El eterno romance del Real Madrid con la Copa de Campeones

Ahora se la llama Champions League, es universal y el planeta fútbol vive y gira alrededor de ella. Es el certamen de clubes más visto, valorado y reconocido en el mundo. Se observa a través de la televisión y las diversas plataformas que hoy dominan la tecnología, en todo el planeta. Pero con una u otra denominación, con televisión en blanco y negro, o con las aplicaciones que llevan las imágenes a cualquier rincón del mundo, el romance que vive el Real Madrid con la vieja Copa de Campeones es eterno. Con cualquier nombre, formato y sistema de disputa, el equipo madrileño parece el amante perfecto de esta Copa.

Y cada vez que juega, es el candidato natural. Porque la ha ganado más que nadie. A veces con más brillo; en otras, con un sistema defensivo sólido. En ocasiones, con la diosa fortuna de su lado. Otras veces, con la pequeña e inestimable ayuda externa, que puede ser muy pequeña, pero como ayuda. A veces, con los duendes que le sonríen en momentos inesperados. Y muchas veces con el peso de la jerarquía individual de las estrellas que pueblan sus planteles a lo largo de la historia. Como sea, Real Madrid, al final, siempre se abraza a la orejona. Y ya van quince veces que lo hace.

Esta vez no fue la excepción. La “Casa Blanca” estuvo “sitiada” en el inicio del partido. Porque Liverpool supo acorralarlo, a fuerza de presión en ataque, de proyecciones de sus laterales, sobre todo Alexander-Arnold, la slaida prolija de Konaté, el buen manejo de los volantes, Jordan Henderson, Fabinho y Thiago Alcántara, y la habilidad de Mohamed Salah.

Pero Madrid estuvo firme para contener. Retrocedía líneas, achicaba espacios y se sostenía en la seguridad inmensa que Courtois irradia desde la valla. después la línea de cuatro, firme y agresiva en la marca, con Dani Carvajal como abanderado, seguido por Eder Militao, Alaba y Mendy. En el medio Federico Valverde, Casemiro y Toni Kroos, y adelante de ellos Luka Modric. Karim Benzema con centro atacante y por el costado izquierdo, Vinicius Jr.

Pero el inicio fue del equipo inglés. tal es así que Alisson casi no intervino. Sí lo hicieron Alexander-Arnold, Konaté, Van Dijt y Andrew Robertson en defensa. Lo dicho, los volantes Henderson, Fabinho y Alcántara; y adelante, Salah, Mané y Luis Díaz. A los 14′ tuvo una buena llegada, tras una combinación entre Thiago, que sacó un pelotazo largo a la derecha para Henderson, este la bajó de cabeza para Arnold, el centro a Salah, y Courtois que supo resolver. A los 17′ el centro llegó desde la izquierda, conectó Salah y el balón fue atrapado por Courtois cerca del travesaño. Y la más clara, a los 20′, remató Mané de lejos, desvió Courtois, el balón dio en el palo y se desvió.

Recién a los 24′ apareció Real Madrid con un centro desde la izquierda de Vinicius para la entrada de Benzema, que Alisson resolvió bien. No fue una jugada de peligro, pero sí fue la señal del que el Madrid podía llegar y estaba vivo.

A los 33′ volvió a avisar el Liverpool. Konaté salió del fondo con una doble gambeta, abrió a la derecha para Arnold, el centro fue para Salah y su cabezazo fue controlado por Courtois, que a esta altura ya era figura.

El primer tiempo se cerró con una llegada del Madrid que Benzemá terminó con una buena definición, pero había recibido en off-side y así lo determinó el VAR. Pero Madrid mostraba su carta más peligrosa, amén de esa amenaza permanente que es cuando ataca. Porque lo puede hacer poco, pero cada vez que llega al arco rival, hay una temible sensación de gol.

En el complemento, el equipo español mantuvo la disposición del cierre del primer período; se adelantó en el campo y el juego lució equilibrado. Y cuando llegó, lastimó.

Fue a los 58′; desde la derecha apareció solo Valverde, cruzó un remate fuerte, de esos llamados “buscapié”, pasó a Benzema pero encontró la aparición de Vinicius por izquierda, que con un remate cruzado venció a Alisson Becker para poner el 0-1, ya que el Real Madrid cumplía las funciones de visitante.

Fue un golpe letal, de esos que definen esta clase d partidos. Porque la escuadra de Carlo Ancelotti se acomodó al juego que mejor juega y que más le gusta: agruparse en su campo, achicar espacios, cerrar caminos, y amenazar de contragolpe.

Kloop mandó a Diogo Jota por Luis Díaz cuando iban 64′. Y los rojos empezaron a inclinar la cancha a su favor, pero en cada llegada de los blancos había una gran sensación de gol. Así, a los 75′ Casemiro no supo aprovechar un tiro libre bien ejecutado que lo dejó solo para definir, pero prefirió el centro atrás. A los 76′ Keita entró por Henderson, y Roberto Firmino ingresó en lugar de Thiago Alcántara, en el Liverpool. Kloop se jugaba las últimas cartas.

Lo tuvo a los 79′ con una pared entre Salah y Firmino, que Jota remató y Courtois sacó al corner. luego vino otra llegada clara de Salah, que Courtois desvió al corner con su brazo derecho.

Carlo Ancelotti hizo su primera modificación a los 84′, cuando Camavinga reemplazó a Valverde. El Madrid se acomodó en su campo, cortaba con decisión y siempre estaba Courtois para solucionar el último inconveniente. A los 89′ Dani Ceballos entró por Luka Modric, en el segundo cambio del Madrid, y a los 90+2′, Rodrygo ingresó por Vinicius, en la tercera variante de la “Casa Blanca”.

Empujó Liverpool, pero Madrid no se quebró. Siempre hubo una pierna más para sacar, una hombre más para despejar, y Courtois para tapar cada vez que se lo requería.

Otra vez la Copa se abrazó a su amante preferido. El que la conquista a veces con besos; en otras, con inteligencia. Otras noches, con palabras elegantes, y a veces con la seducción del sacrificio y la humildad. Alguna tarde fue con un recital de fútbol, otras con regalos elegantes, y a veces con una dosis de fortuna. Con mucho brillo, o con pocas palabras. El Real Madrid siempre encuentra alguna razón para abrazar a su Copa más amada.

Hernán O’Donnell