Arsenal y Chelsea buscarán una alegría en la FA Cup

El próximo sábado 1 de agosto, Arsenal y Chelsea darán cierre a la temporada actual con la disputa de la gran final de la FA Cup, el torneo más antiguo de la historia del fútbol, en el mítico estadio de Wembley. La tradicional competencia de Inglaterra reúne a más de 700 equipos tanto de divisiones amateur como de las profesionales, y el desenlace de la edición de este año será con un imperdible derby londinense, con el cruce de dos equipos a los que les alegraría decorar su campaña con una copa icónica, en la casa de la selección nacional y del fútbol inglés.

Para ambos conjuntos el partido de este fin de semana tiene gran importancia, con algunos motivos particulares y otros en común. Al atractivo de la final del certamen se le agrega que se trata de un nuevo enfrentamiento entre rivales de Londres, dos equipos influyentes y protagonistas del deporte en su país, híper conocidos a nivel mundial, y que son de los más ganadores de este trofeo en la historia.

Para el Arsenal esta definición llega como una especial oportunidad de cerrar un año turbulento y mediocre con una alegría. Hace muchos años que los Gunners no logran ganar la Premier League, desde aquella épica campaña de los Invincibles en 2003-04, pero ese éxito que no pueden conseguir hace tiempo por la liga, sí lo encontraron en la tradicional copa doméstica. Luego de un tiempo sin conquistas, el equipo que dirigía Arsène Wenger volvió a festejar un título en el 2014, cuando alzó la FA Cup en un agónico triunfo vs. Hull City. Luego de esa consagración, volvió a quedarse con el icónico certamen inglés en el 2015 (contundente 4-0 a Aston Villa) y en el 2017, cuando derrotó 2-1 a su rival londinense, al que verá este sábado otra vez.

En estos años Arsenal encontró en la FA Cup una suerte de premio consuelo a sus frustraciones por quedarse con la liga. Y la conquista de este título tiene un sabor especial: significa coronarse en una copa con larga trayectoria, con prestigio, más allá de que tenga menos peso que la Premier, otorga la clasificación a Europa League y permite gritar campeón en Wembley. Para los Gunners se convirtió en un torneo entrañable, donde se acostumbró a celebrar y, con 13 títulos, es el equipo más ganador del trofeo en la historia.

Otra vez por la FA Cup Arsenal tiene la chance de festejar un campeonato, y representa la oportunidad de cerrar con una sonrisa una temporada llena de inconvenientes, con cambio de entrenadores, malos resultados y poca competitividad. El comienzo de la 2019-20 fue bajo el mando de Unai Emery, que renunció poco después por un inicio insatisfactorio y una crisis de identidad del equipo. Interinamente se hizo cargo del primer equipo Freddie Ljungberg, un ídolo del club como jugador y protagonista de la época brillante con Wenger, pero el rendimiento no mejoró. Cerca del final de 2019 llegó Mikel Arteta, ex capitán del club, que alzó la FA Cup en el 2014 y 2015.

El español, que transita su primera experiencia como entrenador principal tras ser ayudante de Pep Guardiola en Manchester City, asumió un reto desafiante con un plantel desgastado en apenas mitad del torneo. Los resultados tardaron en llegar, incluso los Gunners fueron eliminados tempranamente en la Europa League cuando Olympiacos dio la sorpresa y se impuso en el Emirates Stadium.

El rumbo, sin embargo, se enderezó un poco más, aunque quedó claro que el equipo necesita renovación y Arteta, tiempo para reconstruirlo y buscar mejores resultados. En la Premier finalizó 8º, peor resultado desde 1995 (12º), y fuera de la clasificación a competencias internacionales. El decepcionante andar en la liga y en la Europa League se contrastan con el camino hacia el sorprendente lugar definitorio en la FA Cup. Superó al Leeds de Bielsa, al Bournemouth, luego a Portsmouth, y en el reinicio post pandemia venció sobre el final al Sheffield United, revelación de la temporada. En semifinales tenía enfrente al Manchester City: de aquella goleada que recibió por Premier cuando volvió la actividad, pasó a un sorprendente triunfo 2-0 y abrochó la clasificación a la gran final. Arsenal parece sacar lo mejor de sí en este torneo. Ahora está a las puertas de estirar su dominio como el más triunfador del tradicional certamen y tiene la chance de volver a encontrar la gloria luego de arrastrar muchas decepciones.

Chelsea llega a la final con un mejor presente que su rival. Terminó 4º en la liga y clasificó a la próxima Champions League. Además, todavía tiene pendiente el partido de vuelta ante Bayern Munich por la edición actual, aunque la caída por 3-0 en la ida complica sus chances de avanzar. Pero, bajo la conducción de la leyenda del club, Frank Lampard, los Blues consiguieron el objetivo que tenían para la liga, con un equipo que no había podido reforzarse, y el próximo año parece más prometedor: estarán de vuelta en Europa y su plantel se verá enriquecido con llegadas de jugadores top, como Timo Werner (proveniente del Leipzig) y Hakim Ziyech (desde Ajax).

El sábado podrán decorar su gran campaña con un trofeo, que sería el primero de Lampard como director técnico. En sus tiempos de jugador, fue uno de los abanderados de la época más sobresaliente de la institución, se convirtió en un ídolo total y su huella en Chelsea será imborrable. Fue campeón tres veces de la Premier League y formó parte de la hazaña de la primera Champions en la historia del club. En esa exitosa etapa también sumó cuatro títulos de FA Cup, dos Copas de Liga, dos Community Shield y una Europa League.

Frankie tuvo una destacada primera experiencia como entrenador en el Derby County, con el que llegó hasta la final de playoffs por el tercer ascenso a la primera división, aunque su equipo fue derrotado por Aston Villa. Luego de aquella temporada fue anunciada su vuelta a casa, tendría la oportunidad como entrenador del Chelsea. La leyenda volvió a su hogar, y demostró estar a la altura del reto. Por delante le esperan mayores desafíos, pero ya este sábado puede conseguir su primer título como entrenador blue.

Arsenal y Chelsea atraviesan distintas realidades, pero ambos están en cierto proceso de reconfiguración, con la confianza puesta en dos ex jugadores del club como conductores, y tienen en común el deseo por festejar el próximo fin de semana en Wembley y cerrar la temporada con un trofeo.


Martín O’Donnell

Lecce busca lleno de esperanzas y se aferra a mantener la categoría

Habíamos visto a Lecce ante Milan, en un partido duro donde el “Rossonero” al final lo concluyó con una amplia diferencia a su favor, de 1-4, pero que en el desarrollo y sobre todo en el primer tiempo, no había habido tanta distancia entre los dos equipos. Más bien había sido un inicio equilibrado, hasta que la jerarquía de Zlatan y el momento del Milan, con todos sus violines, Rebic, Saelemaekers, Kessie, Paquetá, Bonaventura, terminó por demoler al local. Pero nos había dejado una buena impresión el local, por eso esperábamos que pudiera mantener la expectativa y luchar por no perder la categoría en el apasionante Calcio italiano.

Con Udinese le tocó un partido complicado, con el antecedente del equipo de Udine que le había ganado, y muy bien, a la Juventus, el equipo dominante de la Serie “A” casi por antonomasia.

Por eso sufrió en el primer tiempo. Porque Udinese, al compás de Rodrigo De Paul, supo apretarlo. Lecce salió a buscar el partido, no se puede negar, pero le costó penetrar a un equipo inteligente y con buenos movimientos tácticos. Con el apoyo de Fofana y Walace, más la movilidad de Okaka, Udinese se acomodaba en el campo, en tanto la visita buscaba con la proyección de los laterales, Donati y Calderoni, para abrir el juego y llegar con centros para Lapadula.

A los 14′ llegó el local con una aparición de De Paul, quien metió un centro bajo y peligroso que el arquero visitante pudo sacar al corner.

Un centro de De Paul, un tiro de esquina desde la izquierda, fue bien conectado por Samir, que supo dar dos pasos adelante, ganar la posición y convertir de cabeza el 1 a 0 para el local a los 35′ de juego. Udinese sacaba una ventaja ante la bronca del DT de Lecce, Liverani, quien se quejaba desde el banco por la pérdida de la marca del defensor local.

Pero la esperanza se iba a hacer presente muy pronto porque una mano del defensor de Udinese le permitió igualar de penal. Mancosu se hizo cargo del remate, disparó al medio y Musso, que había elegido su izquierda, vio caer su valla. 1 a 1 a los 40′ de juego.

En el complemento Lecce fue un poco más. Sabía que el empate era un resultado escaso, debía arriesgar si quería aferrarse a la esperanza. A los 51′ abrió la primera ventana de los cambios: B. Meccariello ingresó en la defensa por Nehuen Paz y C. DellOrco reemplazó al lesionado Calderoni en el conjunto visitante.

El orden táctico de Udinese le complicaba los planes; pero el equipo igual se soltó a buscar el resultado. Lecce era más en el inicio del segundo tiempo, y en esos primeros quince minutos recobró la fe, porque se vio la mejor producción del encuentro. Falco, Barak y Petriccione se apropiaron del balón y Lecce se mostró más incisivo que el rival. A los 78′ tuvo una chance en la figura del zaguero Fabio Lucioni, pero su disparo salió desviado.

Y por ese ir y creer, encontró su premio: una doble pared en el área, que Lapadula concretó a los 80′ para marcar el 1-2 y la gran alegría del Lecce.

Un equipo que muestra alma y corazón y que no perdió la esperanza cuando el resultado le era desfavorable, por eso remontó el partido, revirtió el resultado y se aferra a la ilusión de conservar la categoría.


Hernán O’Donnell