Sevilla renovó su amor eterno con la UEFA Europa League

¡Otra vez Sevilla Campeón de la UEFA Europa League! Como un romance eterno, como un amor indestructible, el equipo andaluz venció al Inter de Milan por 3 a 2 y se consagró por sexta vez Campeón de la vieja Copa UEFA, esa que ahora se denomina con el pomposo nombre de Europa League. Y lo logró con un enorme valor, con los atributos de un equipo que intenta siempre jugar, que le gusta tener la pelota y sigue al pie de la letra la idea noble de Julen Lopetegui, que tuvo su merecido premio luego de un par de años de destratos.

Los dos llegaban con muy buenos antecedentes, amén de todo lo que encierra ser finalista de una Copa Internacional. Sevilla con ese palmarés envidiable de haberla ganado 5 veces, en 2006, 2007, 2014, 2015 y 2016. Internazionale, además de las 3 copas que ganó en 1991, 1994 y 1998, con un final de campeonato en la Serie “A” en el que encadenó tres victorias consecutivas en las últimas tres jornadas ante Genoa, Nápoli y Atalanta.

Sevilla venció a Manchester United en un partido duro y equilibrado; Inter despellejó a Shakhtar con una actuación convincente en el segundo tiempo. Y así llegaron al debate final.

Dicen que nunca se rinde. Y así fue, porque a los 2′ tuvo una llegada clara, pero el tiro de Fernando rebotó en de Vrij; y de contra llegó el pique de Lukaku, el cierre de Diego Carlos y la infracción del zaguero brasileño sobre el delantero cuando había entrado al área.

Penal y gol de Lukaku a los 4′ con un tiro fuerte, a la derecha de Bono. 0-1 para Inter, y a remar el partido.

Dicen que nunca se rinde y allí fue. Con la pelota bien manejada por Ever Banega, con el trajín de Fernando y la movilidad de Suso y Ocampos por el frente de ataque, en tanto de Jong preocupaba por el medio. Un acierto de Lopetegui que jugara el neerlandés en lugar de En-Nesyri como titular.

Y a los 11′ llegó el empate, con una gran maniobra colectiva, la pelota de adentro hacia afuera, Jesús Navas en el centro y el cabezazo de de Jong para igualar 1 a 1 el partido.

Le costaba a Inter meterse en el partido. Bien en la salida por derecha con D’Ambrosio, que tenía un buen partido tanto en la aspereza de la marca como en sus proyecciones ofensivas. Y correcto Barella para participar en la batalla del centro del campo. Más apagado Gagliardini, poco participativo Lautaro y Lukaku intermitente.

En ese primer tiempo, encendido y vibrante, Sevilla era más, tuvo una buena llegada con Lucas Ocampos a los 21′ y logró el segundo gol a los 32′ con otro cabezazo de de Jong tras un excelente tiro libre de Banega. Sevilla se adelantaba 2 a 1 pero le iba a durar poco.

Salió rápido Inter del atolladero y con una jugada parecida a la de Sevilla, logró el empate transitorio: tiro libr de Barella, cabezazo preciso y fuerte de Diego Godín y el partido quedaba 2 a 2 a los 35′ de juego.

Sevilla era más y llegó con otra chance sobre el cierre del primer tiempo, pero no lo pudo plasmar en una diferencia.

En el segundo tiempo, el partido bajó la intensidad. Incluso hubo menos roces, cruces y entreveros, que habían abundado en la primera etapa. Se calmaron los nervios y el ritmo fue menor.

Inter tuvo una llegada con un remate de Gagliardini que Diego Carlos supo rechazar con un acertado arrojo al piso. Iban 51′ y el partido empezaba a meterse en un embudo; Sevilla con cierto dominio, pero ya sin profundidad y con un Inter atrapado en su campo.

A los 70′ la pierna derecha de Lucas Ocampos dijo basta y debió ser reemplazado por Munir. Y a los 73′ llegó el gol de la victoria; centro desde la derecha, rebote y Diego Carlos que metió una tremenda chilena, en el camino se desvió en el pie derecho de Lukaku y se metió en el arco de Handanovic para marcar el 3 a 2 a favor de Sevilla.

El partido se definía cuando entraba en esa zona final, de los quince o veinte finales y todo empieza a tener un valor importante.

Antonio Conte intentó tres cambios a los 76′ de juego: Eriksen entró por Gagliardini, Alexis Sánchez ingresó en lugar de Lautaro Martínez y Víctor Moses lo hizo por D’Ambrosio. En Sevilla entró Franco Vázquez por Suso.

Pero poco iba a cambiar; tal vez el trámite se hizo más dramático porque Inter trató de volcar el juego hacia Bono. A los 83′ Lopetegui resolvió los últimos cambios; En-Nesyri por de Jong y Gudelj reemplazó a Diego Carlos, también lesionado en la pierna derecha como había estado Ocampos.

El equipo italiano tiró su último carta a los 88′: Candreva, para sumarse al ataque, en reemplazo del defensor uruguayo Diego Godín.

Pero no hubo caso, porque adentro había un equipo dispuesto a dejar jirones de vergüenza deportiva. E Inter ya lucía desinflado.

Dicen que nunca se rinde. Ni aún cuando arranca 0-1 abajo casi desde el inicio. Sevilla se aferró a su credo, controló el balón, lo movió a su gusto, jugó un buen primer tiempo y lo definió en el segundo. Con la batuta de Banega, la potencia de Ocampos, la fuerza de de Jong, el batallar de Fernando, la marca de Diego Carlos, la movilidad de Suso, el manejo de Franco Vazquez, el equipo fue uno solo y volvió a conquistar la UEFA Europa League, en un romance sellado para toda la vida.


Hernán O’Donnell

Bayern Münich expuso su jerarquía y es el otro finalista de la UEFA Champions League

Una semifinal muy esperada, con un candidato cantado, el Bayern Münich y una de las sorpresas de la UEFA Champions League: Olympique Lyon.

Y fue el equipo francés el que salió a sorprender, con mucha movilidad y disposición para pelearle el partido a Bayern Münich en tanto se disponía a buscar contragolpes filosos. Lo hizo a los 3′, cuando tuvo una contraataque muy bueno, Memphis Depay se fue solo, y cuando le salió Neuer se abrió mucho, por lo que su disparo se complicó y se fue afuera. Bayern respondió con una llegada clara, donde el remate de Goretzka, por defectuoso, complicó a Lopes que con esfuerzo la mandó al corner. Y enseguida llegaron las emociones.

Iban 16′ y Lyon tuvo otra chance, también en los pies de Memphis quien se metió en el área, su tiro rebotó en Alaba y el segundo disparo lo estrelló en el palo izquierdo de Neuer. Y en la siguiente, Gnabry se metió de derecha al centro y sacó un remate fuerte y preciso que se coló en el arco de Lopes para marcar el 0-1 a los 17′ de juego.

Un escalofrío recorrió por la gente de Lyon, porque si bien estábamos en el nacimiento del partido, un gol de Bayern a esa altura parecía muy dura y difícil de sobrellavar, ya que el equipo frnacés, además, había desaprovechado varias llegadas limpias, dos de ellas muy claras para convertir.

Encima, a los 32′, un centro preciso de Perisic fue conectado por Lewandowski, el arquero pudo sacarla, pero apareció Gnabry para señalar el 0-2 y ponerle más distancia al partido.

Una distancia que no se modificó en la primera parte, más allá del espíritu de Lyon para continuar la pelea, pero la contundencia del conjunto alemán había sido una señal clara del destino del encuentro.

En el complemento, los dos se presntaron con una variante. T. Mendes en lugar de B. Guimarães en Lyon, y Sule en reemplazo del lesionado Boateng en el equipo alemán.

Bayern Münich salió tranquilo, a esperar y no desarmarse. Olympique, a buscar su chance también a partir de la generación de espacios; dejar salir a Bayern, presionarlo entre los tres cuartos y la mitad de campo y cuando conseguía el balón en esa zona, a meter un contragolpe. Así tuvo un par de oportunidades. La primera fue de Marcal a los 55′ con un buen cabezazo tras un corner de la derecha, que atrapó Neuer. Más tarde, a los 56′, ingresó Dembelé por Memphis Depay, y a los 57′ Neuer tapó de modo brillante una entrada libre de Karl Toko Ekambi, tras una buena jugada colectiva del equipo francés. Pero Neuer, siempre respondía.

A los 62′ se fue Perisic, de buen primer tiempo y lo reemplazó Coman. OL tuvo otra llegada a los 65′, pero fue defectuoso su remate final y a los 66′ se jugó con dos cambios más: J. Reine-Adelaide en lugar de K.T. Ekambi y K. Tete entró por L. Dubois.

Bayern Münich jugó un segundo tiempo tranquilo, sin esforzarse ni promover un ritmo mayor al necesario. Reguló el ritmo y metió cambios para enfriar el juego y preservar piernas para la final. A los 74′ entró Philippe Coutinho por Serge Gnabry y más tarde a los 81′ C. Tolisso ingresó en lugar de Thiago Alcantara y B. Pavard volvió al equipo en reemplazo de L. Goretzka.

Con el correr de los minutos perdió fuerza Lyon y sus llegadas ya se hicieron esporádicas, en tanto Bayern se mostraba con el control total del partido.

Y lo liquidó al final, a los 87′ con un centro de Kimmich y un cabezazo de Lewandowski preciso y certero, para marcar el 0-3 y sellar el pasaje a la final.

Bayern Münich llegó a la final, tras otra buena presentación, donde le alcanzó su enorme poder de fuego para lastimar a su rival, y un arquero que dijo una y otra vez presente cada vez que se lo requirió.


Hernán O’Donnell

PSG llegó a la final con el entusiasmo de un triunfo convincente

Poco los tenían en cuenta, pero a fuerza de buenas actuaciones, París Saint Germain y RB Lipzig llegaron a una semifinal de la UEFA Champions League. Todo quedó atrás, en el pasado. Un partido y el premio, el pasaje a la Gran Final. Nada más para discutir, sobran las palabras. A la cancha.

París Saint Germain entendió rápido el partido que propuso Leipzig. Porque el equipo alemán salió como siempre, a jugar rápido, con mucha gente volcada al ataque y con el vértigo como principal aliado. Y entendió que tenía que lastimarlo, aprovechar los espacios libres que dejaba a sus espaldas y presionarlo en la salida, porque si recuperaba bien arriba el balón iba a quedar en poder de Neymar, Di María, Mbappé… A los 5′ este dejó solo a Neymar, y el remate del brasileño dio en el palo derecho de Gulacsi. Era un aviso.

A los 12′ abrió el marcador, con un tiro libre de Angelito Di María al corazón del área y la entrada libre de mraquinhos para conectar de cabeza y señalar el 0-1.

A partir de allí se afirmó el equipo francés en el campo. Se hicieron presentes los volantes, con el criterio de Paredes y el andar de Marquinhos, y ante la propuesta alemana de ir de modo masivo al ataque, Neymar, Mbappé y Di María encontraron muchos espacios para la cobertura a veces desesperada de Mukiele, de buen primer tiempo, Upamecano, Klostermann y Angeliño.

A los 37′ tuvo una oportunidad PSG con un buen tiro libre de Neyamr que sorprendió a propios y extraños porque cuando todos esperaban el centro al área, tiró al arco y el balón dio en el palo izquierdo de Gulacsi.

La presión del conjunto francés tuvo su premio cuando salió a apretar a Leipzig en una salida y el balón lo recuperó rápido, el pase al medio para Neymar, el taco a Di María y Angelito que define solo para poner el 0-2 a los 41′ del primer tiempo.

Encima tuvo una chance más a los 45′ tras un buen contraataque que Neymar no pudo finalizar y su tiro se fue apenas afuera.

Para Leipzig lo mejor era esperar que se terminara el primer tiempo, barajar y dar de nuevo. París era el dueño de la noche en Portugal.

Julian Nagelsmann dispuso dos variantes para empezar el segundo tiempo: el sueco Forsberg en lugar de C. Nkunku y el delantero P. Schick por el español Dani Olmo; dos variantes necesarias para darle más potencia al ataque con Schick y más creatividad con Forsberg.

Pero la noche de PSG estaba iluminada y brillaban sus estrellas. Así llegó el tercero, con una buena presión en la salida y el centro de Mbappé para Bernat que de cabeza marcó el 0-3 a los 55′.

Leipzig apeló a otro cambio para modificar el rumbo del encuentro: a los 61′ ingresó el central Halstenberg por Laimer, y quedó establecido con tres centrales, Klostermann que pasó a la derecha, Upamecano por el medio y el ingresado Halstenberg por izquierda, Mukiele y Angeliño como laterales volantes dos por el medio, Sabitzer y Kampl, Forsberg como enlace volcado a la izquierda y Poulsen y Schick como delanteros.

Pero no hubo caso porque París se afirmó en la noche sobresaliente de Leandro Paredes, la velocidad de Mbappé, el talento de Di María y la enorme capacidad futbolística de Neymar. Y cuando subía Bernat, el desborde era total. Así sumó más ocasiones para convertir, como a los 69′ cuando Di María tuvo un centro preciso y la entrada de Mbappé pasó muy cerca. O cuando a los 71′ Parede sacó un tiro fuerte y preciso desde muy lejos, pero respondió bien Gulacsi.

RB Leipzig había intentado con dos tiros de afuera de Forsberg, pero sus intenciones chocaban con la seguridad de Kimpembe, de muy buena actuación.

Entonces el partido entró en una zona inmodificable. Porque el equipo de Tuchel fue amo dueño del control. Aún cuando no tuvo el balón, supo controlar los ataques del equipo alemán. Y cuando lo tuvo, provocó temblores que hacían presagiar un final muy duro.

No lo fue porque reguló fuerzas al final, y metió cambios para preservar jugadores y pensar en la inminente final. A los 82′ entró J. Draxler por Leandro Paredes y 82′ M. Verratti ingresó por A. Herrera; a los 85′ E. Choupo-Moting reemplazó a K. Mbappe y Pablo Sarabia ingresó en lugar del argentino Angel Di Maria.

París ya pensaba en la final, a la que llegó con toda justicia y entusiasmado por una actuación sólida y un triunfo convincente.


Hernán O’Donnell

Inter va por la gloria con una goleada estimulante

Un encuentro que parecía iba a ser duro pero que se abrió rápido cuando Inter pudo sacar ventajas en el marcador. Porque aún estaban en la etapa de estudio, esos minutos iniciales que a veces se extienden más allá de los quince o veinte minutos y que en boxeo equivalen al primero o al segundo round.

En eso estaban cuando Barella tomó un balón sacado por el arquero Pyatov, aprovechó la imprcisión y se fue por derecha para lanzar un centro que aprovechó Lautaro Martínez para marcar el 1 a 0 cuando iban 18′ de juego.

En ese lapso se había acomodado un poco más el equipo italiano, con las clásicas proyecciones de Dambrosio y Young, el trabajo de Barella y la potencia de Lukaku y Martínez.

Pero de a poco el Shakhtar se metió en la discusión. Con la movilidad de Tyson, la versatilidad de Alan Patrick y la amenaza de Moraes en cada ataque. Y emparejó el partido, lo hizo equilibrado y de pronóstico incierto.

Inter tuvo una chance más a los 33′ con un contraataque de Barella que desvió bien el arquero al corner, mientras que Shakhtar llegó con un cabezazo de Tyson afuera a los 35′ y un remate de lejo de Marcos Antonio a los 42′ que se fue cerca del travesaño.

En el complemento se acomodó un poco más el equipo italiano. Se adelantó en el campo y lo empujó al conjunto ucraniano a su campo. Porque le dejó que intentara salir, pero lo presionaba muy bien en tres cuartos y cuando aparecía un espacio, lo lastimaba. A los 50′ lo tuvo Lukaku con un tiro con comba que se fue apenas desviado. A los 58′ Shakhtar intentó una variante con el ingreso de Solomon por Alan Patrick. A los 61′ tuvo una posibilidad el Shakhtar cuando un centro de la izquierda fue conectado por Moraes y Handanovic tapó con su cuerpo., en lo que fue casi la última esperanza para ellos aunque en ese momento no lo podían imaginar.

Porque no podían sospechar que el Inter les iba a propinar una avalncha de goles. A los 63′, Dambrosio de cabeza aumentó por 2 a 0 tras un tiro de esquina de la derecha.

Y ahí se derrumbó el equipo de Ucrania e Inter creció como lo había hecho en el cierre de la Serie “A” italiana. A los 71′ hubo una gran combinación entre Lautaro y Lukaku y el disparo del belga fue tapado por el arquero Pyatov.

A los 73′ llegó el golazo de Lautaro, que sacó un gran remate de afuera del área y selló el 3 a 0. Y fue el fin del partido pero no de los goles por venir.

Enseguida llegó el gol que tanto buscaba Romelu Lukaku; porque los goleadores son así, están más allá del resultado y necesitan convertir. Aunque el equipo gane, si no anotan sienten que algo les faltó. Se van insatisfechos. por eso cuando Lautaro Martínez lo habilitó de cachetada y lo dejó para que definiera, tan bien como lo hizo a los 77′, su gesto fue de alegría infinita por ese gol que marcaba el 4 a 0, pero también porque pudo inscribirse en el tanteador, el objetivo de los hombres de área.

Una imagen ganadora y dominante había construído Inter en el complemento. En la primera parte se insinuaba mejor, pero Shakhtar tuvo algunas situaciones y el dominio fue un poco más repartido. Pero en el segundo tiempo, el control italiano fue total y a los 83′ coronó la goleada con una entrada de Lukaku y un remate cruzado para decretar el 5 a 0 y el pasaje a la final ante Sevilla.

Internazionale vuelve a una final de Europa luego de muchos años. Llega con muy buenos antecedentes, un final positivo en la Serie “A” y una goleada estimulante para ir ante Sevilla por el partido decisivo.


Hernán O’Donnell

Sevilla superó un duro escollo y llegó a la final de su Copa favorita

Partidazo por donde se lo mire. Con dos equipos ganadores, con ganas de jugar, de ir a buscar el partido. Con intenciones sanas. Y con muchas llegadas. Sevilla con su formación habitual, Bono en el arco, Jesús Navas como salida permanente en el lateral, la firmeza de Koundé y Diego Carlos en la zaga, y Reguilón como proyección constante en el lateral izquierdo; Jordan que hacía el tándem con Navas por derecha, Fernando en el centro del campo y Banega con la conducción por el interior izquierdo, en tanto Suso, En-Nesyri y Ocampos como tridente ofensivo.

Manchester United le oponía una línea de cuatro, dos contenciones en Pogba y Fred, creatividad con Greenwood, Fernandes y Rashford; y Martial como referencia de ataque.

Llegó el equipo inglés con una maniobra inteligente y Diego Carlos atropelló a Rashford para cometer un claro penal a los 8′ que Bruno Fernandes transformó en el 0-1 del partido. United golpeaba en su primera llegada a fondo y obtenía una diferencia.

Reaccionó Sevilla, empujado en su amor propio. Aumentó la velocidad, la dinámica. Creció en tensión y hasta puso un poco más fuerte la pierna en cada cruce o pelota dividida. Y tuvo decisión para ir por el empate, que consiguió tras una jugada de derecha a izquierda, la habilitación a Lucas Ocampos, este la alargó para Reguilón, el centro pasado hacia el otro costado y la llegada de Suso para igualar 1 a 1 a los 25′ de juego.

El primer tiempo fue intenso y equilibrado a partir de allí, aunque el equipo andaluz dejó una mejor impresión, sobre todo por el juego de Banega y la presencia de Fernando, que jugó un gran partido.

En el segundo tiempo Manchester United tuvo un dominio total en los diez minutos iniciales. Se mostró más profundo, más ofensivo, y tuvo tres oportunidades muy claras para convertir, pero en las tres apareció Bono para salvar la valla del equipo español.

Primero con una tapada a Rashford en un centro que Navas no pudo cerrar, y el remate del inglés fue tapado por el arquero, y del rebote, Fernando apareció para desviar al corner. Luego hubo dos entradas francas de Martial y en ambas apareció el portero para cuidar el arco de Sevilla. Por eso Lopetegui movió el banco y resolvió que Munir ingresara por Lucas Ocampos, que estaba con una molestia en su rodilla derecha y Luuk de Jong por Youssef En-Nesyri a los 55′.

Ahí empezó a acomodarse un poco más el equipo de Lopetegui. Aunque el balón seguía más tiempo en posesión de Manchester United, lo cierto es que de a poco salió del agobio en el que estuvo en esos diez minutos iniciales.

Y más tarde, cuando Franco Vázquez ingresó por Suso a los 73′, Sevilla recuperó un su fútbol. Tuvo un poco más el balón, se adelantó en el campo, hizo más parejo el partido.

Hubo una llegada más para el equipo inglés, con un buen remate de Greenwood y la aparición de Bono, de tarde prolija y segura. Y en la respuesta, Sevilla marcó la diferencia.

Buen jugada del “Mudo” Vázquez, pelota abierta en un buen pase a la banda derecha para Jesús Navas, el centro preciso del capitán y la entrada libre del neerlandés de Jong para burlar la marca desorientada de Maguire, Lindelof y  Wan-Bissaka, meterse solo en el corazón del área chica y convertir el 2 a 1 a los 77′.

Solskjaer buscó revertir la historia con tres variantes: a los 86′ dispuso que T. Fosu-Mensah entrara por B. Williams, el joven D. James por el lateral Aaron Wan-Bissaka y J. Mata en lugar de M. Rashford.

Pero no tuvo tiempo para más. No pudo ya doblegar a un Sevilla que se ordenó en su campo, marcó dos líneas de cuatro y cerró su defensa en busca de abrazarse a una final más, de esa Copa que tan feliz lo hace.


Hernán O’Donnell

Hamilton se escapa y Verstappen sueña con alcanzarlo…

Otro Gran Premio para Lewis Hamilton. Otra carrera ganada y más diferencia a su favor con respecto a los perseguidores. Otro paseo del inglés, que ganó el GP de España de punta a punta, con la solidez habitual, con el trabajo perfecto y un rendimiento excelso que lo lleva, como decíamos hace ya un par de carreras, a jugar un juego diferente al del resto de los competidores. Salvo Max Verstappen, que con su enorme capacidad y la consolidación de Red Bull como la segunda escudería detrás de Mercedes, parece darle pelea. Es lo que imagina el joven neerlandés, quien muestra toda su habilidad para intentar destronarlo. Aunque el camino de Hamilton parece despejado, y en la sexta competencia de este año, lo volvió a demostrar.

La largada fue impecable y a partir de allí dominó el inglés. Casi sin inconvenientes, y con una aceleración que lo llevó a aumentar su tiempo respecto al segundo cada vez más con el correr de las vueltas. Tal es así que llegó a sacarle más de 33″ a Verstappen cuando faltaba un cuarto de carrera.

Tuvo una largada muy buena, en tanto Valteri Bottas se quedó y cayó al cuarto lugar mientras Carlos Sainz pudo acomodarse séptimo. Luego, Bottas pudo superar a Stroll y meterse en el tercer lugar, pero ya la distancia se le hacía larga con los dos primeros. Tuvo que empezar a remontar y se acercó a poco más de 2″ de Verstappen, pero Hamilton se les alejaba a ambos. Por detrás, Sergio Pérez se afianzaba en el cuarto lugar y Sainz se adelantaba a Albon y Ocon, en tanto Sebastian Vettel intentaba mantenerse aunque mucho le costaba y era superado por Lance Stroll primero y luego por Carlos Sainz.

El final lo encontró cómodo a Hamilton; con una buena diferencia ante Verstappen, Bottas y quienes los siguieron: Perez, Stroll, Sainz, Vettel, Albon, Gasly y Norris.

Lewis vivió otra tarde triunfal. Otra victoria inobjetable, y con el objetivo muy presente. Todos los récords están a la vista, y el piloto inglés va por ellos.


Hernán O’Donnell

Olympique Lyon se soltó, lo fue a buscar y dio la sorpresa

El fútbol es maravilloso, impredecible, sorprendente. Unico. No hay deporte que tenga lugar a tantas sorpresas, que sea tan inesperado. Tal vez el boxeo, donde una mano bien puesta puede cambiar el curso de un combate, o un ignoto sorprender a una gran figura. El único que se acerca al fútbol. Olympique Lyon liquidó a Manchester City por un 1-3 que dejó sin palabras a la cátedra y que tiene varios momentos para recorrer en el partido.

El equipo francés tuvo su momento en el inicio, ese minuto donde se alinean los planetas y encuentra la jugada justa, y golpeó. Olympique Lyon consiguió la ventaja a los 23′ cuando Cornet pudo finalizar un pelotazo largo, y el rebote que le quedó para definir con comba y sorprender al mundo, que veía caer al Manchester City en un partido que se presentaba como favorito. Porque venía de eliminar al Real Madrid tras una gran producción futbolística y ahora se encontraba con un duro golpe. Inesperado. Pero Olympique Lyon aprovechaba esa oportunidad y se ponía 0-1.

Porque el City de Guardiola no brillaba, no era el mismo que aquel partido ante el Madrid, pero dominaba las acciones. Había salido con una propuesta ofensiva habitual, con tres defensores y cuatro volantes en los que Gundogan y De Bruyne se repartían la creación, en tanto Rodri apoyaba desde atrás. Y Sterling y Grabriel Jesús arriba.

Pero era liviano el equipo inglés. Manejaba el balón y lo movía a lo ancho de la cancha, pero no era tan potente como lo habíamos visto hace unos días. Así y todo se las arregló para producir varias llegadas claras, una con un desborde de Sterling, el amague y el pase atrás a Rodri que no pudo rematar bien. Otra jugada, un buen pelotazo de De Bruyne a Sterling y el cierre a tiempo de Cornet.

En el complemento City acumuló llegadas, sobre todo por la creatividad de De Bruyne y la habilidad de Sterling, aunque las más claras fueron un par de tiro libres del belga. A los 55′ R. Mahrez entró por Fernandinho, para acentuar el ataque.

Un pelotazo perfecto de Gabriel Jesús a Sterling por izquierda dio nacimiento a la jugada del empate. Sterling entró al área, enganchó bien frente a la marca y cedió al medio para la entrada libre y limpia de De Bruyne, quien abrió el pie para cambiar el palo al arquero Lopes y marcar el 1 a 1 a los 68′ de juego.

A partir de ahí, salió otro partido. Porque Lyon se soltó. Salió a buscar un poco más. Y si alguien pensaba que se iba a refugiar en su campo para aguantar el empate, se equivocó. Jugó más de lo que lo había hecho hasta ese momento. Los últimos veinte minutos vieron a un conjunto suelto, veloz, agresivo y que se compenetró en sus marcas de uno a a uno.

Primero movió el banco: a los 69′ T. Mendes ingresó en lugar de B. Guimarães y más tarde sumó dos variantes más, cuando a los 73′ K. Tete reemplazó a L. Dubois y M. Dembelé ingresó por M. Depay.

El City llegaba, pero chocaba contra el arquero Lopes, seguro, atento y de buena presencia. Y tuvo una posibilidad tras un pase de Sterling a Gabriel Jesús, pero su tiro de pique al suelo se fue arriba del travesaño. Y Lyon, que se había dispuesto a pelearle el partido, a los 78′ se puso otra vez en ventaja, cuando Aouar sacó el pelotazo a Dembelé, que Jeff Reine-Adelaide dejó pasar y evitó su offside, y el delantero francés se fue solo hacia el arco de Ederson, al que venció con un tiro que dobló su resistencia para poner el juego 1-2.

El Manchester City volvió a tener una oportunidad, la chance más clara del partido para desnivelar el marcador, Sterling desvió alto su remate con el arco vacío tras una excelente jugada de Gabriel Jesús, cuando iban 85′ del partido. Allí, el conjunto de Guardiola sintió que el sueño se le iba…

Y en la continuidad, Lyon dio el golpe de gracia. La llevó Reine-Adelaide, abrió para Aouar, el remate fue rechazado a medias por Ederson y Dembelé tomó el rebote (Cancelo lo había habilitado cuando partió el tiro, en otro error que se le sumó a la mala entrega en la que nace el segundo gol) y a los 86′ Lyon estiró la ventaja a 1-3.

Allí se terminó el sueño del City y empezó la gran ilusión francesa. Pocos daban a Olympique Lyon como un posible semifinalista, pero allí está el equipo francés.

Encontró su momento en el primer tiempo, se refugió cuando City lo fue a apretar, y en los últimos veinte minutos, cuando llegó el empate inglés y parecía que lo apretarían contra su arco, salió a jugar, se soltó y marcó dos goles para construir una victoria increíble, inesperada, soñada, y darle paso a una sorpresa más en esta inagotable fuente de emociones que es el fútbol.


Hernán O’Donnell

Bayern Münich armó el show del gol y aplastó a Barcelona

Toda la paridad que se podía llegar a imaginar antes del partido en tanto Messi estaba en la alineación inicial, solo se sostenía en ese argumento. En que en Barcelona jugaba Leo Messi. Y que su magia, su capacidad infinita, podía equilibrar una balanza desbalanceada, porque Bayern Münich llegaba con los enormes antecedentes de ganar la Bundesliga con suma autoridad, de dominar su tierra y de eliminar al Chelsea tras un 4 a 1 en la reanudación que redondeó un 7 a 1 global. Y con figuras inmensas que conforman un gran equipo, el gran candidato a esta Copa.

Toda esa diferencia se notó y se desarrolló a lo largo de los noventa minutos. Lo que Messi podía equilibrar reusltó imposible para uno solo, más allá de alguna excepción como Jordi Alba que dejó el campo con una enorme muestra de vergüenza deportiva o Luis Suárez y su exquisita definición. El resto, tuvo un nivel decepcionante. Y Bayern Münich jugó un partido excepcional, que lo catapulta a los grandes titulares del mundo del fútbol.

A los 3’ una habilitación de Gnabry a Perisic por izquierda. El croata fue por la Banda y sacó un pase al medio para Müller. Este armó la pared con Lewandowski y cuando recibió, sacó el remate al gol. 0-1 y el partido encendido, porque un minuto antes había avisado Barcelona con un centro de Semedo a Suarez que Neuer sacó con el pie derecho.

Se puso en marcha con esas dos acciones y el gol de apertura un partido electrizante, donde los espacios, las llegadas y el peligro, levantaban a la gente en los televisores del mundo.
Encima, Barcelona llegó al empate a los 6’ cuando se fue Jordi Alba por izquierda, tras recibir de Lenglet y sacó un centro que Alaba metió contra su valla. 1-1.

Con un ritmo frenético, Bayern Münich empezó a torcer las acciones a su favor. A los 21’ Gnabry robó una pelota a Sergi Roberto, habilitó a Perisic por izquierda y el croata se fue derechito al arco para rematar fuerte y marcar el 1-2.
Bayern sacudía y Barcelona se apagaba. Era Messi contra el mundo. Otro quite en la mitad, el pase de Goretzka a Gnabry y este que se va derecho al arco para sellar el 1-3 a los 26’ del partido

Y cuando todos nos refregábamos los ojos por la aceleración del equipo alemán, llegó otro mazazo. Se distrajo Semedo en un balón que creyó que se iba afuera, la recuperación de Gnabry, el pase a Perisic, cambió de frente y el centro de la derecha para la entrada de Müller y marcar el 1-4 a los 30’ de juego.
Una topadora que trituró a Barcelona, que había tenido un tiro en el palo, había llegado, pero se vio sopapeado en un abrir y cerrar de ojos.

Griezmann por Sergi Roberto fue la modificación de Settién para iniciar el complemento. Un poco más ofensivo en la intención, pero no en la práctica. Porque Bayern salió muy firme y pronto le mostró los dientes, a partir de la tarea incesante de Goretzka, Müller, Perisic, Gnabry.

Cuando Luis Suárez resolvió con categoría para marcar el 2-4 a los 57′, alguna luz se abrió en el equipo catalán, pero los alemanes se encargaron de apagarselá muy pronto. Porque si bien es cierto que el esfuerzo de Jordi Alba para buscar ese pase largo darselá a Suárez y la resolución del uruguayo fue magnífica, Bayern le iba a volver a sacudir la endeble defensa al conjunto catalán.

El canadiense Davies salió a mostrar también sus credenciales, se fue por izquierda, pasó a Semedo, se metió en el fondo y cuando le salió Piqué, cruzó el pase atrás para la llegada del otro lateral, Kimmich, quien marcó el 2-5 a los 62′ de juego.

Ahí se definió el partido. Porque ya no le quedaban fuerzas a Barcelona para ir a buscar, una vez más, achicar la diferencia. Y empezaron los cambios a jugar para Bayern Münich. Primero, a los 67′, Coman por Perisic, que había hecho un gran partido. Settién buscó la última esperanza en Ansu Fati en lugar de Sergio Busquets. Y a los 74′ Philippe Coutinho entró por S. Gnabry y N. Sule por el amonestado J. Boateng. Bayern empezaba a pensar en las semifinales.

A los 81′ llegó el gol de Lewandowski, el que tanto había buscado el goleador, de cabeza y en la puerta del arco, en una defensa perdida, donde los centrales miraron la pelota y no el hombre a marcar. El partido entraba en una zona de peligro total para Barcelona, porque tenía enfrente una máquina encendida, dispuesta a pisarlo, y los jugadores del equipo catalán lucían desorientados, desconcentrados, vencidos…y Bayern Münich no aflojó.

A los 85′ Philippe Coutinho cumplió la ley del ex y marcó el 2-7. Y tuvo que pedir disculpas por duplicado porque a los 88′ volvió a convertir para sellar el definitivo 2-8.

Bayern Münich fue una máquina aplastante, que se llevó por delante toda la resistencia que Barcelona pudo ofrecer, lo doblegó con una actuación colectiva potente, contundente, demoledora. Un equipo que fue dominante en su liga, que volvió tras la pausa con una goleada a Chelsea y ahora edificó otra actuación inolvidable para dar un paso más hacia su gran objetivo.


Hernán O’Donnell

RB Leipzig, con sus atributos conocidos, dio un paso más adelante

En los papeles, antes de empezar, le pusimos una “fichita” a RB Leipzig. Más por el corazón, por el gusto y aprecio a un equipo que ha revolucionado de alguna manera el fútbol alemán desde hace un par de años, con una propuesta ofensiva, arriesgada, con mucha vocación ofensiva y ganas de ganar, de ir a buscar el resultado. Un equipo que hace un tiempo bautizamos con cariño “La Aplanadora Alemana” por ese ir con los diez jugadores de campo a atacar al adversario en su propia malla, de buscar con la mayor cantidad de futbolistas posibles el ataque. Sin soslayar la ausencia de Timo Werner, su delantero centro tan destacado en su campaña quien ya no pudo jugar por haber sido transferido al Chelsea. Poulsen ocupó su lugar.

Pero éramos conscientes del adversario que le tocaba, el nivel de juego, de jerarquía colectiva e individual, de experiencia y de conocimientos, del conjunto y sobre todo de su entrenador, Diego Pablo Simeone. En los papeles, Aleti era favorito a pasar la serie. Pero en el fútbol los partidos no se ganan en la teoría ni por los nombres ni tampoco por el color de la camiseta. Siempre hay que jugarlos. Este también.

El planteo inicial fue el previsible. RB Leipzig con la pelota a disposición y con la saludable intención de ir al ataque con mucha gente. Upamecano como salida permanente por el medio, donde hizo gala de su buena técnica y conducción prolija. Klostermann por derecha y Halstenberg por izquierda también daban comienzo a las maniobras, pasaban por la dinámica de Sabitzer y las trepadas de Angeliño por izquierda, pero le faltaba profundidad y claridad en la puntada final. No podía Poulsen resolver, Dani Olmo corría más de lo que pensaba y Leipzig veía como se diluía su dominio.

Para el Aleti la cuestión estaba planteada como más le gusta. Con el rival que tenía la pelota, avanzaba con su línea de defensa hasta la mitad de la cancha y le dejaba el campo libre para explotar los contragolpes. Pero no le resultó efectiva, porque si bien amenazó con cierta seriedad en varias contras, el conjunto de Simeone no pudo hacer daño ni tampoco acumular una cantidad importante como para tener opciones de gol. Tuvo contraataques, pero pocos. Y en la escasez no hubo variedad.

Bien Ferreira Carrasco y Renan Lodi para explotar la banda izquierda y generar por allí los mayores peligros. Correcto Koke por derecha. Firme Giménez para defender y Oblak para mostrar seguridad. pero no mucho más. Un equipo que fue demasiado amarrete en el primer tiempo y que no dejó elementos que los mencionados. Faltaba participaci{on de Diego Costa y Llorente, y un poco más de actitud ofensiva.

Todo quedaba para el segundo tiempo.

En el segundo tiempo llegaron las emociones. A los 49′ RB Leipzig abrió el partido con una jugada con su sello. Adelantamiento general, pase abierto para Sabitzer, centro al medio y cabezazo de Dani Olmo para señalar el 1 a 0, merecido por cierto.

Aleti salió un poco más, pero sin grandes luces y con una mochila que se le hizo pesada. A los 57′ Joao Félix entró por Herrera y cambió un poco la dinámica y la velocidad del equipo español; dejó de ser el conjunto espeso y previsible del primer tiempo y aceleró más en ataque. Así llegó la jugada individual del portugués, su escapada y la falta de Klostermann que le cometió penal. El propio Joao Felix se hizo cargo y marco el 1 a 1 a los 70′ para dejar otra vez las cosas iguales.

Enseguida el “Cholo” fue por otra variante en ataque: a los 71′ Alvaro Morata reemplazó a Diego Costa.

El conjunto de Julian Nagelsmann no se asustó. Mantuvo sus ideales, su esquema y su performance y fue por la victoria. A los 82′ movió el banco:  P. Schick, delantero centro de físico portentoso, entró por Dani Olmo y A. Haidara ingresó por C. Nkunku que no estuvo en su nivel habitual.

Y fue por la gloria; desborde de Angeliño por izquierda, centro al medio y la llegada de Adams para rematar y concretar con la ayuda de un desvío en la defensa de Aleti. 2 a 1 a los 87′ y partido resuelto.

Ya no tuvo aire ni piernas ni rebeldía el Atlético de Madrid para ir por el empate. Había sentido el golpe, pero no era un mazazo sorprendente; al contrario, pareció el golpe de gracia a un equipo que deambuló por la cancha sin su conocido espíritu, vencido mucho antes del final y golpeado por un equipo que desborda entusiasmo, un conjunto empapado en las ideas de Julian Nagelsmann, un entrenador joven de inmenso futuro, que busca dar un paso más y soñar, no dejar de soñar.


Hernán O’Donnell

Cuando caía el telón, PSG hizo trizas el sueño de Atalanta

Hay partidos que conviene contarlos desde el final; como esas películas donde lo más importante sucede en el desenlace, o cuando se narran son un flashback, que empiezan por el fin y luego reconstruyen la historia. El primer partido de cuartos de final, entre París Saint Gerimain y Atalanta, se resolvió en los minutos finales. En la agonía, PSG revirtió el resultado y dio vuelta todo lo que se había escrito hasta ese momento final, porque Atalanta ganaba y parecía que lo controlaba, pero el fútbol, los duendes, y los grandes futbolistas como Mbappé y Neymar, siempre tienen cartas en la manga que pueden modificar cualquier historia.

Atalanta fue fiel a su estilo. A su manera de jugar, esa que enamoró a propios y extraños, que lo llevó a un lugar de privilegio en la Serie “A” y que encandiló al mundo a través de la competencia de Clubes más vista, la fabulosa Champions League. Un ataque permanente, con laterales con constante proyección, un conductor como Alejandro Gómez que transita las bandas, un par de centrocampistas como Freuler y De Roon que patrullan toda la mitad de la cancha y dos delanteros que se complementan muy bien como Pasalic y Duván Zapata.

Enfrente el París Saint Germain, con una marcada dependencia del trabajo de Neymar, quien iniciaba todas las maniobras pero las finalizaba con mucha imprecisión. Así se armó un primer tiempo en el que el delantero brasileño se perdió un gol increíble de arranque y luego Keylor Navas tapó dos jugadas muy peligrosas del conjunto italiano.

Y a los 26′ llegó la apertura del marcador, tras una buena jugada colectiva de Atalanta, donde el balón fue de un lateral al otro, el remate y el rebote le quedó a Pasalic, quien supo sacar el tiro con comba y marcar el 1 a 0 para el equipo de Bérgamo.

PSG sintió el golpe y fue por la igualdad. Adelantó sus líneas, pero se encontró con un rival que también propuso, por lo que le costaba llegar. Y cuando lo hacía, fallaba en la puntada final. Tuvo más centros que imaginación. Y no pudo equilibrar las accciones cuando lo soprendió el fin del primer tiempo.

En el complemento, París intentó empujar más hacia el arco de Sportiello. Para eso se basó en la habilidad de Neymar, quien siempre iniciaba las jugadas, pero al que le costaba encontrar eco en su compañeros. No aparecía Icardi, Sarabia se enredaba, Marquinhos chocaba y Atalanta se las rebuscaba para complicar, mas con vértigo que con claridad. Pero se mostraba más rápido el equipo italiano, más veloz, en tanto el conjunto parisino lucía espeso, sin cambio de ritmo, lento y por momentos previsible.

La ventana de cambios empezó a generar otra perspectiva. Porque Atalanta debió resignar a su mejor futbolista, Alejandro Gómez, reemplazado por Malinovskiy, y José Luis Palomino entró para reforzar la defensa a los 59′ de juego, en lugar de B. Djimsiti; se iba el màs capaz del conjunto, en tanto PSG puso a un hombre para desequilibrar: Mbappé por el español Sarabia.

Y empezó a buscar más el conjunto francés. Comenzó a tener llegadas, pero entre la impericia y la buena participación de Sportiello, sus ataques se frustraban.

Atalanta volvía a ceder con otra variante, porque a los 69′ se fue Pasalic, de buen partido y lo reemplazó Muriel, que falló la única que tuvo. En tanto a los 71′ en PSG ingresó Leandro Paredes por Gueye, y creció en precisión el conjunto de Saint Germain.

La lesión de Keylor Navas forzó la última ventana de cambios para los franceses: a los 78′ lo reemplazó Sergio Rico y también entró E. Choupo-Moting en lugar de Mauro Icardi; para el conjunto de Bérgamo, al final salió su última carta Duvan Zapata y entró Da Riva. Se quedó sin balas, aunque el alargue parecía lejano porque solo era cuestión de aguantar unos minutos más…

En el fútbol nada termina hasta que termina. Y a los 89′ llegó el empate, tras un centro largo de Choupo-Moting de derecha a izquierda, que parecía perderse al final, pero Neymar estuvo atento para buscarlo y sacar un centro al medio que Marquinhos transformó en gol y empate 1 a 1 .

Y cuando Atalanta aún se lamentaba de su mala fortuna, Neymar filtró el pase y apareció Mbappé por izquierda, para dirigir otro centro que Choupo-Moting iba a transformar en el 1-2 cuando el partido ya iba por los 90+2′ de juego.

Se sacó el mote de “pecho frío” el equipo francés, injusto por donde se lo mire porque estas cosas le pasan a todos los equipos. Que les reviertan un resultado en los minutos finales, que pierdan una serie tras tener una ventaja de muchos goles…les pasa a los brasileños, argentinos y alemanes. A todos. Pero el mote es para algunos.

Lo cierto es que en la celebración emocionante de los muchachos que estaban en la tribuna, Di María, Icardi, y todos los demás, abrazados sin precauciones ni preocupaciones, desbordados por la emoción de llegar a una semifinal y estar a dos pasitos de pagar la deuda con la historia.

En ese abrazo sentido, está el espíritu del equipo francés, que parece empeñado en derribar todos los fantasmas.


Hernán O’Donnell