Parecía que la serie semifinal entre Peñarol y Botafogo se había definido con el 5-0 que el “Fogao” había logrado en el partido de ida en Río de Janeiro. Pero quedaba mucho carretel en el hilo, porque el desquite se jugó durante muchos días, en distintos escenarios y diferentes lugares y momentos. Fuera de la cancha, por supuesto. Con las reminiscencias de las lamentables peleas entre hinchas en el primer juego, con las repudiables amenazas en las redes sociales, con la intervención de la política, y el pedido de jugar sólo con público local, más la exigencia del Comité organizador de que hubiera público visitante, hasta llegar al cambio de escenario: del Campeón del Siglo, la casa del “Manya”, se pasó al mítico Estadio Centenario. Una semana llena de dimes, diretes, acusaciones y respuestas. Hasta que llegó la hora del fútbol.
Y allí se vio un partido vibrante, sobre todo en el primer tiempo. Peñarol buscó con mucha intensidad, generó situaciones, convirtió un golazo y alimentó la ilusión. Pero una irresponsabilidad de su arquero Aguerre lo dejó con un futbolista menos en el entretiempo y todo se le hizo cuesta arriba. Y si bien mantuvo la esperanza hasta el final, Botafogo aguantó el vendaval y disputará la Final de la Copa CONMEBOL Libertadores 2024 ante Atlètico Mineiro.
El equipo local formó con Washington Aguerre; Pedro Milans, Javier Méndez, Guzmán Rodríguez y Maximiliano Olivera; Rodrigo Pérez, Damián García; Jaime Báez, Leonardo Fernández, Leonardo Sequeira; Maximiliano Silvera.
El conjunto brasileño arrancó con John; Vitinho, Bastos, Adryelson y Alex Telles; Danilo, marlon Freitas, Matheus Martins, Tché Tché y Jefferson Savarino; Tiquinho Soares.
Peñarol salió con mucha determinación y empujó a Botafogo contra su área. El equipo estaba bien adelantado, con la línea de defensa en el medio campo, y el resto posicionado en zona visitante. A los 17′ tuvo la primera llegada con un disparo de Leo Sequeira que salió por encima del travesaño. Respondió el “Fogao” con un tiro libre de Telles, a los 21′, que salió muy cerquita.
Cuando parecía que el atropello del local aflojaba, y la visita volvía a llegar, esta vez con un tiro de Savarino a los 28′, que rozó el palo derecho, llegó el primer campanazo del “Manya”.
Iban 30′ y Jaime Báez sacó un tremendo remate, que se metió en el ángulo superior izquierdo de John, para marcar el 1-0 a favor de Peñarol.
Entonces, el Estadio Centenario se transformó en una caldera de gritos, cantos, y entusiasmo. Peñarol creyó en la utopía. Y sintió que la hazaña era posible cuando un cabezazo de Rodrigo Pérez, tras recibir de un tiro de esquina, se estrelló en el poste derecho de John, a los 32′.
El equipo ahogaba al rival antes de que pudiera llegar a la media cancha, y de ahí nacían todos los ataques. A los 45+1′ tuvo otro tiro de esquina, y otra vez cabeceó Pérez, esta vez más al medio, y John atrapó la pelota. Peñarol cerraba el primer tiempo con mucho dominio sobre el rival, lo que le daba un margen de ilusión para concretar lo que era un sueño imposible.
Sin embargo, tras finalizar la primera etapa una insólita acción de su arquero Washington Aguerre iba a ponerle un freno a tanta intensidad. El arquero local no tuvo mejor idea que darle un puntapié a su colega John, ante los ojos del árbitro, quien no dudó en sacarle tarjeta roja. Tal vez exagerada y una amonestación hubiera resultado suficiente, pero la agresión existió y el juez es quien imparte justicia.
El entrenador local Diego Aguirre debió hacer una variante obligada, para poner al arquero suplente, Guillermo de Amores, y sacar a un jugador de campo; el elegido fue Damián García. Botafogo también hizo un cambio, que le resultó positivo: Thiago Almada ingresó en lugar de Matheus Martins.
Y ya nada fue lo mismo. Durante un buen tiempo, el local sintió el cimbronazo. Intentó dominar igual, pero con menos fuerza que la que había tenido en la primera etapa. A los 57′ Artur Amorim realizó la segunda y tercera modificación de su equipo; Carlos Eduardo entró por Tché Tchê, y Mateo Ponte ingresó en lugar de Vitinho.
En el local, Aguirre efectuó tres variantes más a los 59′. Lucas Hernandez reemplazó a Maximiliano Olivera; Facundo Batista entró por Maxi Silvera, e Ignacio Sosa lo hizo por el argentino Leonardo Sequeira.
Tomó mayor frescura el “Carbonero”, volvió a apretar un poco más, y a los 66′ Jaime Báez clavó otro golazo con un remate de media distancia, para poner el 2-0 a favor de Peñarol. Y otra vez la gente hizo temblar a las tribunas del célebre Estadio.
Botafogo trató de reordenarse con un cambio. Cuando iban 67′ Allan entró por Bastos.
Pero no fue suficiente, porque a los 69′ se fue expulsado Mateo Ponte en la visita, y los equipos quedaron en la misma cantidad de jugadores. Iba a sufrir un poco más el “Fogao”.
Aguirre jugó su última carta a los 76′, con el ingreso de Felipe Avenatti por Pedro Milans. Pero el equipo ya había empezado a dar muestras de cansancio por tanto esfuerzo físico. Y Botafogo se animó a salir un poco más, como lo hizo a los 78′, con un contragolpe de Marlon Freitas que De Amores le tapó en un brillante mano a mano.
Tenía aire la visita, con la dinámica que le daba Thiago Almada. A los 87′, el volante Campeón del Mundo, recibió un balón sobre la izquierda, giró y dejó atrás a su marca, habilitó a Marlon, este devolvió para él, y con un gran toque a la reda, Almada puso el descuento para Botafogo. Ahora el local ganaba 2-1, pero el global indicaba un 1-6 para el equipo brasileño.
El golazo de Facundo Batista, con una gran definición, a los 88′ de juego, le dio paz y dignidad al alma de Peñarol, que cerró el partido con una victoria de 3-1. Fue una actuación muy digna, que no alcanzó para remontar la derrota en el encuentro de ida.
Botafogo tuvo una noche deslucida, pero no quita todo su recorrido en la Copa y tampoco desmerece su situación de finalista. Tiene un sueño grande, y a él se quiere aferrar.
Hernán O’Donnell