RB Leipzig se recuperó con una goleada y sigue en la lucha de arriba

Volvió la Aplanadora. El equipo que ha sorprendido a propios y extraños, el RB Leipzig que despierta admiración, simpatías y también alguna bronca y envidia de los conservadores que no quieren ver el progreso y el desarrollo de un equipo chico que ha crecido mucho en los últimos años, ha subido de categoría y se mantiene como un animador permanente en la Bundesliga y también en la Champions League.

A algunos les cuesta aceptarlo. Pero la evidencia se sostiene con resultados y grandes actuaciones, como la que propició en esta fecha en Mainz, donde dominó a voluntad y en el primer tiempo sacó una ventaja importante, decisiva.

El equipo de Julian Nagelsmann salió decidido. Sabía que los dos puntos dejados en la reanudación de la Bundesliga ante el cerrado y duro Friburgo eran una carga en contra que se sumaba a las dos victorias que había logrado Bayer Leverkusen y lo había superado en la tabla de posiciones; entonces, sólo cabía la victoria en Mainz para recuperar posiciones.

Los primeros minutos el partido presentó un prólogo que daría cuenta de todo lo que vendría en ese primer tiempo. RB Leipzig volcado al ataque, con posesión del balón, dominio territorial y pases seguros para progresar por las bandas.

La defensa sostenida en Klostermann y Upamecano, dos centrales de enorme categoría. Los volantes con Sabitzer como estandarte de la movilidad y la dinámica. Kampl como fiel ladero en el transitar el medio juego y la versatilidad de Nkunku para moverse entre la banda izquierda, el medio y la zona de ataque. Más los dos delanteros de siempre, Poulsen y Timo Werner.

A los 10′ llegó la apertura del marcador. Desborde por derecha, centro rasante al borde del área chica y la aparición de Werner para marcar el 0-1.

Todo sería del visitante. El dominio del balón, el control del juego, las ideas más lúcidas. La resistencia de Mainz, con un esquema de 3 centrales, cuatro volantes, dos extremos que se retrasaban para colaborar y un delantero centro en soledad, era poco para poder soportar el ataque de Leipzig. Y llegaron más goles.

A los 23′ fue Pulsen el que marcó de cabeza tras otro centro también de la derecha, y el partido quedó 0-2. Ya no podía salir el Mainz y cuando intentaba ofrecía espacios para la contra del visitante que se volvían muy peligrosos. Así ocurrió en el tercero; rápida salida, llegada de Poulsen, un rebote, tampoco pudo Nkunku en su intento y tras otro rebote, el pase a Sabitzer quien marcó de lejos el 0-3 a los 36′ del encuentro.

El primer tiempo había sido un monólogo de Leipzig y el complemento sería parecido. Mainz intentó variar su juego con un cambios de corte ofensivo para rodear mejor a Onisiwo. Entró Mateta, delantero, por el defensor Bruma. Línea de cuatro, tres volantes y tres hombres arriba. La ilusión duró poco; a los 47′, llegó Nkunku por izquierda, el desborde, el centro y la llegada clara de Werner para marcar el 0 a 4 apenas había nacido el complemento. Partido liquidado, aunque quedaba todo un tiempo por jugar.

Después llegó el show de los cambios. Ya había ingresado en Leipzig Mukiele por Laimer, lesionado, a los 41′, cuando terminaba el primer tiempo. Y más tarde, a los 59′ Adams y Orban entraron por Sabitzer y Upamecano, y a los 69′ Wolf por Kampl y Lookman por Nkunku. La decisión acertada, para guardar piernas y reservar a sus principales figuras porque el miércoles sigue una nueva fecha.

A los 74′ Poulsen ejecutó un pase rápido y habilitó a Werner, quien entró solo al área y ante la salida del arquero local, tocó suave a la izquierda y marcó el 0-5.

Mainz propuso el ingreso de Awoniyi, para tener más velocidad con el nigeriano. Después ingresó Leandro Barreiro, jugador nacido en Luxemburgo, una variante de refresco en la mitad de la cancha. Pero el partido ya se había definido. Los cambios le daban aire, más vuelo físico al local, pero no alcanzaba para torcer un rumbo tan marcado. El turco Oztunali entró para jugar en la media cancha y Latza se sumó también al equipo de Mainz.

Muchos cambios para darle más presencia física, pero el juego ya había terminado. Lo había liquidado RB Leipzig con sus armas habituales, su fútbol vertical y ofensivo, su poder de gol y su hambre de equipo joven y, a su manera, revolucionario.


Hernán O’Donnell