuestros familiares y atendamos las recomendaciones del personal de la salud, de nuestros gobiernos y de la Organización Mundial de la Salud. El fútbol está con todos ustedes, en estos momentos”, finalizó Gianni Infantino.

Una mirada al futuro, al que se espera con ansias, con ilusión y con el deseo de que sea mejor para todos.


Hernán O’Donnell

Juan Carlos Cárdenas, o cuando el “Chango” fue boxeador…

Esta nota se realizó en Abril de 2011 y se publicó en la Revista “Ring Side” en el número de Mayo de ese año. Aquí está la versión original y fidedigna, un perfil desconocido de Juan Carlos Cárdenas, El “Chango”, el inolvidable goleador del Racing Campeón de los años 1966, 1967.

Aprendió a vivir del gol. Desde que llegó de Santiago del Estero, con sólo 16 años, hasta el momento cumbre, aquel el del golazo al Celtic de Escocia, que le permitió a Racing consagrarse Campeón del Mundo. El primer Campeón del Mundo que tenía la Argentina futbolera. Aprendió a quererlo, a buscarlo, a conquistarlo: El gol, ese compañero inseparable, de por vida. Han pasado más de cuatro décadas y ese gol (ese golazo) aún lo festejan los fieles racinguistas. Es eterno, el remate, la concreción, el festejo de un muchacho que abrazaba entonces, y para siempre, la gloria, pero que nunca perdió el amor por otro deporte, tal vez porque lo descubrió de muy niño: El Boxeo.

-¿Cómo nace tu amor por el boxeo, Juan Carlos?

– Mirá, Hernán, el amor por el boxeo lo tengo desde muy chico. Es parte de mi cultura. Yo tenía un tío que se llamaba Distinguido Barraza, que era un enamorado del boxeo. Lo practicaba y entrenaba a jóvenes. Yo vivía a una cuadra de su casa, que era cómo muchas de aquel Santiago del Estero, de 40 x 10 metros, y en el fondo hizo un ring. Y a los 9 o 10 años, él ya me enseñaba a practicar box, con guantes y todo. Claro que a mi mamá y mi papá no les gustaba, pero yo ya me había entusiasmado con el boxeo.

-¿ Y cuando llegaste a Buenos Aires, a jugar en las inferiores de Racing, seguiste en contacto con el boxeo?

-Sí, sí. En el año ’62, me aceptan en Racing y sabía que me iba a quedar acá. Mi anhelo era conocer el Luna Park, entonces fui a ver como entrenaban. Conocí a Tito Lectoure, que era muy joven, y algunos boxeadores: Pascualito Pérez, que ya no peleaba pero tuve el honor de hablar con él; nada menos que el primer Campeón Mundial que tuvo la Argentina! También conocí a Horacio Acavallo, que es especial porque es hincha de Racing. Y cuando fue Campeón Mundial, tenía en la bata un escudito de Racing. Tuvo un homenaje en la cancha de Racing, por allá por el ’67, y tuvo una ovación increíble, fueron años muy buenos para nosotros.

Con Nicolino Locche tuvimos una anécdota increíble: Nosotros habíamos ido de gira por Brasil, y en una escala en el aeropuerto de San Pablo, caminábamos y hacíamos un poco de tiempo para esperar la salida del avión, y de pronto vemos a lo lejos una figura que caminaba medio “chaplinesco”, así, viste? Y con los muchachos, creo que estaba el “Panadero” (Díaz), el “Coco” (Basile), dijimos: ´Mirá a Nicolino!´ fuimos, lo abrazamos y le pregunté: ¿Y Nicolino, como estás para la pelea´. Y me contestó: Éstoy espectacular, pero ahora que los veo  a ustedes, no tengo dudas: Voy a ser Campeón del Mundo. Si fueron ustedes campeones y me los encontré acá, quiere decir que voy a ser campeón del Mundo´. Fue premonitorio, Nicolino siguió viaje a Japón y logró el título.

Me quedó un gran recuerdo de él, era un tipo simple y ganador.

-Y seguiste ligado al boxeo…

-Sí, te cuento otra anécdota. En el ´67 estábamos concentrados en el Hotel Savoy, un viernes a la noche y vemos entrar a un flaquito…Y enseguida lo saludamos, : ´Hola Carlitos!´ El nos reconoció enseguida: ´Úh, la banda de Racing, como están?´; enseguida se armó una ronda de café. Al otro día lo fuimos a ver al Luna y ganó el Título Argentino contra Fernández. Le veías el físico a Monzón y no te decía nada, pero en el ring parecía un gigante. Creo que Carlitos Monzón fue, quizás, el más grande boxeador argentino. Era simple, natural y te mostraba que en el box se ganaba de esa manera. Su historia fue brillante. Con él nos hicimos amigos, nos encontrábamos a comer, se armó un grupo de jugadores que nos juntábamos a ver boxeo con “Coco” Basile, Carlitos Babington, el “Bambino” Veira, Daniel Wellington, el “Toti” Veglio, Pedrito González…salíamos juntos…Venía Bonavena también, que era muy amigo del Bambino. Era una linda época, porque también nos encontrábamos con artistas como el “Gordo” Porcel, Alberto Olmedo…Nos sentábamos en una mesa y hablábamos de todo: de fútbol, de teatro, de box. Cualquier deportista se sentaba y se integraba al grupo. Había mucho respeto. Hoy también, entre los deportistas siempre existen esos códigos de ayuda. Nosotros sabemos lo que es tener gloria, aunque eso no te da motivos para cambiar como persona.

– Vos viviste en México ¿Como definirías la pasión del mexicano por el boxeo?

– Es parte de su cultura. El boxeo es natural para el mexicano. Tuve la suerte de ver la pelea de “Mantequilla” Nápoles y mi amigo la “Pantera” Saldaño. Fue brava, Mantequilla fue uno de los grandes boxeadores que yo vi; estilista, con una claridad de movimientos…Fue un orgullo haberlo conocido. Yo vivía en Puebla y cuando íbamos a jugar al Distrito Federal, me juntaba con “Mantequilla”, que ya se había nacionalizado mexicano, a tomar un café.

-¿Qué boxeadores te gustaron, “Chango”?

– Para mí, el máximo fue Muhammad Alí. Fue extraordinario, el manual del boxeo. Fue el “Summun”. Me hubiese gustado conocerlo personalmente. Hablaba con una seguridad, con una fe ganadora…Era un “bocón” espectacular, él hacía su juego, excitaba a la gente para que lo vayan a ver. Fue lo más fantástico que yo vi. Por su técnica, por sus movimientos, por sus piernas, porque pegaba cuando retrocedía, de costado…Sabía en que momento iba a atacar, desgastaba a los rivales. Fue tan brillante, que hasta tenía un don especial con su físico: Por ahí se entrenaba 5 días y ya estaba bien.

Lo increíble era ver sacar el golpe cuando retrocedía…

-Y noqueaba retrocediendo! Cuando pegás para adelante tenés toda la potencia en el golpe. El podía noquear cuando retrocedía, eso parecía imposible

-De los argentinos, además de los que me nombraste, ¿Quiénes te gustaron?

– Mirá, yo vi a “Látigo” Coggi cuando le ganó a “Pajarito” Hernández en el Luna Park, cuando nadie daba nada por Coggi y “Pajarito” era un “boom”. Coggi era uno de los que peleaba y ganaba en cualquier lado, como Monzón, Nicolino…yo siempre digo que lo mejor que dio, este país, fue el deportista: Tuvimos a verdaderos número uno: De Vicenio, Fangio, Vilas, jugadores como Maradona, que fue el mejor del mundo, Sívori, Di Stéfano, y tantos otros. Vos fijate que en casi todos los deportes nos hemos destacado, Las Leonas, Los Pumas, y no tenemos la infraestructura que necesita un deportista. Casi todo lo hacemos a pulmón. Y qué deportistas! Por supuesto que también tuvimos grandes escritores como Borges, Sábato, o Músicos como Piazzolla, Salgán, DÁrienzo, “Pichuco” (Aníbal Troilo) que han llevado al mundo nuestro arte.

Y todo eso en un país que siempre estuvo complicado en lo económico, en lo político, etc.

Chango, ¿Vos como estás? ¿Cómo convivís con el “mito”?
– Vivo muy bien, tengo una familia espectacular, mi mujer Beatriz, mis hijas Bárbara y Brenda y mi hijo Juan Carlos. Tengo tres nietos brillantes, Juan, Micaela y Sol. Aprendí a vivir porque la vida me premió y me dejó ser exitoso en mi profesión, en el deporte. Soy un agradecido, a Racing, que me dio la posibilidad de poder jugar y destacarme. Yo venía de mi provincia con muchos anhelos, y Racing me dio la chance de poder cumplirlos.

Lo dijo con una sonrisa franca, amistosa, humilde. Una sonrisa que siempre provoca convertir un gol.


Hernán O’Donnell

(Publicada en Revista “Ring Side”, Mayo de 2011)