La noche alegre de Tucumán

El estadio Monumental José Fierro estaba colmado, como casi siempre. La multitud se apretujó desde temprano, porque las circunstancias así lo ameritaban. Se jugaba el partido de ida por los cuartos de final de la Copa de la Superliga Argentina de Fútbol. Y enfrente estaba River, nada menos.

Entonces, todos llegaron temprano, se acomodaron en sus lugares habituales y se prepararon para ver un partido deseado. Muchos lo hicieron con la ilusión de hacer un buen partido; otros, con el sueño de ganar. Lo que pocos habrán imaginado es que se iba a desatar un vendaval de fútbol por parte del local y que iban a vivir una goleada que les da una ventaja importante para el desquite del martes en el Monumental de Buenos Aires.

Fue un partido intenso, en el que River intentó imponer condiciones en el principio. trato de ordenarse a través del trabajo de Zuculini en la mitad de la cancha y la dinámica ofensiva que le daba Ignacio Fernández, con la potencia siempre latente de Lucas Pratto.

El equipo de Zielinski le opuso un esfuerzo muy grande en la mitad de la cancha, para ahogar a River, presionarlo y partir rápido hacia el arco de Armani a través de la habilidad de Barbona y la fuerza de Toledo y Leandro Díaz.

Tuvo ritmo e intensidad. River buscó en ese inicio, pero chocó con la firmeza de los centrales locales, Lamas y Sbuttoni, que siempre se mostraron muy firmes. Y cuando Atlético tuvo sus oportunidades, no falló.

David Barbona aprovechó un buen pase al área, entró con pelota dominada, enganchó sobre la salida de Rojas y con un violento remate venció al arquero de River para maracar el 1 a 0 cuando iban 35′ de juego.

Estalló Tucumán y el partido se volcó de forma decidida. River quiso reaccionar, pero cuando estaba en esa búsqueda de reacomodarse en el partido tuvo un segundo golpe que lo dejó desconcertado. Corner desde la derecha, cabezazo al medio del área y la aparición solitaria de Javier Toledo para señalar de cabeza el 2 a 0 a los 38′ de ese primer tiempo.

River terminaba el primer tiempo golpeado y confundido.

Atlético Tucumán aumentó su intensidad en el complemento. Fue más dinámica su presión en la mitad de la cancha. Tuvo aire para correr de la misma forma que lo había hecho en la primera parte. River se vio errático, con muchos problemas en el traslado y con imprecisiones llamativas a la hora de elaborar jugadas de peligro. Luchó el partido, pero no lo jugó. Los ingresos de de la Cruz y Matías Suárez le dieron un poco más de oxígeno en la ofensiva, pero no llegaron a desequilibrar ni a armar una fuerza de ataque con mayor peso.

Y los locales no bajaron el ritmo. Al contrario, apretaron y aprovecharon al máximo cada error de River; de una pelota que Armani no logró retener, rápido estuvo Toledo para tomar el rebote y marcar el tercer gol. Iban 79′ y el equipo de Ricardo Zielinski sellaba el 3 a 0 final.

No hubo mucho más en los minutos finales. La explosión de la gente, el canto optimista y el sueño de continuar esta historia en el desquite en Buenos Aires, que será muy difícil porque River tuvo una actuación fallida y se puede recuperar pronto; de hecho, aún están frescos los 6 goles que le hizo a Aldosivi…

Pero eso hoy no le importa a la ciudad. Hoy es una noche para celebrar, para guardar en la memoria y recordar cada vez que haga falta como la noche mágica en que le convirtió tres goles a River Plate…



Hernán O’Donnell