Cristiano Ronaldo conquista Europa

Tiene el objetivo entre ceja y ceja. Quiere ser considerado el mejor jugador del mundo; aunque haya ganado varios balones de oro, y ese distintivo pueda ir implícito, entiende que es una distinción anual y por lo tanto, efímera. O por lo menos, corta. Porque varias veces también lo ganó Leo Messi; porque alguna vez estuvo considerado Andrés Iniesta. Porque para esta temporada, si el campeón era Francia, Antoine Griezmann era el más firme candidato a llevarse el premio. Por eso, para Cristiano Ronaldo el ganar el balón de oro es un premio importante, sí, pero que se ditingue más si se logran títulos importantes, Copas, torneos continentales y mundiales, con el club y con la selección. Eso puede distinguir a un jugador y llevarlo a ser el mejor de una era.

Portugal I

Cristiano pensó mucho en esta EURO. Sabía que tenía una posibilidad magnífica. Su rival directo, Leo Messi se había quedado sin la Copa América Centenario USA 2016. Pensaba que era la oportunidad de sacar una ventaja. Campeón de Europa con su club, Real Madrid, el hecho de sumar Champions League y Eurocopa era toda una invitación a soñar.

Y despertó para darle rienda al sueño. Para hacerlo realidad. Se vistió de líder y llevó al equipo por el sendero correcto en busca de la gloria.

Apareció cuando había que ejecutar penales. Fue determinante en el encuentro ante Gales. Marcó un golazo de cabeza que lo encumbró en la cima por si algún distraído pensaba en bajarlo del sitial. Y fue protagonista de la final, aún cuando sólo estuvo 20 minutos en la cancha.

Portugal II

El golpe de Payet que lo excluyó del partido no pudo arriarlo de la definición. Intentó seguir, pero fue en vano. Dejó la cancha entre lágrimas, se fue al vestuario y en 45 minutos del complemento retempló el ánimo.

Volvió para el final y lanzó una arenga grupal e individual para los 30 minutos de prórroga. Les habló a todos y cada uno. Predijo el gol de Eder (Algo así como “hoy te convertís en héroe…” dicho alguna vez); les dio ánimo y confianza. Sabía que su ambición individual estaba en los pies de sus compañeros, y en las manos de Rui Patricio.

Fue un líder en todo el sentido de la palabra. Dirigió junto al entrenador Santos; discutió tácticas y se cruzó por delante de Deschamps y todo el banco francés para demorar un cambio. Jugó el partido desde afuera.

Gritó el gol con todas sus ganas. Se abalanzó sobre el racimo de compañeros portugueses que celebraban el tanto cuando restaban 10 minutos.

Lloró y festejó. Besó la copa y se dejó fotografiar con ganas. Sonrió al mundo. Su batalla estaba ganada.

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Hernán O’Donnell