Messi acomoda las piezas, Suárez encuentra el arco, y Barcelona vuelve a decir presente

El comienzo fue preocupante. Apenas dos minutos de juego y todo parecía entrar en un cono de sombras. Una distracción, un arranque del Inter y ese formidable jugador-goleador que es Lautaro Martínez entró al área como un tren imparable y abrió el marcador con un remate cruzado para que Inter se pusiera 0-1 cuando iban, reiteramos, tan solo 2′ de juego.

Le costaba al local imponer su juego; no encontraba el ritmo, armaba jugadas a partir de la movilidad de Messi, pero no podía franquear la defensa italiana. Por momentos, amagaba con lastimar, pero fallaba en la puntada final. A veces Griezmann, a veces, Suárez. Lo cierto es que no surgían los definidores. Y la visita se animaba a partir de la vocación ofensiva de Lautaro y Alexis Sánchez, la presencia de Candreva y el talento de Sensi, de muy buen primer tiempo.

Barcelona intentaba desde afuera. Primero Messi, después el francés Griezmann. Remates de larga distancia para intentar convertir, pero Handanovic siempre lucía seguro.

Inter, con el correr de los minutos, se paraba de contragolpe. Y amenazaba en cada lanzamiento. El problema era que la defensa italiana se había cerrado y poco podía hacer el local. Buscaba a Messi, abría la cancha y luego venía un centro para la entrada forzada de un cabeceador, o el rechazo de los defensores. Era una madeja difícil de sortear. Y el peligro que siempre encerraba Sensi en cada jugada que iniciaba. Incluso, sobre el cierre, un cabezazo perfecto de Lautaro Martínez fue rechazado al corner por Ter Stegen con un manotazo providencial, con el que evitó que la visita aumentara el marcador.

En el segundo tiempo, la cosa parecía complicarse. Barcelona se refugiaba en los pies de Messi y en el ingreso de Arturo Vidal por un errático Busquets. Inter metía contras veloces y preocupantes. Hasta que a los 58′ Vidal habilito de derecha a izquierda a Luis Suárez quien sacó una volea impresionante, de media vuelta y desde afuera del área grande, para colarse en el ángulo inferior izquierdo de Handanovic. 1 a 1 y la calma que se metía en el Camp Nou.

Después entró Dembelé, quien se mostró activo, rápido y peligroso. Un remate suyo, alto, apenas arriba del travesaño fue una clara oportunidad para el local. Y el tiempo pasaba con un Barcelona que intentaba y un Inter que ya pensaba en el regreso a Milano, con pocas piernas y lucidez para afilar un contragolpe dañino.

En eso estaba el reloj, ya miraba su parte final, y el partido acababa. Entonces aparecieron los “mellizos” de Cataluña. Messi controló, se amacó por el borde del área y le entregó el pase preciso a Suárez para que ingresara por el medio y sacara el tiro de la victoria cuando se jugaban 84′. Era el 2 a 1 y la explosión de alegría del Camp Nou.

Barcelona daba vuelta la historia y se acomodaba en la Champions League. Ese torneo que le obsesiona, que lo quiere desde siempre y más en estos tiempos de dominio reciente del Real Madrid.

Una Copa que desea y anhela, pero que tendrá un duro recorrido en un grupo donde los alemanes de Borussia Dortmund y los rivales de ayer, se empecinaran en complicarle la vida y no dejarle servido un sendero de rosas.


Hernán O’Donnell