Liverpool y una receta tan inquietante como efectiva para triunfar

En el sábado de “Halloween”, el Liverpool recibió al West Ham en un partido apretado y reñido hasta el pitazo final. El encuentro se decantó por el anfitrión pero dejó un sabor amargo en las acciones del equipo de Klopp. El equipo londinense trajo consigo el envión anímico de la remontada ante Tottenham e iba por otra hazaña en casa de los campeones de Inglaterra.

Desde el inicio del partido Liverpool manejò la posesión pero sin causar sobresaltos en el equipo londinense, el cual tuvo facilidad en instalar su plan de juego. Tras aguantar los ataques iniciales del local, el equipo de David Moyes logró salir sin apuros de su campo y en su primera llegada castigó al conjunto “Red”. Fue a través de un centro rechazado a medias por Joe Gomez y aprovechado por el español, Pablo Fornals, quien colocó con suma tranquilidad el balón en el palo derecho de Alisson Becker. 1-0 a los 10′ en la visita a Anfield, sin embargo, aún restaba una eternidad y un sinfín de opciones para el dueño de casa.

No fue fácil para el local volver al partido, la defensa visitante era una muy cerrada y que con confianza se potenció y frustró todas las llegadas del trío ofensivo Red. El paraguayo, Balbuena, se lució y junto a sus compañeros centrales (Ogbonna y Cresswell) brindaron seguridad en el fondo del equipo “Hammer”. Finalmente, y tras varios intentos, el ataque constante tuvo sus frutos y Salah obtuvo un penal, el cual canjeó por gol a los 42′. Por más perseverancia que eficacia, el Liverpool logró el empate y consiguió tranquilizarse aunque no logró plasmar esa mentalidad calma en su juego.

Mohamed Salah, especialista desde el punto penal

La segunda mitad no fue muy distinta a la inicial, Liverpool mantenía la pelota pero no preocupaba seriamente a su rival, entonces Klopp movió el banco y encontró la solución a sus problemas. El ingreso de Shaqiri y Diogo Jota brindó nuevas amenazas ofensivas y piernas frescas a un partido sumamente desgastante. La flamante incorporación proveniente del Wolverhampton anotó por duplicado aunque su primera anotación fue anulada por una jugada peligrosa de Mané. La segunda vez que encontró la red, lo hizo gracias a una gran jugada colectiva que destacó por un milimétrico pase filtrado de Shaqiri y una definición ortodoxa del portugués ante la salida de Fabianski. Fue a los 85′ y le dio la victoria a un equipo que no se lució pero triunfó gracias a sus múltiples opciones y a su mentalidad ganadora, la cual constantemente es puesta a prueba.

Liverpool se trepó a la cima de la Premier League pero no logra replicar sus mejores momentos futbolísticos. Debido a lesiones, contagios de Covid-19 y factores adicionales, no logra mantener una alineación fija y esto perjudica su constancia. Gana pero no disfruta, y las lesiones de Fabinho, Van Dijk y Thiago hacen que su defensa pierda jerarquía y su mediocampo quede despoblado por momentos. Definitivamente deberá cambiar algo porque son muchos partidos seguidos en los que no logra imponer su estilo y gana gracias a la jerarquía de jugadores como Salah, Manè y Jota. Este último siendo, probablemente, el mejor jugador del equipo actualmente y el más decisivo.

Diogo Jota, el héroe reciente de Liverpool.

Se aproxima una semana decisiva para los Reds, quienes visitarán Bérgamo y Manchester, para enfrentarse al Atalanta y al conjunto “citizen”, respectivamente. La defensa deberà afianzarse antes de verse las caras con dos de los ataques m

Se aproxima una semana decisiva para los Reds, quienes visitarán Bérgamo y Manchester, para enfrentarse al Atalanta y al conjunto “citizen”, respectivamente. La defensa deberà afianzarse antes de verse las caras con dos de los ataques más goleadores de Europa. Será sin duda una prueba de fuego para este equipo que ya lo ganó todo y ahora recae en él no dormirse en sus laureles.

Federico O’Donnell

Cádiz pegó dos golpes y asaltó la punta de La Liga

El final del primer tiempo fue la mejor síntesis de lo que es el fútbol en su esencia: un deporte único, inigualable, incomparable. Fuera de toda lógica y previsibilidad muchas veces. Divorciado de la justicia otras tantas. Sorpresivo, en ocasiones. Había sido superior el Eibar a los largo de los primeros treinta y cinco minutos del partido. Más agresivo que el Cádiz, más ordenado en la conducción del balón, más adelantado en el campo, el local se las había arreglado para tener la pelota y llegar en un par de oportunidades hasta las barbas de Jeremías Ledesma, el arquero argentino del conjunto visitante.

En ese desarrollo, a los 32′ tuvo una oportunidad clara con un centro desde la derecha para la entrada por izquierda de Takashi Inui, quien de cabeza conectó con precisión, pero Ledesma estiro su pierna derecha y pudo rechazar la pelota. Después lo volvieron a exigir con un remate lejano.

Cádiz había mostrado un orden defensivo bastante prolijo y muy pronto nos iba a señalar también su capacidad de daño, porque de una contra rápida llegó el gol de Negredo a los 36′ para poner el 0-1 en el partido y enseguida, en otra transición veloz de defensa a ataque, fue Salvi el que entró por derecha y con un fuerte tiro marcó el 0-2 cuando iban 39′ del partido.

El local había sido más en ese período; con la conducción de Bryan Gil Salvatierra, Eibar se había mostrado más dominante. Tuvo buenas llegadas por las bandas a partir de la labor de Rodrigues e Inui, en tanto Kike García se sumaba al circuito de juego. Pero se descuidó en las explosiones de Cádiz, equipo ordenado en su campo y veloz para salir rápido. Bien pegadas las dos líneas de cuatro, y astutos Negredo y Anthony Lozano para elegir las partidas.

Eibar salió al segundo tiempo con dos cambios: E. Exposito entró por P. Diop y S. Enrich reemplazó a T. Inui; un volante ofensivo y un delantero para reordenar el equipo, el “9” y el “10”, dos jugadores para alimentar la esperanza de remontar la situación.

Pero Cádiz salió de otra manera y mostró una faceta más ofensiva. A los 60′ I. Alejo entró por Salvi Sanchez, y el equipo se paró con dos contenciones, tres por delante y Negredo arriba. Se adelantó unos metros y Eibar ya no tuvo el dominio territorial, con lo cual el partido era cada vez más deventajoso. A los 71′ Malbasic entró por Lozano en la visita, y a los 74′ Kadzior por Rodrigues en el local.

Bryan Gil seguía en su rol de conductor en el Eibar, Les costaba a los ingesantes influir en el desarrollo, en tanto Cádiz acumuló un par de llegadas más.

Alvaro Cervera, el DT de Cádiz, cerró el juego con tres variantes:  a los 79′ Augusto Fernandez entró por J. Jonsson, Y. Bodiger ingresó en lugar de A. Negredo y J.A. Garrido reemplazó a J. Mari; Cádiz se cerró, en forma definitiva, en los diez minutos finales.

Ya no tenía tiempo el local. A pesar de los últimos dos cambios a los  81′, cuando Y. Muto entró por Kike Garcia y R. Soares lo hizo por el argentino Esteban Burgos.

Pero no pudo hacer más el local. Cádiz tuvo certera eficacia, pegó dos golpes y alcanzó la punta de la Liga.

Hernán O’Donnell

Junior fue superior y se llevó el triunfo ante Plaza Colonia

Plaza Colonia y Junior armaron un primer tiempo muy entretenido. Con ritmo, con llegadas, con ambiciones. Tuvieron buena disposición para salir al querido Estadio “Profesor Alberto Supicci” a jugar un encuentro abierto, con la mente puesta en el arco de enfrente. Tanto el equipo de Colonia del Sacramento como el de Barranquilla salieron a jugar. Y nos entretuvimos.

Un planteo de 4-1-4-1 para el local; con Yvo Calleros como eje central, entre la línea de defensores y los cuatro volantes más adelantados. Y el brasileño Diogo, bien arriba, como punta de lanza. El equipo de Luis Amaranto Perea se ordenó con una línea de cuatro, dos contenciones, Cetré y González para abrir por las bandas y Teo Gutiérrez y Miguel Borja para preocupar por el medio.

En ese contexto, lució un poco mejor Junior. Más rápido para transitar el centro del campo, más preciso para elaborar la maniobra final y un poco más punzante para meterse en el área rival. Plaza Colonia estuvo a la altura, porque no se asustó por el compromiso y cada vez que pudo, fue directo al arco de Sebastián Viera.

En el segundo tiempo se acentuó el dominio visitante. Creció mucho el trabajo de Teo, se afianzaron los laterales, Borja tuvo más participación y así Junior empezó a encerrar a Plaza Colonia en su campo. Y las intervenciones del golero local, Santiago Mele, fueron cada vez más importantes.

Matías Rosa advirtió que Plaza perdía posiciones y empezó a meter mano en el banco de suplentes. A los 64′ F. Piriz ingresó en lugar de Alvaro Fernandez; y un rato más tarde, a los 69′ J.C. Mascia ingresó por Diogo y E. Redin entró por N. Dibble.

En el conjunto colombiano, Perea hizo su primer cambio a los 76′: entró F. Hinestroza por E. Cetre en la línea de volantes. Las situaciones para la visita se repetían y Mele tapaba y se revolcaba por el área. A los 80′ un tiro libre a favor de Junior fue ejecutado por su arquero, el uruguayo Sebastián Viera y su disparo fue al ángulo superior izquierdo de Mele, que con un vuelo magnífico desvió el balón al tiro de esquina.

Y al final llegó el gol de la visita. Una jugada por izquierda, el balón que tomó Borja y lo cambió al otro lateral con un pase a Teófilo Gutiérrez, quien entró al área y con un suelazo al piso, ante la salida de Mele, logró meter el balón cuando llegaban tres defensores casí a la línea de meta para intentar despejar el peligro. Iban 86′ y Junior se abrazaba a la victoria con el tanto de Teo; 0-1 y a esperar el final.

Ya no tuvo tiempo el equipo de Colonia del Sacramento. Empujó con más fuerza que fútbol, en tanto en Junior llegaban dos variantes más. A los 88′ S. Cardenas ingresó en lugar de L. Gonzalez y J. Sanchez entró en reemplazo de D. Moreno. Era el tiempo de ordenarse y cerrar el partido.

Junior fue más a lo largo de los noventa minutos y al final encontró su premio. Plaza Colonia tiene el desquite en Barranquilla y allí tendrá la oportunidad de poder revertir lo que no pudo hacer en casa.

Hernán O’Donnell

La capacidad de llegar al gol es el gran atributo de este Milan imparable

El Milan es un equipo que, entre muchas virtudes, tiene facilidad para llegar al gol. Sabe defenderse, elaborar juego, generar llegadas, pero tiene la virtud màs valiosa de un equipo: capacidad de gol. Lo que todo DT sueña conseguir.

Ante Sparta Praga dio una muestra más de esa caracterìstica. Porque poco había hecho hasta el balón que robó Brahim Diaz, cediò a Zlatan y el sueco condujo por derecha hasta que llegò el momento exacto del pase al español; Diaz engancho y convirtiò a los 21′ de juego para poner el 1 a 0. A pesar de que luego, a los 35′ Ibrahimovic estrellò un penal en el travesaño, tras una infracción que él recibió en el àrea, el local mostró esa cualidad tan requerida por los equipos. Puede errar penales, pero tiene un notable poder de fuego.

Sparta Praga se animó con el penal fallado y tuvo diez minutos finales del primer tiempo más que correctos, que lo ilusionaban para el complemento.

Milan salió a la segunda parte con una variante: Leao por Ibrahimovic. Y durante un lapso, el visitante fue un poco más, alentado por el marcador estrecho. Pero bastó una aceleración del equipo de Pioli para volver a golpear. Se fue Dalot por izquierda, sacó un centro con el pie derecho con “tres dedos” y Leao recibió el balón solo frente al arco para marcar el 2 a 0 a los 56′ del partido.

Sparta Praga intentò dos cambios: iban 62′ y L. Kozakentró por L. Julis y D.M. Karlsson ingresò por L. Krejci. Pero pronto llegaba el golpe final. Excelente pelotazo de Bennacer para el pique de Dalot y el lateral con un fuerte remate marcó el 3-0 a los 66′ del encuentro. Entró Conti por Calabria y a los 80′  L. Duarte en lugar de A. Romagnoli y 80′ F. Kessie por I. Bennacer; Milan era dueño del partido. Se animaba a cosas poco habituales, como el desprendimiento de los zagueros centrales. Se iba Kjaer, se iba Dalot, trepaba Kessié, todos se mostraban con confianza para atacar desde cualquier lado.

A los 87′ D. Maldini entrò por R. Krunic para cerrar el partido. Un Milan que no brilló, pero que mostró sus principales atributos y entre ellos su mejor virtud: el poder de fuego, la capacidad de convertir, el gol que siempre está latente en sus ataques, para sostener esta racha impresionante que lo lleva a la bùsqueda de su lugar en el mundo.

Hernán O’Donnell

La goleada de United revivió las viejas noches de gloria en Manchester

RB Leipzig salió a jugar en Old Trafford como lo hace en cualquier estadio del mundo. Sin complejos, sin temores. A buscar el resultado, a presionar bien arriba y a tratar de conseguir la victoria. Pero enfrente no había cualquier equipo, o, por lo menos, no era un equipo más. Manchester United es un grande de Europa, y aunque no esté en su momento de esplendor siempre tiene un nombre, una camiseta y una cancha que las hace respetar.

Entonces fue lógico lo que pasó en la primera etapa. El equipo alemán salió a atacar con el equipo bien adelantado, el trajinar de Kampl en la media cnacha, la habilidad de Forsberg para la creación, la dinámica del español Dani Olmo para buscar la verticalidad y Poulsen con su prédica en el centro del ataque. pero en cuanto le dejó unos espacios, Manchester United apareció. Primero con Fred y un remate de lejos que Gulacsi sacó al corner; y más tarde, a los 21′, con una jugada de Pogba, el pase al pique de Greenwood y su remate cruzado para marcar el 1 a 0.

Después se retrasó el local; entendió que podía manejar el partido de contragolpe, a través del trabajo de Martial, la velocidad de Pogbá y la conducción de van de Beek.

Para Leipzig se complicó el juego porque se le achicaron los espacios, pero mantuvo el control y se aproximó a la zona del arquero español David de Gea, pero no tuvo profundidad para herir.

En el complemento United aceleró y se llevó por delante a su rival; lo trituró con estocadas que lo abrieron en su defensa hasta edificar una goleada impensada hasta el descanso. pero se repitieron errores en la defensa visitante, ofreció muchas ventajas y lo pagó muy caro.

A los 62′ M. Sabitzer entró por B. Henrichs en el equipo de Nagelsmann, en tanto Solskjær decidió que Marcus Rashford entrara por M. Greenwood y S. McTominay ingresara en lugar de N. Matic en el local. RB Leipzig tuvo una chance a los 64′ con un cabezazo de Konaté que de Gea sacó al corner y a los 67′ Bruno Fernandes entró por van de Beek en el United, en tanto ingresaba A. Sorloth por C. Nkunku en el conjunto alemán.

Ahí empezó la demolición del local al visitante. Iban 69′ cuando Fernandes ejecutó un tiro libre al vacío para la entrada de Martial que Gulacsi pudo tapar; a los 74′ Rashford picó desde su campo en una contra que armó Fernandes y marcó el 2 a 0 ante la salida de Gulacsi. Leipzig intentó una reacción con el ingreso de J. Kluivert por K. Kampl a los 75′, pero vendrían más golpes.

A los 78′ Sabtizer no pudo sostener el balón, intentó entregárselo a Upamecano, este quiso salir y se la birló Rashford que se fue derecho al arco visitante para marcar el 3 a 0. United ajustaba una vicotria importante y metía dos variantes para el tramo final: iban 80′ cuando A. Tuanzebe entró por A. Wan-Bissaka y el uruguayo Edison Cavani reemplazó a P. Pogba.

Ya la partida estaba resuelta cuando llegaron dos golpes más. A los 86′ Sabitzer se tiró ante la entrada de Martial y no hizo más que cometer un penal que Martial transformó en el 4 a 0. Y a los 90+1′ llegó una puñalada más; una jugada de izquierda hacia el centro, el pase a la entrada de Rashford quien con un violento remate marcó el 5 a 0 para el local.

Manchester United cerró un estupendo segundo tiempo con un concierto de goles y llegadas. Aprovechó todas las ofertas de una endeble defensa visitante y gritó en cada uno de sus ataques, para volver a vivir una noche de copas a pleno, como en aquellas viejas jornadas de gloria en un Old Trafford que extraña su rugiente multitud.

Hernán O’Donnell

Roma no se entregó y al final le empató al Milan

Al minuto de juego Rafael Leao enganchó por izquierda, esperó el pique de Zlatan, que había tocado bien con Calhanoglu en el inicio de la jugada, y puso el balón entre el punto del penal y el borde del área chica, para que apareciera por allí el fantástico sueco y marcara el 1 a 0 para el Milan, en un anticipo genial a la salida del arquero visitante, Antonio Mirante.

Apenas nacía el partido y Milan aventajaba a la Roma, en un anuncio de lo que íbamos a ver. Un partidazo.

Se esperaba un encuentro de esas características. Abierto, con llegadas, ambicioso. Un partido con dos equipos que juegan a jugar, en esta transformación de la Serie A italiana, que pareciera querer dejar atrás años y años de “Catenaccio” y especulaciones para darle paso a esquemas ofensivos y audaces. Milan llegaba con una inmensa racha invicta de 21 partidos, cuya última caída se remontaba al 8 de marzo último. Y Roma, tras una goleada a Benevento, y la enorme ilusión de entreverarse en la lucha por el Scudetto. El gol de Ibrahimovic anunciaba un lunes a pleno fútbol y emociones.

Roma no se derrumbó con ese golpe inicial. Se afirmó en su línea de cuatro medios y apuntaló a Dzeko para iniciar la lucha por el empate. Y en una jugada de balón parado llegó a la igualdad. Iban 13′ cuando vino el corner desde la izquierda y Dzeko les ganó a todos en el salto para marcar el 1 a 1 parcial.

Otra vez, como al principio. No había salido bien el arquero local, Tatarusanu, reemplazante de Donnarumma quien debió dejar su lugar por haberse contagiado de Covid-19, igual que el delantero noruego Hauge.

Milan volvió a retomar la iniciativa, sostenido en la velocidad de Saelemaekers, la habilidad de Leao, la conducción de Calhanoglu, el sosten de Kessie y Bennacer, las subidas de Theo Hernández…y el talento inagotable de Ibrahimovic. Enfrente, Pellegrini y Lorenzo Spinazzola, con la apertura de sus delanteros, Pedro y Mkhitaryan, que intentaban abrir los epsacios para aprovechar la altura de Dzeko. Calhanoglu sacó un buen remate a los 20′ que atrapó bien el arquero de Roma y a los 29′ lo perdieron tras un rebote en el poste cuando entraba Kjaer por ese sector. A los 42′ hubo un gran remate de tiro libre de Calhanoglu que Mirante sacó al corner. El local cerraba el tiempo con una mejor imagen.

El gol de Saelemaekers a los 47′ anunciaba un segundo tiempo emocionante. Milan quedaba adelante por 2 a 1 y parecía encaminar el encuentro. Pero faltaba mucho por jugarse.

Paulo Fonseca movió el banco. Iban 65′ y el brasileño Bruno Peres ingresó por R. Karsdorp. Había que volver a remontar el resultado. Stéfano Pioli sintió que era el momento de renovar el equipo. A los 71′ R. Krunic ingresó en lugar de A. Saelemaekers y S. Castillejo entró en reemplazo del portugués R. Leão.

Veretout igualó de penal a los 71′, en una jugada discutida pero que no sería la última polémica del partido. lo cierto es que el equipo de la capital italiana llegaba al 2 a 2. Y a los 74′ Bryan Cristante ingresaba por Pellegrini; más aire y piernas para la batalla de la mitad de la cancha.

Otra polémica, otro penal. No pareció infracción de Mancini a Calhanoglu; más bien nos dejó la sensación que el volante ofesnivo del Milan chocó al defensor visitante. Para el juez Piero Giacomelli fue falta en el área y el penal lo ejecutó Ibrahimovic a los 79′ para marcar el 3 a 2.

Roma quedó una vez más en desventaja. Y volvió a levantarse. Faltaba muy poco, pero no se entregó. Y tuvo su recompensa.

A los 84′ tuvo un corner desde la izquierda; el centro llegó bien cerrado, Zlatan quiso despejar de taco y el balón cayó sobre el poste más lejano para la entrada atenta de Kumbulla para sellar el 3 a 3.

Partidazo de principio a fin. Milan perdió dos puntos al final, pero conservó su largo invicto que prolonga desde marzo y ya son 22 partidos consecutivos que no conoce la derrota. Roma tuvo el premio al esfuerzo y la perseverancia. Los dos nos regalaron un lunes de fútbol y sonrisas.

Hernán O’Donnell

Juventus chocó con Silvestri y Verona se enamoró del empate

Fue un partido entretenido, que creció con el corre de los minutos. Fue de menor a mayor; pareció que iba a resultar un clásico 0 a 0, con poco fútbol y mucho tedio. Parecía que la ausencia de Cristiano Ronaldo lo iba a eclipsar todo. Y, sin embargo, resulto un encuentro entretenido y emotivo sobre el final.

Juventus trató de imponer condiciones con el juego de Dybala, las proyecciones de Cuadrado, el trajinar de Rabiot, la dinámica de Arthur y la peligrosidad de Morata. Hellas Verona no se escondía; sabía que meterse atrás hubiera sido algo parecido a resignarse a una derrota y le planteó la lucha en la mitad de la cancha.

A los 40’ tuvo la mejor ocasión el local, con un remate fuerte del colombiano Cuadrado y el travesaño devolvió la pelota. También tuvo una ocasión con Moratta a los 44’, pero el VAR determinó que estaba, una rodilla, en posición fuera de juego.

En el complemento, Ilic entró por Tameze a los 50’; más tarde, a los 54’ Magnani ingresó por Ceccherini y Favilli por Kalinic. Era el tiempo de mover el banco para darle aire al visitante.

Entonces llegó la jugada colectiva, del medio hacia la izquierda, el desborde de Zaccagni, lallegad de Favilli y el gol de Verona a los 60’ para poner el partido 0-1 para la visita.

Pirlo decidió, en ese momento, que Kulusevski ingresara por Bernardescchi. Un minuto más tarde, Barak debió entrar por Favalli, quien sintió un tirón en el isquiotibial derecho en el momento de lanzar al gol.

Juventus soltó amarras. Se fue al ataque, a la búsqueda de la igualdad. Verona se retrasó y empezó a aguantar el partido. Entonces Silvestri se convirtió en figura. Una y otra vez. A los 77’ Kulusevski logró entrar por derecha, amagó una y otra vez y sacó un remate que se transformó en el 1 a 1.

Y el local fue por todo; a pesar de los contratiempos. Puso a Vrioni por Ramsey a los 88’ y en los minutos de descuento, que fueron seis, sacudió una y otra vez la defensa visitante, pero siempre apareció Mateo Lovato para cortar o Silvestri para volar. El arquero le tapó un remate a Dybala, un cabezazo a Moratta y un tremendo disparo a Cuadrado. Todo en los minutos finales.

Así aseguró el heroico empate de Hellas Verona y le dejó la insatisfacción al local, que perdió dos puntos importantes en un lucha que recién empieza.

Hernán O’Donnell

Hamilton fue inalcanzable en Portugal y pulveriza récords

Ahora el campeonato empieza a definirse. La carrera de Hamilton fue lucida, inteligente, contundente. Superó los inconvenientes iniciales, supo estar tercero, pero luego agarró la punta y no la largó más, solo por unos segundos cuando se detuvo en boxes en la vuelta 41. Impecable como nos tiene acostumbrados, sumó su triunfo número 92 y parece decidido a batir todos los récords. El Gran Premio de Portugal fue suyo y el título parece inexorable.

La largada y sus primeras vueltas trajeron emociones a granel; una buena largada de Mercedes, primero Lewis Hamilton, detrás Valteri Bottas y Max Verstappen muy cerca. En eso estaban en las primeras curvas cuando apareció Checo Pérez y rozó al Red Bull para salir de pista y quedar en el vigésimo lugar; en tanto Bottas superaba a Hamilton, Carlos Sainz aprovechaba el toque anterior y se metía tercero y en una duda del inglés lo superó para quedar segundo. Pero no se detendría allí. Enseguida, lo pasaba a Bottas. El español, para sorpresa de todos, se ubicaba primero con su Mc Laren.

Llegabámos a la vuelta 9 y las cosas se empezaban a ordenar según las expectativas. Bottas retomaba la primera posición; luego era Lewis Hamilton el que superaba a Sainz y más tarde Verstappen se imponía sobre el español. En la vuelta 14 ya el orden era Bottas, Hamilton, Verstappen, Leclerc, Sainz. Mientras, “Checo” Pérez comenzaba una remontada espectacular. Luego de ese toque con Verstappen, y tras quedar en el 20º lugar, comenzaba a pasar. En la vuelta 16, ya estaba 18º.

La distancia de Bottas sobre Hamilton comenzó a acercarse. El inglés acortó distancias y en la curva 1 tras llegar a los 20 giros, lo superó de modo impecable.

Ahí comenzó una escapada del inglés. Fue superarlo y marcar el récord de vuelta. En dos vueltas, le sacó 3″. Empezaba la carrera de Lewis. La diferencia con su compañero se estiraba cada vez más, hasta llegar a los 6″, mientras Verstappen se retrasaba tras su parada en pits y Sergio Pérez continuaba su espectacular remontada y en el giro 27 llegaba a ubicarse noveno, detrás de la Ferrari de Sebastian Vettel.

En la vuelta 32, la distancia de Hamilton con Bottas alcanzaba los 8″. Era muy fuerte el ritmo del inglés, en tanto le costaba a su compañero seguirlo. Leclerc, que quedaba tercero, estaba a 27″. Faltaba media carrera, pero todo parecía hacerse previsible.

En la 35 se dio una lucha tremenda entre Pérez y Esteban Ocon por el quinto lugar, con superaciones mutuas hasta que prevaleció el mexicano y se quedó con la posición. Adelante, Leclerc se había detenido en boxes y Verstappen aprovechó para ubicarse tercero y dejar al farncés en el cuarto lugar.

La parada de Hamilton se produjo en la vuelta 41, y ahí Bottas tuvo, por un momento, otra vez la punta de la carrera. Pero en el giro siguiente fue el finlandés el que entró en los boxes y Lewis retomó la conducción del espectáculo. En la vuelta 46, ya la diferencia era de 14″.

La lucha se dirigía en los puestos de punta. Entre Pierre Gasly y Pérez, entre Vettel y Kimi Raikkonen. Pero para Lewis la carrera se volvía cada vez más favorable; en la vuelta 59 alcanzaba una diferencia de 19″ y en la vuelta 63 tomaba 22″ de distancia. En tanto, en el giro 65 Gasly superó a Pérez y se metió en el quinto lugar.

Pero nada preocupó a Hamilton; hizo un Gran Premio contundente, con récords de vuelta que se superaban giro a giro hasta establecer una diferencia con el segundo llamativa. Condujo a toda velocidad y nadie pudo acercarse. El mundo parece rendirse a sus pies.

Hernán O’Donnell

Pelé, la verdad del fútbol cumplió 80 años

Tenía solo 9 años cuando encontró a su padre sentado en living de su casa, con la radio encendida y la narración que traía los ecos de la derrota de Brasil ante Uruguay en el último partido de la Copa del Mundo de 1950. Su progenitor estaba triste; lloraba y sufría, con la mirada perdida. “No te preocupés, papito; yo voy a ganar un Mundial para vos”, intentó consolarlo. En Bauru hacía frío aquella tarde de julio; las noticias que llegaban desde Río de Janeiro, a unos 500 km de distancia, describían el drama y la tristeza deportiva que inundaban a todo un país. El niño sintió que debía abrazar a su padre y le transmitió un mensaje de esperanza con la inocencia de los primeros años. Y enseguida regresó a la calle para continuar con su juego favorito, rodeado de chicos como él, que a los 9 años estaban ajenos a todo lo que significaba el mundo de los adultos. El Mundial, para ellos, estaba en sus partidos de los domingos a la tarde.

Tenía 9 años, entonces. Y muy poco tiempo después, cumplió su promesa. A los 17 años fue el conductor, el estratega, la estrella de un Brasil que rompió el maleficio y se consagró Campeón del Mundo en la Copa de Suecia 1958. Apenas ocho años tardó en hacer realidad lo que había prometido con la inocencia de un niño. Entonces, aún era un adolescente. Había logrado en poco tiempo una meteórica carrera; apenas dos años antes había arribado a Santos para integrarse a sus divisiones menores. Su padre, Dondinho, había sido un centro atacante en equipos semi profesionales, y cuando tuvo una oportunidad en Atlético Mineiro, una choque en un partido frente a Sao Cristovao derivó en una lesión en su rodilla de la que no se pudo recuperar. Eran los inicios de 1942, la medicina deportiva no estaba tan desarrollada y allí se frustraron los sueños de su progenitor. Pero había visto algo en su hijo, y por eso le inculcó dos cosas: llevar el balón lo más cerca de su cuerpo posible y manejar las dos piernas.

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En 1956 se incorporó a Santos y en 1958 ganó el Mundial con la selección de Brasil. En ese lapso, donde debía estar en algún equipo juvenil, deslumbraba en las prácticas, gambeteaba con facilidad a los futbolistas de la primera división, llamaba la atención. Y cuando se lesionó Vasconcelos, el “10” titular, tomó su puesto y ya no lo dejó. “Esa camiseta era mía”, rememoró mucho tiempo después Vasconcelos, “pero llegó un muchacho flaquito y me di cuenta que la había perdido para siempre”.

Debutó en Primera a los 15 años, en Septiembre de 1956. Entonces dejaba de ser Edson para tomar el apodo por el cual lo conocería el mundo entero: “Pelé”. Su sobrenombre de chico, en su barrio y su hogar, era “Dico”, pero este se perdió al llegar a Santos. En muchos de sus biografías intentó explicar el origen del famoso apodo, del cual se han escrito varia teorías. Para él también resulta imposible decir cual es la verdadera, pero cree que la teoría de su tío Jorge puede ser la más cercana a la realidad. A Edson le gustaba jugar de niño, en ocasiones, como arquero. Y el portero del equipo de su padre era apodado “Bilé”; así le gritaban a él entonces, “Bilé”, que por deformación derivó en “Pelé”. Sea como sea la verdadera historia del apodo, PELE, en mayúsculas se convertiría en la verdad del fútbol.

En 1957 lo convocaron para la selección nacional de Brasil. La película tomaba una velocidad que ya no podría detener. Hacía menos de un año que había debutado en la primera división y ya le tocaba enfrentarse con la Argentina por la Copa Roca. Luego consiguieron la victoria en las eliminatorias que les permitió llegar a Suecia, y allí Brasil comenzó una cadena de éxitos conducido por un joven, Pelé y un soñador de aire despreocupado y piernas chuecas que también deslumbraría al mundo: Garrincha. Los dos estuvieron cerca de quedar desafectados del equipo nacional, por recomendación de un sociólogo quien había manifestado, en el caso de Pelé, poca fortaleza mental y espíritu infantil. No iba a estar preparado, en el plano mental, para la competencia. El Direcor Técnico, Pedro Feola, siguió su instinto y pensó que lo necesitaba para jugar al fútbol. Y lo llevó al mundial, igual que a Garrincha.

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El debut fue con Austria, 3-0. Luego, empate con Inglaterra, 0-0. Más tarde, 2-0 a Unión Soviética con dos goles de Vavá. En cuartos de final, apareció la estrella. Un gol para vencer 1 a 0 a Gales. 3 goles a Francia en las semifinales que Brasil ganó 5 a 2. Y otros dos goles a Suecia en la gran final ante el local para vencerlo también por 5 a 2 y gritarle al mundo que Brasil era el merecido campeón.

Jugó los dos primeros partidos del Mundial de Chile 1962. Convirtió el segundo gol ante México para ganar 2-0, se lesionó en el empate ante Checoslovaquia por 0-0 y ya no pudo volver al equipo titular, que también salió Campeón. Con menos protagonismo, era la segunda Copa de Pelé.

Mientras, sumaba goles y títulos con el Santos. Ganó la Serie A con su equipo entre 1961 y 1965; volvió a salir campeón en 1968. Fue Campeón con Santos de la Copa Libertadores de América en 1962 y 1963; también esos dos años ganaron la Copa Intercontinental, hoy homologada como la Copa Mundial de Clubes.

El Mundial de Inglaterra 1966 fue una pesadilla de patadas y golpes que recibió el equipo y sobre todo, Pelé. La victoria inicial ante Bulgaria, con tantos de él y Garrincha no trajo tranquilidad. De hecho, Pelé no jugó el segundo partido, donde cayeron ante Hungría y el último de la zona, frente a Portugal, también fue derrota y salida de Pelé por las infracciones recibidas.

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Pero el libro tenía reservado el mejor capítulo para el final. Lo más sublime de su majestuosa carrera. El Mundial de México 1970, el que lo consagró como el Rey del Fútbol Mundial.

El debut fue ante Checoslovaquia. 4 a 1, un gol de Pelé, y la gente que empezaba a vislumbrar a la mejor selección de todos los tiempos.

En el segundo partido, Brasil venció a Inglaterra por 1 a 0 con gol de Jairzinho. Y en el tercero le ganó 3 a 2 a Rumania, con dos tantos de Pelé.

Brasil derrotó al gran Perú de los ’70 por 4 a 2 en los cuartos de final; en la semifinal le ganó a Uruguay 3 a 1, la tarde de la jugada maestra ante la salida de Ladislao Mazurkiewicz, que no pudo ser gol, para darle más romanticismo aún.

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Y en la final con Italia marcó el primer gol para señalar el camino de la victoria por 4 a 1. Brasil se consagraba por tercera vez Campeón del Mundo; en el camino vencía a campeones de la talla de Inglaterra, Uruguay e Italia. Conquistaba con un fútbol vistoso, ofensivo, contundente. Recibía aplausos y reconocimientos de todo el mundo. Pelé se ponía la corona de mejor jugador del mundo.

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Siguió su carrera en Estados Unidos para darle brillo a un deporte, entonces nuevo, pero que hoy presenta un crecimiento sostenido. Salió campeón de la NASL con el Cosmos de Nueva York en 1977.

Se fue entre aplausos y lágrimas. Fueron 20 años de carrera profesional y 1284 goles convertidos. Todos los campeonatos posibles.

Hoy cumple 80 años. Edson Arantes do Nascimento. Pelé. La verdad del fútbol.

Hernán O’Donnell

El Milan logró una victoria con menos luces de las habituales

Con un ritmo menor al habitual de la Serie A italiana. Más tranquilo, pausado, sereno. Pero con la misma autoridad, Milan salió a atacar en Glasgow, ante un Celtic entusiasta que planteó una lucha pesada en la mitad de la cancha con una línea de cinco medios, en los que volcó la salida a través del uruguayo Laxalt, un ex jugador del Milan. Pero esto no incomodó a la escuadra italiana que se basó en la precisión del manejo del balón para adueñarse del control del primer tiempo.

Muchas variantes presentó el equipo de Pioli con respecto al conjunto que juega de titular de modo habitual. Sobre todo en la línea de los creadores ofensivos, pues no contó con Saelemaekers, Calhanoglu, Leao, el propio Bennacer… Pero contaba con Zlatan, quien no sale nunca del equipo. Y la voluntad de Castillejos, Krunic, Brahim Diaz, para que no se sienta la ausencia de los habituales.

Y así llegó la apertura del marcador, a los 13′ con un centro de Castillejos y el cabezazo perfecto de Krunic para marcar el 0-1 para la visita.

El partido ya quedaba a merced del equipo de Pioli. Para manejarlo con serenidad, para abrir la cancha con buena circulación de pleota e invitar al Celtic a que saliera un poco y abirera espacios en esa zona de la media cancha tan poblada.

Cuando apareció el genio de Ibrahimovic, el Milan aumentó. Iban 41′ y Zlatan metió un pase abierto a espaldas del lateral para que aprovechara Theo Hernández, este se fue por izquierda y lanzó el centro para Barhim Díaz, quien enganchó en el área y sacó un tiro cruzado que se transformó en el 0-2 para el Milan.

El equipo escocés salió al segundo tiempo con dos cambios y otra imagen. M. Elyounoussi reemplazó a S. Welsh y R. Christie ingresó en lugar de L. Griffiths; además, el equipo se adelantó unos diez metros en el campo y ya propuso otro tipo de partido. Se animó, fue para adelante y a los 50′ Laxalt sacó un remate que se fue apenas arriba del travesaño de Donnarumma.

Después metió el tercer cambio; a los 63′ T. Rogic entró por S. Brown, para darle más movimiento a su ataque. Y así se hizo protagonista, en tanto el Milan se recostaba en la ventaja conseguida y empezaba a entrar en un letargo parecido a una siesta.

Stéfano Pioli decidió dos cambios para darle una lavada de cara: iban 65′ cuando R. Leão entró por Zlatan Ibrahimovic y el volante I. Bennacer entró en lugar de F. Kessie. Pero la visita perdió más aire aún, porque la salida de su estrella sueca le quitó incluso la cuota de experiencia y manejo de los tiempos del partido. Quedó apretado contra su campo.

Celtic estaba volcado al ataque y realizó dos variantes más: a los 75′ P. Klimala entró por A. Ajeti y G. Taylor lo hizo por el uruguayo D. Laxalt; en ese momento llegó el descuento. Corner desde la izquierda y la entrada libre y limpia de  Elyounoussi para marcar de cabeza el 1-2 a los 75′ de juego.

El partido ganaba en emotividad. Pioli volvió a meter mano en su equipo. A los 78′ A. Saelemaekers entró en lugar de S. Castillejo y el noruego J.P. Hauge reemplazó a Brahim Diaz.

El partido languideció hacia el final. Celtic buscaba, con poco peso y poco fútbol; Milan manejaba el balón y aguardaba que el reloj corriera como un aliado fundamental. Hasta que cuando todo terminaba, a los 90+1′, una buena jugada por derecha de la visita derivó en un pase de Bennacer a Saelemaekers y este, con una asistencia precisa y punzante, dejó sólo a Hauge para que entrar libre por el medio y definiera con categoría ante la salida de Barkas, para marcar el 1 a 3 a favor del Milan.

Así cerró el partido el equipo italiano; con un gol que le dio respiro a un segundo tiempo con poco brillo en el que sostuvo lo hecho en la primera parte. un triunfo que le permite seguir esta cadena de éxitos que mantiene desde que el fútbol decidió enfrentar a la pandemia.

Hernán O’Donnell